Próximo concierto en la III Jornada de Lactancia de Morata de Tajuña

¡Hola a todxs!

Este domingo, día 21 de junio, tendré el privilegio de dar un concierto dentro de una jornada muy especial. Se trata de la III Jornada de Lactancia y Crianza con Apego de Morata de Tajuña.

El concierto amenizará el desayuno en el exterior del polideportivo, sobre las 11.30h, donde espero ver a familias teteando y porteando sin parar.

Aquí os dejo el cartel donde, como veis, habrá presentaciones de libros, charlas sobre embarazo, parto, postparto y crianza, talleres de interés, educación, sorteos y por supuesto: ¡Música!

IMG-20150516-WA0000También, dentro del mercadillo artesanal habrá un stand destinado a la venta de discos de THETA, donde os lo podréis llevar con una dedicatoria muy especial, al precio de 10€.

La inscripción para acceder a la jornada la podéis hacer en lactanciamorata@gmail.com y la entrada consiste en traer 1 kg de alimentos no perecederos por persona que irá destinado a la fundación Cáritas.

Así que así ando, preparando bien el concierto del domingo, que espero os emocione a las familias que deseéis pasar una mañana en tribu, cambiando el mundo. ¡Allí os espero!

 

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Bautizo de leche

La lactancia materna a demanda tiene estas cosas, evoluciona según va creciendo el bebé y de pronto un día sorprendes a tu hija tomando teta en una postura imposible haciendo casi el pino-puente o mamando en la distancia con un «bautizo de leche». Sí, habéis leído bien: mamando a distancia, y es que a Zoe le encanta que caiga en su boca un «chorrito» de leche.

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El nacimiento de la Vía Láctea, de Pedro Pablo Rubens
(Museo del Prado de Madrid)

Igual os parece raro o lo mismo por el contrario os veis identificadas. Mi hija a veces me pide «chorrito» en lugar de «tetita» y claro, no siempre se acierta en el agujero y acaba recibiendo un bautizo de leche por toda la cara con su consiguiente carcajada de la mano. Nos lo pasamos a lo grande con nuestros juegos de amor y leche, ahora que la lactancia está más que instaurada y que podemos expresar cada una nuestras preferencias y las dos las entendemos y respetamos. Antes llorábamos por las esquinas, una porque tenía hambre o quería consuelo y la otra porque se veía torpe y le asustaba el dolor de la mastitis. Ahora si yo no quiero darle pecho en un momento dado se lo digo y explico y cuando ella quiere tetita (o chorrito) me lo dice también. A veces se despide de la teta dandole un beso y un abrazo, a veces le da las buenas noches y la tapa con la camiseta… los juegos y la comunicación son infinitos y me encanta que así sea.

La lactancia prolongada tiene estas cosas y así las disfrutamos.

¿Os apetece compartir cosas divertidas sobre vuestras lactancias prolongadas?

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¿Dónde está el Planeta Parto? ¡Y yo qué sé!

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He leído algunos libros que cayeron en mis manos durante mi embarazo y que seguro os suenan y muchxs de vosotrxs habréis leído también. Libros que «estaban de moda» en la red maternal donde me movía, escritos en muchos casos por expertos en ciertas áreas cercanas a la maternidad (ginecólogos, matronas, pediatras…), gurús en la materia en la que vivía inmersa día y noche: Iba a ser madre y necesitaba documentarme.

Seguro que a muchxs os pasa, ya seáis madres o padres primerizos, que de pronto sentís un abismo ante vosotros, «no tengo ni idea de lo que me espera», «No tengo ni idea de LO QUE SE ESPERA DE MI cuando me convierta en madre/padre». Y de esto trata este post.

Me centraré más en el papel de la mujer que dentro de poco se convertirá en mujer-madre y no tiene ni idea de lo que significa eso (obvio por otro lado, nunca ha sido madre antes) y se preocupa por «hacerlo bien». Entonces se lee todo libro sobre parto-maternidad-crianza-lactancia que cae en sus manos, o le recomienda su red maternal, o de pronto se convierte en best seller, o el cual se comenta y recomenta positivamente en redes sociales. Y de pronto comienza a familiarizarse con términos como «puerperio», «lactancia en tándem» o «planeta parto». Quiere hacerlo muy bien y visiona «partos orgásmicos» en Youtube y se empieza a dar masajes perineales con aceite esencial X y asiste a alguna sesión de hipnoparto. Además no se pierde su clase semanal de «yoga para embarazadas» y se apunta a un intensivo de canto prenatal porque ha oído que la cavidad vaginal está íntimamente relacionada con la cavidad bucal. Quiere estar preparada, quiere hacerlo muy muy muy bien.

Dejando claro que opino que la información es poder y que yo fui la primera que hizo, si no todo, buena parte de lo que cito arriba, quería añadir que muchas de las expectativas que yo misma me creé sobre mi parto-lactancia-puerperio-crianza dista mucho de lo que luego viví realmente. Y cuando lo viví me sentí en ocasiones juzgada. Juzgada por muchos a mi alrededor pero fundamentalmente juzgada por mí misma y todo lo que había leído-visionado-aprendido en los meses de embarazo. No sé si me explico. Pondré un ejemplo:

El Planeta Parto. ¿Dónde está? ¿Qué es? ¿Me fui mientras parí a mi hija? ¿hubo alguna interferencia durante el mismo para que no pudiera embarcarme en el viaje?….

Y digo yo: ¿qué más da? Parí a mi hija, me dejé llevar, tuve la suerte de decidir dónde parirla y quién me acompañaría en ese momento. Me sentí respetada en mis decisiones. ¡Pues ya está!

Con esto no pretendo dar lecciones a nadie, simplemente quería plasmar que hoy me doy cuenta de que cada mujer es única en el mundo y que no existen fórmulas universales para parir, ni para lactar y mucho menos para criar. Que si Michelle Odent dice que la presencia del padre entorpece el proceso de parto se equivoca, porque en mi caso eso no ocurrió. Que si Thomas Verny y John Kelly dicen que todo lo que nos sucede durante los nueve meses de gestación moldea nuestra personalidad, motivaciones y ambiciones significa que miles de mujeres embarazadas vivirán esta experiencia como un intento imposible de mantener un estado de equilibrio emocional constante (con la ansiedad que provoca eso, por otro lado). Que si Rosa Jové dice que no le gusta la palabra «límite» me niego a sentirme mal si en mi circunstancia personal no quiero borrarla de mi diccionario.

Y como estos, mil ejemplos más. No me arrepiento de haberme documentado, de hecho sigo leyendo sobre maternidad y crianza pero sí me queda un amargor de haberme dejado influenciar en exceso por estos gurús que en su día me señalaron con el dedo y me dijeron: «Yo conozco el secreto para hacerlo muy bien».

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NO justifico la violencia. SÍ entiendo a esa madre.

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Antes de ser madre, cuando veía a una mujer gritando a su hijx por la calle o perdiendo los nervios en el metro, automáticamente me preguntaba ¿Por qué ha tenido un/a hijx? ¿Es consciente del impacto negativo que esa acción le está causando a ese/a niñx? Incluso en alguna ocasión llegué a intervenir y mostrar mi rechazo ante la agresión. 

Hoy sigo siendo consciente de la repercusión de nuestras acciones en el desarrollo emocional de nuestrxs hijxs y me esfuerzo mucho más que antes en controlar ciertas emociones negativas a la hora de descargarlas en otros.

Sin embargo, hoy, cuando veo a una madre desbordada en el parque o volviendo de hacer la compra e intentando abrochar el cinturón de la sillita a su hijx entre gritos y amenazas; (además de preocuparme por lo que ese bebé está recibiendo) pienso en la madre: ¿Cuantas horas llevará a solas con su hijx? ¿Alguien comparte con ella las preocupaciones domésticas? ¿Tiene apoyos familiares? ¿Se sustenta en alguna red materna, ya sea online como presencial? ¿Cuanto tiempo tardará en arrepentirse en lo más profundo de su ser, por cómo está tratando ahora a la criatura que llena cada día su vida? ¿Cuánta presión arrastra al cabo del día por el entorno? ¿De donde saca la fuerza esa mujer para cargar con su hijx al pecho mientras que en cada una de las manos sujeta una bolsa bien cargada de comida? ¿Cómo no se ha roto ya la espalda? ¿Estará soportando esta madre los trastornos del sueño de su hijx? ¿Estará pasando por alguna fase de agitación del amamantamiento? ¿Descansa? ¿Cuantas «rabietas», antes de esta, habrá sobrellevado a lo largo de día (y la noche) con toda la paciencia del mundo? ¿Qué libro de crianza releerá esta noche cuando su hijx coja el sueño para no cometer el mismo error mañana?…

Hoy sigo pensando que no existe justificación alguna para maltratar a un/ hijx. Pero hoy, además, pienso que las madres somos humanas.

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La mochila del cole: Tutorial

Hace tiempo que quería ponerme a escribir el tutorial de cómo elaboré la mochila del cole para Zoe. Fueron varias las mamás que al ver este Miércoles Mudo, lo pidieron y por fin aquí os lo traigo. Quizás ya esté el tema un poco pasado, ya que el cole empezó hace tiempo, pero igual podéis hacer una bolsita con algún motivo navideño o quizás para el curso que viene.

A mi favor diré que jamás había cosido nada, pero me hacía muchísima ilusión crear algo artesano que acompañara a Zoe cada mañana en mi ausencia y le dediqué tiempo y mucho amor. Una amiga me prestó su máquina de coser, la cual casi me cargo en un imposible intento de colar el hilo por quince mil huecos distintos y retorcidos hasta enebrar la aguja al final. ¡Todo un show! Finalmente decidí coser a mano toda la mochila. Si tenéis maña con la máquina, seguro que os resulta mucho más rápido y sencillo.

Bueno, allá voy:

Cuando se me ocurrió la genial idea de coser a mano una mochila para mi hija no dudé en buscar en youtube y la blogosfera maternal tutoriales o patrones para su realización. Buscando y buscando topé con esta iniciativa: Cose con nosotras una mochila de las autoras de los blogs Para mi peque con amor y Mi rincón de mariposas, donde explicaban paso a paso cómo hacer una mochila sencilla y también otra con bolsillos. Yo al final opté por algo intermedio, una mochila sencilla con un bolsillo exterior sin solapa, muy simple también. (Si queréis seguir los patrones que ahí aparecen, perfecto. Yo os cuento cómo lo hice yo).

Cogí el patrón de la mochila pequeña pero realmente no presté atención a las medidas y todo lo hice muy a ojo. Yo os las dejo por si queréis seguir el patrón (como hace la gente normal).

Sin título Así que fui a la tienda de retales del barrio y a una lencería y compré:

  • Dos tipos de tela distintos: Una blanca con lunares rojos para la mochila y otra roja (para el bolsillo exterior). Las dos de hilo y la medida mínima que me vendían de cada una.
  • Fliselina termoadhesiva (una entretela termoadhesiva de dos caras perfecta para aplicaciones en camisetas, sudaderas, bolsos, etc. Con la que hice el nombre de mi hija sobre el bolsillo).
  • Un retal de tela blanca que luego serían las letras de su nombre.
  • Cinta blanca (dos trocitos) para colocar en los lados de la parte baja de la mochila y sujetar así las asas.
  • Cordón rojo (1’20 m. aprox.)

Primero corté la tela blanca con lunares en un rectángulo de 20 x 60 cm. y la doblé por la mitad. Coloqué la tela roja encima, calculando a ojo la medida del bolsillo exterior hasta que di con el tamaño que quería y corté el trozo de tela (doble para que resistiera más). Calculad los tamaños siempre dejando uno o dos dedos más de tela para que la pieza final, tras coser, no quede reducido.

Las telas, una vez con la medida elegida las lavé en agua y las tendí. Este consejo me lo dieron en la tienda para que las telas no encogieran una vez cosido el conjunto y estropeara el diseño final. También es bueno doblar y planchar las telas tal cual vaya a quedar el conjunto para ayudar a la hora de coserlas. Tras cortar, lavar y planchar, me dispuse a coser:

Primero hice un dobladillo en la parte superior hacia dentro por donde entraría el cordón. Hay que asegurarse de que el espacio que dejamos es suficiente para el paso de dos cordones. El punto que usé fue el sencillo, como os podéis imaginar (tipo hilvanado pero muy pequeño).

Después coloqué la tela de bolsillo sobre el lugar que le correspondía y dándole la vuelta a la tela de la mochila cosí los laterales de la misma, uniendo la tela roja a la tela blanca de lunares a su paso mientras cerraba el conjunto.

A la vez, corté dos pequeños pedazos de cinta blanca y los coloqué uno a cada lado de la parte inferior de la mochila para dejarlos fijos una vez que iba cosiendo todo el conjunto. Importante, colocarlos de manera que al dar la vuelta a la mochila una vez cosida queden por fuera (lo digo porque me tocó deshacer un lado entero por esta tontería).

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Una vez cosido el conjunto entero, empecé con las letras. Dibujé en una hoja de papel el nombre de mi hija con gruesas letras y las recorté una a una. Luego las calqué del revés en la Fliselina y volví a recortarlas ya en este material. Según las instrucciones del producto, planché las letras una a una sobre el retal de tela blanca correspondiente y recorté la tela con la forma de las letras. Después retiré el papel sobrante y volví a planchar una a una las letras de tela blanca sobre la tela roja del bolsillo exterior.

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A pesar de quedar las letras pegadas, me aconsejaron coser el borde de las letras con un punto festón a mano para hacerlas más resistentes y . Para las novatas en esto, como yo, os dejo un vídeo-tutorial de cómo hacerlo.

Para terminar nuestra mochila cortamos el cordón rojo por la mitad e introducimos un extremo de uno de los pedazos de cordón por el ojal de nuestro dobladillo haciéndolo girar en forma de herradura hasta atravesar las dos partes de tela. Repetimos la operación con el otro cordón pero a la inversa de manera que os queden colgando a cada lado de la mochila dos cordones que ataremos a la cinta blanca sobresaliente en ambos extremos inferiores del conjunto.

Y… ¡Voilà! Ya tenemos una mochila cosida a mano para nuestrxs hijxs. Así quedó la nuestra y así la lleva cada día mi niña a su «cole».

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Espero que este tutorial os sirva de ayuda por si os animáis a coserle una mochila a vuestrx hijx. Ya me contáis…

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¿Cómo superar la ansiedad de separación? (2ª entrega)

Lo prometido es deuda, aquí os traigo la segunda entrega del post «¿Cómo superar la ansiedad de separación?».

Os puedo contar que la semana pasada Zoe fue asimilando día tras día y poco a poco que cada mañana mamá la dejaba en «el cole» y se iba (para luego volver). Intentamos hablar del cole todos los días, nombramos el nombre de su tutora y el de cada niñx y cada vez que lo hacemos se pone contenta y cuando ve la mochila que le cosí la coge y corre a la puerta de casa gritando «coleeee». La entrada es tranquila, incluso va andando ella sola hasta el aula, aunque también hemos tenido algún retroceso.

El problema viene cuando siente que me voy, ahí comienza a desencadenarse la ansiedad de separación y es cuando sigo el ritual acordado: «Mírame a los ojos corazón, que te voy a decir algo importante: Mamá se va a trabajar. Te vas a quedar ahora con Maite y los amigos y volveré a recogerte después de la siesta ¿te acuerdas? ¿Quieres que cantemos la canción de despedida?». Normalmente mi hija contesta con un «Yiiii» y tras cantarla, nos despedimos con la mano.

El miércoles comienzo a currar tras casi dos años sin hacerlo y sé que ese día me derrumbaré. Todavía no he soltado ni una lágrima y sé que retener emociones no es sano, pero supongo que se debe a que tengo una barrera de frialdad en mi corazón que se mantiene intacta para aparentar seguridad y felicidad frente a mi hija y de este modo acompañarla como mejor se me ocurre en su ansiedad de separación. Sí tuve muchos días insomnio y estrés nocturno pero de momento ni una lágrima.

Imagen de Patricia Metola

Imagen de Patricia Metola

Para afianzar lo que ya llevamos trabajado y mejorar nuestras separaciones respetuosas, tengo en cuenta los siguientes ocho puntos, que añadidos a los de la entrada anterior nos están dando buenos resultados. Espero que os ayuden a vosotrxs también:

  • Dejar un objeto de seguridad al niñx. En el libro «Separarse de los padres sin lágrimas» que os comentaba, hablan de «la pulsera mágica», una que contiene todos los besos y abrazos de mamá para que cuando se sienta insegurx o triste se la toque y sienta el amor mágico que contiene. En esta línea, también podemos dibujar una cara sonriente en la palma de la mano de nuestrx hijx para que al mirarla se ponga contentx, o plantarle un beso en la mano también y cuando necesite nuestro cariño se la acerque a la cara para que el beso salte mágicamente a su mejilla. Todo esto puede formar parte del ritual de despedida y si se hace justo  antes de separarnos, mejor que mejor.
  • Intentar evitar el cambio de brazos. Siempre que os vayáis es mejor que el bebé esté en el suelo jugando o en los brazos del cuidador/a. Ya es bastante doloroso separarse de su madre o padre como para que encima sienta que le están arrancado de los brazos de quien más le quiere.
  • Ser claros a la hora de anunciar la vuelta. Lxs bebés no son conscientes del paso del tiempo y para ellxs es complicadísimo diferenciar entre «un ratito» o «un par de horas»… Mucho mejor es explicarles que volverás cuando se despierte de la siesta, por ejemplo.
  • Anticipar la despedida. Es bueno contarles de antemano lo que va a ocurrir. En mi caso, llevo a Zoe a su escuela infantil en coche y durante el trayecto le voy diciendo lo que ocurrirá para que no le pille de nuevas. Esto resta pánico a la situación ya que le suena lo que ocurre porque su madre se lo ha explicado con antelación.
  • Otro dato importante es mantener la mirada cuando les explicamos que nos vamos. Un ejemplo podría ser éste: «Zoe, mirame a los ojos que te voy a decir algo importante: me voy a trabajar y volveré después de tu siesta ¿te acuerdas? Pásalo bien con los amigos, mi cielo. Luego me lo cuentas ¿vale? ¡Adiós!»
  • No alargar mucho el momento del adiós. La despedidas ya son dolorosas de por sí, así que lo ideal es hacerlas cortas pero sin prisas, con seguridad y alegría. Una vez se desencadena la ansiedad de separación, ésta va en aumento, por lo que si no es posible quedarnos el tiempo necesario para que nuestrx hijx se calme del todo, lo mejor es cortar la situación de despedida y desaparecer. Duro, pero menos de lo que podría ser si salimos del aula cuando el pánico ya haya estallado.
  • Nunca retrasarse en la recogida. Cuando un/a niñx se acostumbra a recibir a su madre tras la siesta y ésta un día no aparece, el pánico puede desencadenarse. Por ello es importante que la rutina se mantenga lo menos flexible posible.
  • Normalizar el reencuentro. Una de las cosas que por naturaleza solemos hacer las madres y padres es llenar de besos y abrazos a nuestrx hijx al recogerle, y es que la culpabilidad es tan grande que queremos demostrarles una y otra vez que les amamos, y ellos esto ya lo saben; es más: ellxs nos quieren de manera incondicional también, hagamos lo que hagamos (fuerte, pero cierto). El caso es que si ellxs notan una exageración en nuestros sentimientos al recogerles pensarán que les estamos salvando, literalmente, de un lugar hostil y aumentará al día siguiente la ansiedad de separación. Mucho mejor es entrar relajadxs al aula y decir «¡Hola cariño, ya he vuelto! ¿Qué tal lo has pasado? Cuéntamelo todo de camino a casa». (Por supuesto sin dejar de besar y abrazar todo lo que nos dé la gana, pero ni más ni menos que de costumbre).

Pues esto ha sido todo por hoy, aunque hay infinidad de buenos consejos más al alcance de nuestra mano, en internet o libros especializados sobre el tema. Espero de corazón que el periodo de adaptación de vuestrxs peques sea lo menos traumático posible y que pronto entiendan que aunque estéis separadxs, les queréis siempre.

Por petición de algunas lectoras del blog, no quiero terminar sin mencionar algunos consejos para sobrellevar, nosotrxs lxs adultxs, nuestra ansiedad de separación. A mí personalmente me ayuda:

  • Conocer todo lo que pueda a la persona que se quedará al cuidado de mi hija en mi ausencia. El periodo de adaptación en la escuela que hemos elegido es respetuoso con las emociones de lxs adultxs también y fomenta la entrada al aula de las familias, promueven la lactancia materna, etc. Los primeros días acompañé a Zoe dentro de la escuela las horas que estuvo allí y eso me ayudó a observar a la tutora: cómo trataba a lxs niñxs, cómo les hablaba, la energía que les transmitía, cómo era su relación con mi hija… A mí me transmite una confianza que creo necesito para irme más tranquila al trabajo.
  • Pasar tiempo de calidad con Zoe. Las tardes intentad dedicarlas 100% a estar con vuestrxs hijxs. Ver cómo ríen, juegan y disfrutan a vuestro lado es sanador ¿me equivoco?
  • Pruebas gráficas. Si existe la posibilidad de que la persona responsable del cuidado de vuestrx hijx le haga alguna foto o vídeo en momentos felices dentro de la escuela, pedirle que os la envíe a través de wasap. El «no saber cómo estará» aumenta muchísimo la ansiedad y nos llenamos de paranoias. Esta opción acaba por completo con ellas.
  • Llevar al trabajo un objeto o fotografía de mi hija. La opción más sencilla es usar una fotografía reciente como salvapantallas del ordenador. Cuando estoy triste, la miro y recuerdo aquella tarde de risas y juegos compartidos y automáticamente siento felicidad.
  • Expresar las emociones. Llamar a mi pareja, a mi madre, mi hermana… personas con las que me puedo desahogar con naturalidad y contarles cómo me siento. Escribir en el blog me ayuda muchísimo a volcar y canalizar energías. (Si no tenéis blog, escribir en un papel o libreta es igual de sanador).
  • Borrar la palabra «culpa» del diccionario. Las madres (y padres, pero no sé por qué más las madres) solemos ungirnos bien en la culpa, es una palabra que acompaña a la maternidad de principio a fin y en periodo de adaptación cambiamos directamente nuestro nombre por el de culpable. Actúo según mis valores y creencias y lo hago lo mejor que sé, por lo tanto: NO SOY CULPABLE, soy responsable.

Quiero terminar con algo que oí hace poco y me dio mucho que pensar: Los bebés son seres altamente adaptables, acaban adaptándose a cualquier situación y entorno y son capaces de ser felices en cualquier lugar. Con esto digo que (para bien o para mal) nuestrxs bebés serán felices tarde o temprano en la escuela infantil y no dejarán de amarnos aunque nos separemos de ellos X horas al día. Esto no quiere decir que el impacto emocional que supone para ellxs experimentar ansiedad de separación sea inofensivo, de hecho dejará huella para el resto de su vida y en nuestra mano está, como adultxs, acompañar el proceso de la manera menos agresiva y más respetuosa posible, ¿no os parece?

El rencor o el odio son sentimientos de los que carecen nuestras criaturas, sin embargo de amor incondicional tienen excesos…

No dejéis de contarme cómo habéis gestionado la ansiedad de separación en vuestros hogares, me encantará saberlo. Abrazos a raudales. 

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¿Cómo superar la ansiedad de separación? (1ª Entrega)

Mi hija ha comenzado con el periodo de adaptación en la escuela infantil que hemos elegido para ella: un lugar donde tienen como principal objetivo acompañar y sostener las emociones de lxs niñxs de manera individualizada para que poco a poco sientan que donde sus padres les dejan cada mañana se trata de un lugar seguro, una escuela respetuosa con los tiempos de cada unx y donde se le da especial importancia a las necesidades emocionales de cada individuo (incluídos los padres y madres). Todo esto, que suena idílico, es la mejor opción dentro de las limitadas alternativas que la insignificante o nula conciliación familiar y laboral española nos permite; porque la mejor opción sin duda sería que Zoe pudiera explorar el mundo de la mano de su madre y su padre, figuras afianzadas de apego seguro para ella y no encerrarla durante 7 horas en ningún lugar.

Una de las emociones significativas del periodo de adaptación es la ansiedad de separación. No conozco ningún caso de niñxs que se quedan alegres y contentxs en la escuela desde el primer día, y si los conociera me preocuparía bastante porque indicaría que no muestran ningún grado de apego con sus padres o por lo menos no expresan su dolor, cosa que daría bastante qué pensar… La imagen que aparece en los telediarios o en el imaginario colectivo cuando nos hablan de «la vuelta al cole» es de rostros encharcados en lágrimas, bebés moqueando, aferrados a las piernas de sus progenitores, madres y padres con un nudo en la garganta tirando besos al aire y contando lo pronto que volverán…

Imagen de Beatriz Gaspar de Con Botas de Agua

Imagen de Beatriz Gaspar de Con Botas de Agua

¿Cómo superar este trance si no tenemos más opciones que pasarlo? Voy a dejaros en  este post a doble entrega, las ideas que a mí me están ayudando a sobrellevarlo.

Según el libro «Separarse de los padres sin lágrimas» de Elizabeth Pantley, lo importante es que el bebé o niñx cree vínculo con la persona que le cuidadrá y para ello es necesario que exista la posibilidad (por ambas partes) de hacer una adaptación acorde a las necesidades de cada niñx. Mientras esto sucede (o incluso mejor si se comienza a hacer antes de empezar a llevarle a la escuela infantil), es bueno seguir algunos de estos consejos.

  1. Jugar a juegos tipo «el escondite», «cu-cu-tras», etc. Lo más terrible para un bebé es pensar que su madre se ha ido para siempre y eso es lo que sienten cuando desaparecemos de su vista ya que no tienen noción del tiempo ni del espacio. De esta manera nuestrxs hijxs entienden poco a poco con estos juegos que aunque tú desaparezcas de su vista siempre reapareces. Se trata pues de un entrenamiento para su confianza. Estos juegos pueden evolucionar un poco más cada vez y decirles que «te vas a trabajar»,  entonces te despides y te marchas a otra habitación, al momento vuelves con un «ya he vuelto, ¿te lo has pasado bien mientras no estaba?»; poco a poco alargar el tiempo de separación.
  2. Contar cuentos donde haya separaciones y reencuentros. Una variación de lo anterior es contar cuentos a nuestrxs hijxs donde utilicemos como protagonista algún personaje que les guste mucho. Por ejemplo: «Bob Esponja se va al cole…». Externalizar la situación les hace entenderla mejor, desde una perspectiva diferente y además a la hora de dejarles en la escuela infantil es bueno recordarles el cuento «¿recuerdas que Bob Esponja también iba al cole?».
  3. Fomentar el contacto con otros niños y adultos. Si tenéis la opción de salir al parque o ir al mercado con vuestrx hijx os lo recomiendo. Zoe este verano ha disfrutado de lo lindo jugando con los niños y niñas de la urbanización, eso ha hecho que ahora se sienta segura entre iguales. El contacto con otros adultos ajenos a la familia también es bueno. Sobre todo es importante que vean a sus padres relajados hablando con otros adultos para que sienta que «son de fiar», al conocer a alguien nuevo es bueno que mantangáis el contacto con ellxs (en brazos, por ejemplo) y es importante hacer presentaciones, tipo «Mira Zoe, éste es Juan el papá de Alberto, hoy va a cenar con nosotros en casa». De igual importancia o más es no forzar jamás al bebé a establecer contacto físico con el/la desconocidx. El obligar a dar besos y abrazos es tremendamente perjudicial. Siempre respetar la autonomía de decisión del bebé a la hora de mostrar afecto.
  4. Crear rutinas tranquilas al despertar. Intentad despertaros con tiempo para preparar  el desayuno y salir sin prisas. Es bueno dejar preparada la ropa del día siguiente, las mudas y lo que haga falta llevar a la escuela infantil, la noche anterior, para ahorrar tiempo. La salida de casa debe ser relajada, si contamos con que lxs bebés van a «su pasito». Además si nuestrxs hijxs nos ven relajados ellxs también lo estarán.
  5. Evitar mostrar nuestra ansiedad de separación. Esto resulta complicadísimo pero según Elizabeth Pantley es fundamental. Nuestrxs bebés perciben nuestras emociones tanto como las suyas propias, de manera que si estamos nerviosos, aterrados y tristes ellxs lo estarán también; en cambio si estamos confiados, tranquilos y alegres les contagiaremos estas emociones de igual manera.
  6. Fomentar el pensamiento positivo. En lugar de mandar mensajes negativos al aire del tipo «No voy a tardar mucho» o «No llores, no estés tristes»; es mucho mejor reforzar la parte buena de quedarse en la escuela. Por ejemplo: «Te lo vas a pasar genial» o «cuando vuelva me lo cuentas todo, ¿vale?». Esto hace que el pensamiento tome un rumbo positivo que le acompañará a lo largo del día.
  7. Crear una rutina de despedida. Durante la adaptación es importante crear una rutina lo más constante posible antes de separarse. Puede ser un beso especial, una oración o en nuestro caso personal UNA CANCIÓN ;). (Si estáis atentxs, este viernes la publicaré en la sección «La Canción de la Semana»). Se trata de anticipar el momento y despedirnos en condiciones óptimas, que nuestrxs hijxs sientan nuestro amor incondicional. Nada de irse a hurtadillas cuando están entretenidxs con cualquier cosa. A ninguno nos gustaría que nuestra pareja saliera de casa sin dirijirnos la palabra ¿me equivoco?

Las 8 ideas restantes os las guardo para la segunda entrega que publicaré el lunes que viene, para empezar la semana con recursos. Uff, está siendo duro, pero con información, apoyo y muuuuuuucho amor todo acabará normalizándose. Espero.

Un abrazo fuerte a todxs los que seguís el blog, en especial a las mamás que sufren ansiedad de separación como yo. Os entiendo.

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Todos los bebés son buenos

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by The-Silver-Flame

Corregidme si me equivoco, pero, ¿no estáis hartas de que la gente, al mirar a vuestro bebé os pregunte cosas como esta?: «¿Es buenx?» «¿qué tal se porta?» «¿Te da buena noche?» «¿Da mucha guerra?»... A mí me lo han dicho infinidad de veces, y en mi torpeza verbal y déficit asertivo la mayoría de veces he contestado con una sonrisa complaciente y un «la verdad es que es muy buena». Pero, ¿qué bebé es malo? Los seres humanos nacemos puros, vírgenes de todo concepto positivo o negativo, somos puro instinto exento de juicios. Los bebés no son buenos ni malos, sólo son bebés y se comportan según lo que espera de ellos la naturaleza.

  • Si llora es porque te necesita y no conoce otra vía de comunicación diferente.
  • Si tira cosas al suelo (comida, juguetes, objetos de valor para un adulto) demuestra que está aprendiendo cosas como cerca y lejos o arriba y abajo; y poniendo a prueba su fuerza.
  • Si se despierta cada 3 horas y solo se consuela a tu lado o con tu pecho es porque junto a ti se siente segurx y su reloj biológico funciona a las mil maravillas.
  • Si tiene «rabietas» significa que está transitando diferentes emociones que todavía no sabe canalizar y necesita de tu sostén y paciencia para sentirse segurx.
  • Si te dice «tonta», lo más probable es que quiera explicarte que no le entiendes y su limitado lenguaje sólo le permite mal-insultar en un momento dado.
  • Si se pasa el día saltando, corriendo, cantando, gritando, jugando y pocas veces  está tranquilx y sentadx, quizás sea porque es un/a niñx y nada más.

Un bebé es altamente competente (como diría el pediatra José Maria Paricio) y viene al mundo a sobrevivir, el pretender encasillarlo en la maldad solo hace de los adultos personas ignorantes y crueles. Los bebés no pueden manipular, sencillamente no saben, su cerebro no está preparado biológicamente para una función tan racional. Los malos, los de la «mente sucia» son los adultos que creen que un bebé puede actuar en voz del mal.

Todos los bebés son buenos porque todos ellos son bebés.

¿Utilizáis alguna respuesta inteligente para contestar sobre este tema? Me encantaría apuntármela para la siguiente.  

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Helado de «teto»

Estos días en que el calor sofocante parece haberse instalado sin permiso en nuestros hogares de una forma aplastante, Zoe demanda muchísimo pecho. Necesita hidratarse más que de costumbre y anda todo el día persiguiéndome por casa gritando «teto», «mamá, teto». Desde siempre hizo masculina a la teta y le colocó una «o» al final, solo ella sabrá por qué. El caso es que el otro día me puse a hacer helados caseros para los adultos de la casa con soja y chocolate ecológico, y al colgar una foto en instagram, mi amiga Mariadelmar de Siénteme Crianza me recordó la brillante idea que ya había escuchado y leído años atrás en diferentes blogs maternales: ¿Por qué no hacer un helado con mi propia leche y ofrecérselo a mi hija?

En casa no tengo sacaleches, así que me dispuse a ordeñarme de manera manual. Al verme hacerlo, Zoe en seguida señalando mi pecho dijo «tetoooooo», así que me la puse al pecho que me quedaba libre y de esta forma las dos contentas: ella mamando y yo ordeñándome el otro pecho del que fluía la leche mucho mejor con la estimulación del contrario.

Al cabo de los días este ha sido el resultado: Un rico helado de teto.

la foto 1 Y Zoe encantada con la leche de su madre en formato sólido, bien fresquita para aliviar el dolor de la dentición que ahora además está en pleno auge con el nacimiento de los incisivos laterales. Al principio daba besitos al helado, pero en cuanto ha reconocido el sabor lo ha lamido y relamido como los mayores mientras declamaba un «mmmmmmm» de puro placer.

No lo dudéis ni un minuto, si queréis refrescar a vuestrxs bebés de forma sana y natural ofrecerles helados de vuestra cosecha propia. Yo repetiré la experiencia seguro. ¡Les encanta!

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La maldición «cantajuega» ataca de nuevo

Recuerdo un verano infernal en el que en casa de mi madre, mi sobrina la mayor, se pasaba el día delante de la tele viendo los cantajuegos. Las canciones invadían mi cabeza día y noche, ya que incluso en sueños sonaban sin cesar como una cadena martilleante. No había descanso.

Siempre dije, «yo a mi hija nunca le pondré a ver los cantajuegos», hasta que fui madre y un día no se me ocurrió nada mejor que sentarla frente a la tele y darle al «play». No me preguntéis por qué, porque ni yo lo sé. Quizás fue un día en el que necesitaba 10 minutos de espacio vital, o uno en el que se presentaron las tres de la tarde y la comida estaba aún sin hacer, o… vete tú a saber. El caso es que ahí estaba mi hija, en silencio, extasiada ante tanto color imposible, absorbida por la cutrísima puesta en escena y enganchada a las melodías infernales.

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Sólo la portada del DVD ya da miedito… Esos jóvenes mal uniformados en donde ni el peto que llevan es del mismo color, metidos dentro de una tele, rodeados por cuatro dibujos feos (entre ellos el Ratón que compra con mucho dinero los dientes de los niños buenos y obedientes), todo ello sobre un fondo amarillo degradado chillón y coronado por las letras multicolor que muy difícilmente vienen a escribir CANTAJUEGO. ¡Uf!

Estos vídeos de juegos musicales, no son otra cosa que un invento más para aparcar a lxs niñxs frente a la tele 20 minutos. Y es que un bebé de 14 meses (que son los que tiene mi hija) no es capaz de asimilar tanta excitación y sobre estimulación junta, e intenta procesar con su ajetreado cerebro sin apenas pestañear lo que esos adultos disfrazados de… ¿niños-granjeros-con-chistera? le intentan decir cantando. De esta manera no rechista durante ese tiempo y permite a su madre desconectar.

Pero, ¿no resultará perjudicial para ella? Evidentemente, bueno, bueno, no es. De hecho las veces que le he puesto el vídeo, ha estado mucho más inquieta, al igual que si vemos la tele antes de acostarnos y nos tragamos toda la publicidad o vamos a comprar a Carrefour en hora punta. Cualquier sobre estimulación es negativa para nuestros bebés.

Por suerte existen alternativas. A mi hija le encanta cantar y le encantan los juegos, y a mi me encanta desconectar de vez en cuando y sentirme sola. Lo reconozco, yo necesito mi espacio sin Zoe (aunque sea 10 minutos para asearme tranquila).

El caso es que existen otros vídeos mucho más educativos y menos agresivos que los cantajuegos. Hablo de los Juegos de Rimas de Dedos de Tamara Chuvarosky. Los destinatarios reales de los vídeos son los padres y madres que deben aprenderse las rimas para luego enseñárselas al bebé. Yo me las he aprendido todas y muchas veces aprovecho para jugar con Zoe y se lo pasa genial. Además favorecen el lenguaje y la motricidad en los más pequeños y ante todo sirve como encuentro entre niñxs y adultos. Sólo tengo el primer DVD pero espero hacerme con el resto en algún momento porque para mí ha sido todo un descubrimiento. También podéis encontrar muchos vídeos en youtube, como éste y aprenderos las rimas poco a poco:

Los juegos están separados además por estaciones del año, de manera que si en primavera vemos una abeja polinizar las flores podemos hacer «Zen, Zen, Zen, abejita ven. Ve de flor en florecita, trae miel a la casita», o si en invierno nos deslizamos por la nieve quizás nos apetezca contar la rima de Pancho, Pincho y Moncho…

Reconozco que para encontrar mi espacio, recurro al video directamente en la tele, que como hemos dicho no es ideal, pero seguro que es mil veces peor recurrir a los Cantajuegos.

¿Conocéis algún otro recurso no agresivo donde el juego y las canciones capturen por un ratito la atención de nuestros bebés? Me encantará saberlo.

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