¿Cómo superar la ansiedad de separación? (2ª entrega)

Lo prometido es deuda, aquí os traigo la segunda entrega del post «¿Cómo superar la ansiedad de separación?».

Os puedo contar que la semana pasada Zoe fue asimilando día tras día y poco a poco que cada mañana mamá la dejaba en «el cole» y se iba (para luego volver). Intentamos hablar del cole todos los días, nombramos el nombre de su tutora y el de cada niñx y cada vez que lo hacemos se pone contenta y cuando ve la mochila que le cosí la coge y corre a la puerta de casa gritando «coleeee». La entrada es tranquila, incluso va andando ella sola hasta el aula, aunque también hemos tenido algún retroceso.

El problema viene cuando siente que me voy, ahí comienza a desencadenarse la ansiedad de separación y es cuando sigo el ritual acordado: «Mírame a los ojos corazón, que te voy a decir algo importante: Mamá se va a trabajar. Te vas a quedar ahora con Maite y los amigos y volveré a recogerte después de la siesta ¿te acuerdas? ¿Quieres que cantemos la canción de despedida?». Normalmente mi hija contesta con un «Yiiii» y tras cantarla, nos despedimos con la mano.

El miércoles comienzo a currar tras casi dos años sin hacerlo y sé que ese día me derrumbaré. Todavía no he soltado ni una lágrima y sé que retener emociones no es sano, pero supongo que se debe a que tengo una barrera de frialdad en mi corazón que se mantiene intacta para aparentar seguridad y felicidad frente a mi hija y de este modo acompañarla como mejor se me ocurre en su ansiedad de separación. Sí tuve muchos días insomnio y estrés nocturno pero de momento ni una lágrima.

Imagen de Patricia Metola

Imagen de Patricia Metola

Para afianzar lo que ya llevamos trabajado y mejorar nuestras separaciones respetuosas, tengo en cuenta los siguientes ocho puntos, que añadidos a los de la entrada anterior nos están dando buenos resultados. Espero que os ayuden a vosotrxs también:

  • Dejar un objeto de seguridad al niñx. En el libro «Separarse de los padres sin lágrimas» que os comentaba, hablan de «la pulsera mágica», una que contiene todos los besos y abrazos de mamá para que cuando se sienta insegurx o triste se la toque y sienta el amor mágico que contiene. En esta línea, también podemos dibujar una cara sonriente en la palma de la mano de nuestrx hijx para que al mirarla se ponga contentx, o plantarle un beso en la mano también y cuando necesite nuestro cariño se la acerque a la cara para que el beso salte mágicamente a su mejilla. Todo esto puede formar parte del ritual de despedida y si se hace justo  antes de separarnos, mejor que mejor.
  • Intentar evitar el cambio de brazos. Siempre que os vayáis es mejor que el bebé esté en el suelo jugando o en los brazos del cuidador/a. Ya es bastante doloroso separarse de su madre o padre como para que encima sienta que le están arrancado de los brazos de quien más le quiere.
  • Ser claros a la hora de anunciar la vuelta. Lxs bebés no son conscientes del paso del tiempo y para ellxs es complicadísimo diferenciar entre «un ratito» o «un par de horas»… Mucho mejor es explicarles que volverás cuando se despierte de la siesta, por ejemplo.
  • Anticipar la despedida. Es bueno contarles de antemano lo que va a ocurrir. En mi caso, llevo a Zoe a su escuela infantil en coche y durante el trayecto le voy diciendo lo que ocurrirá para que no le pille de nuevas. Esto resta pánico a la situación ya que le suena lo que ocurre porque su madre se lo ha explicado con antelación.
  • Otro dato importante es mantener la mirada cuando les explicamos que nos vamos. Un ejemplo podría ser éste: «Zoe, mirame a los ojos que te voy a decir algo importante: me voy a trabajar y volveré después de tu siesta ¿te acuerdas? Pásalo bien con los amigos, mi cielo. Luego me lo cuentas ¿vale? ¡Adiós!»
  • No alargar mucho el momento del adiós. La despedidas ya son dolorosas de por sí, así que lo ideal es hacerlas cortas pero sin prisas, con seguridad y alegría. Una vez se desencadena la ansiedad de separación, ésta va en aumento, por lo que si no es posible quedarnos el tiempo necesario para que nuestrx hijx se calme del todo, lo mejor es cortar la situación de despedida y desaparecer. Duro, pero menos de lo que podría ser si salimos del aula cuando el pánico ya haya estallado.
  • Nunca retrasarse en la recogida. Cuando un/a niñx se acostumbra a recibir a su madre tras la siesta y ésta un día no aparece, el pánico puede desencadenarse. Por ello es importante que la rutina se mantenga lo menos flexible posible.
  • Normalizar el reencuentro. Una de las cosas que por naturaleza solemos hacer las madres y padres es llenar de besos y abrazos a nuestrx hijx al recogerle, y es que la culpabilidad es tan grande que queremos demostrarles una y otra vez que les amamos, y ellos esto ya lo saben; es más: ellxs nos quieren de manera incondicional también, hagamos lo que hagamos (fuerte, pero cierto). El caso es que si ellxs notan una exageración en nuestros sentimientos al recogerles pensarán que les estamos salvando, literalmente, de un lugar hostil y aumentará al día siguiente la ansiedad de separación. Mucho mejor es entrar relajadxs al aula y decir «¡Hola cariño, ya he vuelto! ¿Qué tal lo has pasado? Cuéntamelo todo de camino a casa». (Por supuesto sin dejar de besar y abrazar todo lo que nos dé la gana, pero ni más ni menos que de costumbre).

Pues esto ha sido todo por hoy, aunque hay infinidad de buenos consejos más al alcance de nuestra mano, en internet o libros especializados sobre el tema. Espero de corazón que el periodo de adaptación de vuestrxs peques sea lo menos traumático posible y que pronto entiendan que aunque estéis separadxs, les queréis siempre.

Por petición de algunas lectoras del blog, no quiero terminar sin mencionar algunos consejos para sobrellevar, nosotrxs lxs adultxs, nuestra ansiedad de separación. A mí personalmente me ayuda:

  • Conocer todo lo que pueda a la persona que se quedará al cuidado de mi hija en mi ausencia. El periodo de adaptación en la escuela que hemos elegido es respetuoso con las emociones de lxs adultxs también y fomenta la entrada al aula de las familias, promueven la lactancia materna, etc. Los primeros días acompañé a Zoe dentro de la escuela las horas que estuvo allí y eso me ayudó a observar a la tutora: cómo trataba a lxs niñxs, cómo les hablaba, la energía que les transmitía, cómo era su relación con mi hija… A mí me transmite una confianza que creo necesito para irme más tranquila al trabajo.
  • Pasar tiempo de calidad con Zoe. Las tardes intentad dedicarlas 100% a estar con vuestrxs hijxs. Ver cómo ríen, juegan y disfrutan a vuestro lado es sanador ¿me equivoco?
  • Pruebas gráficas. Si existe la posibilidad de que la persona responsable del cuidado de vuestrx hijx le haga alguna foto o vídeo en momentos felices dentro de la escuela, pedirle que os la envíe a través de wasap. El «no saber cómo estará» aumenta muchísimo la ansiedad y nos llenamos de paranoias. Esta opción acaba por completo con ellas.
  • Llevar al trabajo un objeto o fotografía de mi hija. La opción más sencilla es usar una fotografía reciente como salvapantallas del ordenador. Cuando estoy triste, la miro y recuerdo aquella tarde de risas y juegos compartidos y automáticamente siento felicidad.
  • Expresar las emociones. Llamar a mi pareja, a mi madre, mi hermana… personas con las que me puedo desahogar con naturalidad y contarles cómo me siento. Escribir en el blog me ayuda muchísimo a volcar y canalizar energías. (Si no tenéis blog, escribir en un papel o libreta es igual de sanador).
  • Borrar la palabra «culpa» del diccionario. Las madres (y padres, pero no sé por qué más las madres) solemos ungirnos bien en la culpa, es una palabra que acompaña a la maternidad de principio a fin y en periodo de adaptación cambiamos directamente nuestro nombre por el de culpable. Actúo según mis valores y creencias y lo hago lo mejor que sé, por lo tanto: NO SOY CULPABLE, soy responsable.

Quiero terminar con algo que oí hace poco y me dio mucho que pensar: Los bebés son seres altamente adaptables, acaban adaptándose a cualquier situación y entorno y son capaces de ser felices en cualquier lugar. Con esto digo que (para bien o para mal) nuestrxs bebés serán felices tarde o temprano en la escuela infantil y no dejarán de amarnos aunque nos separemos de ellos X horas al día. Esto no quiere decir que el impacto emocional que supone para ellxs experimentar ansiedad de separación sea inofensivo, de hecho dejará huella para el resto de su vida y en nuestra mano está, como adultxs, acompañar el proceso de la manera menos agresiva y más respetuosa posible, ¿no os parece?

El rencor o el odio son sentimientos de los que carecen nuestras criaturas, sin embargo de amor incondicional tienen excesos…

No dejéis de contarme cómo habéis gestionado la ansiedad de separación en vuestros hogares, me encantará saberlo. Abrazos a raudales. 

La Canción de la Semana #3 – Aina (Cantando A Mamá)

Antes de ser madre, fui tía y también cantaba canciones. De vez en cuando cogía la guitarra y surgían de mi cabeza letras y melodías cuando compartía momentos con mi familia. Así que un día, en el verano de 2009, mientras mi sobrina Aina jugaba a descubrir sus manos y pies en el porche de la casa de mis padres, escribí esta canción:

Imagen de Pajarito Pinzón

Imagen de Pajarito Pinzón

AINA

Miro el cielo azul aquí, en el campo,
juego con mi pie y encuentro una mano.
¡Qué interesante éste papel que me he encontrado!
Sigo el ritmo que estás cantando.

No sé… difícil para mí decir que soy feliz sin hablar.

Me divierto con mirar a cualquier perro.
Juego otra vez con tu rizo del pelo.
¡Qué fresquita el agua en el chalet de los abuelos!
¡Qué bonito es el botón de tu chaleco!

No sé hablar, pero da igual: mi mami entiende bien lo que yo quiero

Me lo paso yo muy bien con mucha gente.
Me duele la boca otra vez ¡ya tengo otro diente!

No sé… qué raro es aprender la vida en general…

…Me gusta ese color…

…¡Qué nueva sensación!…

Todos los bebés son buenos

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by The-Silver-Flame

Corregidme si me equivoco, pero, ¿no estáis hartas de que la gente, al mirar a vuestro bebé os pregunte cosas como esta?: «¿Es buenx?» «¿qué tal se porta?» «¿Te da buena noche?» «¿Da mucha guerra?»... A mí me lo han dicho infinidad de veces, y en mi torpeza verbal y déficit asertivo la mayoría de veces he contestado con una sonrisa complaciente y un «la verdad es que es muy buena». Pero, ¿qué bebé es malo? Los seres humanos nacemos puros, vírgenes de todo concepto positivo o negativo, somos puro instinto exento de juicios. Los bebés no son buenos ni malos, sólo son bebés y se comportan según lo que espera de ellos la naturaleza.

  • Si llora es porque te necesita y no conoce otra vía de comunicación diferente.
  • Si tira cosas al suelo (comida, juguetes, objetos de valor para un adulto) demuestra que está aprendiendo cosas como cerca y lejos o arriba y abajo; y poniendo a prueba su fuerza.
  • Si se despierta cada 3 horas y solo se consuela a tu lado o con tu pecho es porque junto a ti se siente segurx y su reloj biológico funciona a las mil maravillas.
  • Si tiene «rabietas» significa que está transitando diferentes emociones que todavía no sabe canalizar y necesita de tu sostén y paciencia para sentirse segurx.
  • Si te dice «tonta», lo más probable es que quiera explicarte que no le entiendes y su limitado lenguaje sólo le permite mal-insultar en un momento dado.
  • Si se pasa el día saltando, corriendo, cantando, gritando, jugando y pocas veces  está tranquilx y sentadx, quizás sea porque es un/a niñx y nada más.

Un bebé es altamente competente (como diría el pediatra José Maria Paricio) y viene al mundo a sobrevivir, el pretender encasillarlo en la maldad solo hace de los adultos personas ignorantes y crueles. Los bebés no pueden manipular, sencillamente no saben, su cerebro no está preparado biológicamente para una función tan racional. Los malos, los de la «mente sucia» son los adultos que creen que un bebé puede actuar en voz del mal.

Todos los bebés son buenos porque todos ellos son bebés.

¿Utilizáis alguna respuesta inteligente para contestar sobre este tema? Me encantaría apuntármela para la siguiente.  

Sabemos cómo se hacen los bebés: ¡cantando!

Quería dedicar un post a la concepción. Ese día en el que un acto cotidiano puede convertirse en algo extraordinario… Y hablo de una pareja estable o no, pero que se desea, o que tienen deseos en común. Hasta hace poco se pensaba que de los 400 millones de espermatozoides que se proyectan hacia la vagina en una eyaculación, solo uno conseguiría alcanzar el óvulo y fecundarlo. Ahora se sabe que no es una carrera para ver quién gana, sino un trabajo en equipo altamente competente, ya que varios cientos de miles lo alcanzan y, aunque solo uno lo fecunda, el resto ayuda a bajar el óvulo hasta la cavidad uterina donde se asentará durante 40 semanas aproximadamente. Sin la ayuda de todos ellos quizás nos hubiéramos extinguido hace tiempo.

Pero volviendo al tema en cuestión, cuando dos personas de desean, se abrazan y entrelazan sus cuerpos, se funden en uno y… es un placer, tanto que da para muuuuuchas canciones. Y es que hace tiempo que no cantamos en el blog, así que aquí traigo una pequeña recopilación de «canciones de cama» que os pueden interesar.

La primera es una canción que viene al pelo. Este hombre me encanta, su guitarrita, su voz quebrada, los coros, el cajón… nadie iguala a Kiko Veneno, y su último disco tiene temas bonitos de verdad. Uno de ellos es éste que habla de sensaciones que todxs conocemos… Totupan Ahí va:

La siguiente canción la canta una de las voces más especiales que conozco, una artista que ha formado parte de mi vida mucho tiempo, la inigualable Björk. Ella es capaz de hacernos creer que dos máquinas pueden amarse, porque (todo está lleno de amor) All is full of love

Para terminar os dejo este clásico de El último de la fila. ¿Quién no ha pensado alguna vez «lo nuestro no es un amor perfecto pero tampoco Los Ángeles no tienen hélices«?. Pues eso, el deseo no se puede ocultar.

Espero que os haya inspirado un poquito. ¡Hala! A retozar que son dos días.

Helado de «teto»

Estos días en que el calor sofocante parece haberse instalado sin permiso en nuestros hogares de una forma aplastante, Zoe demanda muchísimo pecho. Necesita hidratarse más que de costumbre y anda todo el día persiguiéndome por casa gritando «teto», «mamá, teto». Desde siempre hizo masculina a la teta y le colocó una «o» al final, solo ella sabrá por qué. El caso es que el otro día me puse a hacer helados caseros para los adultos de la casa con soja y chocolate ecológico, y al colgar una foto en instagram, mi amiga Mariadelmar de Siénteme Crianza me recordó la brillante idea que ya había escuchado y leído años atrás en diferentes blogs maternales: ¿Por qué no hacer un helado con mi propia leche y ofrecérselo a mi hija?

En casa no tengo sacaleches, así que me dispuse a ordeñarme de manera manual. Al verme hacerlo, Zoe en seguida señalando mi pecho dijo «tetoooooo», así que me la puse al pecho que me quedaba libre y de esta forma las dos contentas: ella mamando y yo ordeñándome el otro pecho del que fluía la leche mucho mejor con la estimulación del contrario.

Al cabo de los días este ha sido el resultado: Un rico helado de teto.

la foto 1 Y Zoe encantada con la leche de su madre en formato sólido, bien fresquita para aliviar el dolor de la dentición que ahora además está en pleno auge con el nacimiento de los incisivos laterales. Al principio daba besitos al helado, pero en cuanto ha reconocido el sabor lo ha lamido y relamido como los mayores mientras declamaba un «mmmmmmm» de puro placer.

No lo dudéis ni un minuto, si queréis refrescar a vuestrxs bebés de forma sana y natural ofrecerles helados de vuestra cosecha propia. Yo repetiré la experiencia seguro. ¡Les encanta!

la foto 2

La maldición «cantajuega» ataca de nuevo

Recuerdo un verano infernal en el que en casa de mi madre, mi sobrina la mayor, se pasaba el día delante de la tele viendo los cantajuegos. Las canciones invadían mi cabeza día y noche, ya que incluso en sueños sonaban sin cesar como una cadena martilleante. No había descanso.

Siempre dije, «yo a mi hija nunca le pondré a ver los cantajuegos», hasta que fui madre y un día no se me ocurrió nada mejor que sentarla frente a la tele y darle al «play». No me preguntéis por qué, porque ni yo lo sé. Quizás fue un día en el que necesitaba 10 minutos de espacio vital, o uno en el que se presentaron las tres de la tarde y la comida estaba aún sin hacer, o… vete tú a saber. El caso es que ahí estaba mi hija, en silencio, extasiada ante tanto color imposible, absorbida por la cutrísima puesta en escena y enganchada a las melodías infernales.

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Sólo la portada del DVD ya da miedito… Esos jóvenes mal uniformados en donde ni el peto que llevan es del mismo color, metidos dentro de una tele, rodeados por cuatro dibujos feos (entre ellos el Ratón que compra con mucho dinero los dientes de los niños buenos y obedientes), todo ello sobre un fondo amarillo degradado chillón y coronado por las letras multicolor que muy difícilmente vienen a escribir CANTAJUEGO. ¡Uf!

Estos vídeos de juegos musicales, no son otra cosa que un invento más para aparcar a lxs niñxs frente a la tele 20 minutos. Y es que un bebé de 14 meses (que son los que tiene mi hija) no es capaz de asimilar tanta excitación y sobre estimulación junta, e intenta procesar con su ajetreado cerebro sin apenas pestañear lo que esos adultos disfrazados de… ¿niños-granjeros-con-chistera? le intentan decir cantando. De esta manera no rechista durante ese tiempo y permite a su madre desconectar.

Pero, ¿no resultará perjudicial para ella? Evidentemente, bueno, bueno, no es. De hecho las veces que le he puesto el vídeo, ha estado mucho más inquieta, al igual que si vemos la tele antes de acostarnos y nos tragamos toda la publicidad o vamos a comprar a Carrefour en hora punta. Cualquier sobre estimulación es negativa para nuestros bebés.

Por suerte existen alternativas. A mi hija le encanta cantar y le encantan los juegos, y a mi me encanta desconectar de vez en cuando y sentirme sola. Lo reconozco, yo necesito mi espacio sin Zoe (aunque sea 10 minutos para asearme tranquila).

El caso es que existen otros vídeos mucho más educativos y menos agresivos que los cantajuegos. Hablo de los Juegos de Rimas de Dedos de Tamara Chuvarosky. Los destinatarios reales de los vídeos son los padres y madres que deben aprenderse las rimas para luego enseñárselas al bebé. Yo me las he aprendido todas y muchas veces aprovecho para jugar con Zoe y se lo pasa genial. Además favorecen el lenguaje y la motricidad en los más pequeños y ante todo sirve como encuentro entre niñxs y adultos. Sólo tengo el primer DVD pero espero hacerme con el resto en algún momento porque para mí ha sido todo un descubrimiento. También podéis encontrar muchos vídeos en youtube, como éste y aprenderos las rimas poco a poco:

Los juegos están separados además por estaciones del año, de manera que si en primavera vemos una abeja polinizar las flores podemos hacer «Zen, Zen, Zen, abejita ven. Ve de flor en florecita, trae miel a la casita», o si en invierno nos deslizamos por la nieve quizás nos apetezca contar la rima de Pancho, Pincho y Moncho…

Reconozco que para encontrar mi espacio, recurro al video directamente en la tele, que como hemos dicho no es ideal, pero seguro que es mil veces peor recurrir a los Cantajuegos.

¿Conocéis algún otro recurso no agresivo donde el juego y las canciones capturen por un ratito la atención de nuestros bebés? Me encantará saberlo.

Nuestra exclusividad llega a su fin

Ando un poco desconectada últimamente, como habéis podido comprobar. De hecho, se han borrado los widgets laterales donde aparecían las insignias de mi blog y no he tenido un momento para restaurarlos.

Esta apatía se debe a que mi periodo de excedencia termina en septiembre y ando buscando un lugar donde cuiden a Zoe las horas que yo perderé metida en una oficina. Igual alguna de las lectoras se encuentra en la misma situación. He de decir que he pasado un mes lleno de ansiedad por este tema: He dormido fatal, he estado súper susceptible y casi no he sonreído ni un instante. Mi hija ha notado todo esto y ha empezado a morderme el pecho al mamar, lo cual se ha traducido en más ansiedad por mi parte.

¿Por qué me tengo que separar 7 horas al día de mi hija, cuando ésta no tiene ni 2 años? ¿Por qué he tenido que elegir entre criar a mi hija hasta ahora o recibir un dinero para sustentar a mi familia? ¿Por qué hemos tenido, mi pareja y yo que hacer malabarismos para poder subsistir hasta ahora, perdiéndose él gran parte de la infancia de su criatura?

En este país no existe una conciliación real entre la vida familiar y laboral, y miles de familias sufren día a día por ello. Otros países como Noruega o Finlandia gozan de una ley de conciliación de calidad y eso se traduce en familias felices y trabajadores motivados ofreciendo un alto rendimiento a las empresas.

He visitado todas las escuelas infantiles públicas de 0 a 3 años de la zona en la que vivo y dos escuelas privadas también. Una jornada de puertas abiertas en una escuela infantil pública (en la Comunidad de Madrid) se puede resumir en lo siguiente:

  • Unas 40 familias metidas en un aula (en el mejor de los casos. En más de una nos hemos visto en el rellano de la escuela, quedándonos la mitad fuera) donde nos encontramos madres y padres, bebés de 0 a 3 años en carritos o portabebés y mujeres embarazadas. Todos de pie.
  • La directora del centro (o en su defecto alguna educadora) haciendo de portavoz, donde lo principal es dejar claro los plazos y documentos a presentar para ser admitido.
  • Tras quedar claras estas dudas y alguna que propongan los padres y madres, se procede a visitar la escuela.
  • Al terminar se reparten solicitudes a las familias.

A la primera jornada a la que asistí, salí casi llorando. Me imaginaba a Zoe en un lugar extraño, con una desconocida como «cuidadora» y con 13 bebés como ella llorando de terror en la misma situación y se me encogió en corazón. Pensé: me cojo otro año de excedencia como sea. En las siguientes intenté relajarme y observé a mi hija (me la llevé a todas) explorando las aulas y los patios en las visitas. Me di cuenta que le encantaba que todo estuviera a su alcance y fuera novedoso. Cuando encontraba un espejo o un juguete que le llamaba la atención me miraba y gritaba sonriendo «¡Ma-má!». Supe entonces que mi hija podría pasárselo bien en aquellos lugares pero siempre y cuando su madre estuviera cerca para compartirlo. Así que a cada reunión pregunté por el periodo de adaptación. Yo preguntaba: «¿Permitís el acceso a la madre al aula los primeros días?» y siempre me respondían de la misma inhumana manera: «No, no, no, de ninguna manera. Haceos a la idea de que van a llorar el primer día, el segundo… a veces la semana entera. Pero luego se adaptan estupendamente. Lo vais a pasar peor vosotros que ellos.» Como podéis imaginar, me quedaba muy tranquila con la respuesta…

También hice otro tipo de preguntas y estas fueron las respuestas generales que recibí:

  • Si después de la siesta algún niño se despierta llorando, ¿lo cogéis en brazos? Se intenta que no, para que no se acostumbren. ¿Y para dormirles, tampoco? No, no, aquí se les enseña a dormir solitos.
  • ¿A qué hora comen? de 11.30 a 12.30h. Si algún niño no tiene hambre a esas horas pero luego sí ¿le ofrecéis comida en otro horario? No. Todos los niños se sientan a comer al mismo tiempo y si no comen un día, ya comerán al siguiente. Enseguida cogen el ritmo, no os preocupéis.
  • Mi hija no toma leche de vaca ¿se la podéis suprimir de la dieta? Me lo tienes que justificar de forma médica. No hay ninguna cuestión médica, simplemente toma leche de su madre y no de otros animales. Yo tengo que darle leche de continuación, si no estás de acuerdo me lo tienes que justificar como te digo.

Y de este estilo, otras más. Me sorprendió muchísimo la resignación de las familias ante ciertos temas. Con el horario de recogida, por ejemplo: ¿sabíais que no puedes sacar de la escuela a tu hijx cuando te venga en gana? El horario por norma es de 9 a 16h; sí hay opción de ampliarlo (pagando 15€ más por cada media hora que pase tu hijx en el centro) pero no de reducirlo. ¡Me parece indignante! No estamos hablando ni siquiera de educación «obligatoria», sino de Escuela Infantil: un lugar donde cuidan (no «crían») a tu hijx mientras tú trabajas.

Otro dato que me pareció como menos triste es ver a mujeres embarazadas en las jornadas. La portavoz de la escuela hablaba de los casos de «no nacidos» a la hora de presentar documentación. Como no son bebés registrados, los padres deben presentar un papel del hospital acreditando la fecha probable de parto para incluirlos como solicitantes de plaza en 0-1. Y estos solicitante deben quedar escolarizados al cumplir 4 meses.

Parece que a lxs ciudadanxs nos quieran amaestrar desde el nacimiento para convertirnos rápidamente en seres maleables, sumisos, cortándonos rápidamente las muestras de afecto y apego, separándonos del placer y sometiéndonos a duras pruebas donde la dureza de corazón sea la meta a alcanzar.

A pesar de haber presentado solicitud en 2 de estas escuelas públicas, finalmente he pagado ya matrícula en una privada, donde, según especifican en sus objetivos, «acompañan el crecimiento y desarrollo integral del niño/a, respetando su evolución y recorrido, proporcionando los recursos necesarios para preservar su unidad en el proceso de su camino.» y entre otras cosas mantienen «el equilibrio y el desarrollo armónico de la personalidad en el campo afectivo-social, cognitivo y psicomotor». Porque al fin y al cabo, lo que busco en una escuela infantil es:

  1. RESPETO: a mi hija, en sus procesos de desarrollo y crecimiento, de relación con el mundo y los demás. Y a nuestra familia, en nuestra manera de criar a nuestra hija donde, según mi opinión, nadie tiene derecho a opinar y mucho menos entrometerse.
  2. AMOR: en el cuidado que transmitan a mi hija, porque su desarrollo emocional marcará en el futuro a la mujer en la que se convertirá.

Con la decisión tomada ya ando más tranquila y centrada. Ahora toca aprovechar al máximo estos últimos meses de apego exclusivo. Os dejo, ¡que me lo pierdo! 😉

La carta de reyes que escribiría un bebé

Queridos Reyes Magos de Oriente:

Este año he nacido, con lo que la más pura de la bondad corre por mis venas. Todavía me estoy acostumbrando a esto que llaman vivir y eso que ya tengo ocho meses y hago cacas de mayor. Sin embargo el Mundo a veces me supera y es que soy muy pequeña. Aún no sé hablar, ni andar, gatear me cuesta todavía un poco aunque me deslizo con facilidad reptando por el suelo. Tampoco sé lo que significa la palabra «tiempo» y mucho menos «deprisa», no sé mentir ni elaborar un pensamiento retorcido, soy muy básica. Por contra sé perfectamente cuándo alguien miente, cuándo sufre o cuándo está contento. Tampoco me quiero enrollar mucho contándoos mis descubrimientos exploratorios, que son muchos, todo el tiempo me lo paso así: probando y probando diferentes formas de explorar el mundo. Y reconozco que es muy divertido. Pero esta carta tiene como objetivo pediros cositas por navidad así que allá voy, este año me pido:

  • Una tetita siempre cerca. A ser posible la de mi madre. No solo para alimentarme, también para sentirme segura, caliente, cobijada, querida. Sin horarios, sin prisas y toda para mí. La leche que fluya con libertad y mucho amor, que ahora es lo que más necesito.
  • Más tiempo con mi padre. Estoy cansada de escuchar aquello de «no importa tanto el tiempo que estés con tus hijos como la calidad», yo quiero calidad y tiempo, las dos cosas. Y para eso pido a los gobernantes que aprueben de inmediato una ley de conciliación familiar y laboral digna de una democracia. Papá, te echo de menos.
  • Que se cuide la maternidad como se merece. En la línea del punto anterior, se debe dar el valor que tiene a la maternidad. Mi mamá para poder estar conmigo y cubrir mis necesidades más elementales (alimento, higiene, amor, vínculo…) ha tenido que cogerse una excedencia y prescindir por un año de puesto y sueldo, ya que en este País no se le da importancia que debería a la exterogestación y primera infancia.
  • Que todos los nacimientos sean sin violencia. Me entristece pedir algo así cuando debería ser algo obvio a cuidar, sin embargo España sigue siendo el segundo país más intervencionista de toda Europa en los partos en salud. Se les roba a diario el parto a miles de mujeres y el nacimiento digno a miles de bebes como yo.
  • Dormir cerquita de mamá y papá. Nada me hace sentir mejor que escuchar a papá roncar a mi lado y pegarme bien cerquita a mamá para descansar toda la noche. Con ellos me siento a salvo. Puedo crecer sin miedo.
  • Escuchar la voz de mi madre al cantar. Soy feliz cuando mamá me canta y últimamente también le canto yo, porque siento que me cuida y me comprende. El amor es recíproco.
  • Explorar el mundo líbremente. Soy un ser independiente, pequeño pero independiente. Me gusta probar siempre cosas nuevas y desde aquí os pido que mamá y papá estén cerca, pero sin interferir en mi aprendizaje.
  • Comer a mi ritmo. La comida es otro juguete más con el que aprender. Necesito tiempo para familiarizarme con cada sabor, cada textura y temperatura… pido que mi familia no se ponga nerviosa, ni tenga prisa por que termine. A veces tendré más hambre que otras o me dará por explorar un alimento a fondo y no querré otra cosa por un tiempo. También quiero dejar claro que como yo solita, no quiero que nadie meta cosas en mi boca sin preguntar. Es mi cuerpo. Es mi ritmo. Pido respeto.
  • Jugar sin fin. Es importante para mi desarrollo jugar a todas horas. Los ratos de aburrimiento son perjudiciales para mi salud. Por eso pido comprensión cuando intento jugar con objetos cotidianos y no con mis «juguetes» propiamente dichos. Quizás éstos últimos los tenga ya muy vistos, necesito material nuevo de exploración.
  • Ver a mamá y a papá siempre felices. Mis padres son mi filtro para entender el mundo y mis emociones. Si ellos sonríen yo soy feliz. Necesito canalizar muchos sentimientos que no sé expresar, por eso siempre ellos me sirven de guía.

Como veis no pido cosas difíciles de cumplir, estos deseos son bastante normales según mi pequeño punto de vista. Sería estupendo poder disfrutar de todos ellos el año que viene.

Me despido de los tres, no si antes llenaros de babas con unas cuantas pedorretas. Bbrrrrrrrrrr

Fdo. Un bebé cualquiera*

 bebé escritor

Sobre el teatro y el sufrimiento infantil

Cuando estudiaba Arte Dramático había una frase que siempre estaba presente: «Los niños son los mejores actores del mundo». Esto se debe a que cuando un niño o una niña juega, entra con facilidad en ese juego y juega «de verdad». De hecho, en Inglaterra el verbo actuar, en la jerga de la profesión, se traduce como «to play theatre» (jugar al teatro). Por otro lado teóricos de la escena afirman que un actor no debe mentir en escena sino que lo que se busca es que experimente una acción vivencial real a partir de un imaginario. Es decir, lo que hacen los niños cuando juegan.

Los cacharros de Martina

Llegados a este punto, podemos llegar a la conclusión de que los niños son los mejores actores del mundo porque no saben mentir. Está en su naturaleza, son seres incapaces de elaborar las estrategias mentales necesarias para crear una mentira. Su neocórtex no está desarrollado y por tanto son incapaces de hacerlo. A esto hay que añadir una imaginación desbordante, claro.

Los buenos actores y actrices pasan horas observando los juegos de los más pequeños para reaprender y ser creíbles en escena.

Todo esto viene a que últimamente en la blogosfera maternal se está reflexionando sobre el trato que reciben los bebés en las series de televisión o en las películas, cuando éstos aparecen llorando. Y es que, un bebé ni siquiera juega a ser creíble sino que sus acciones son producto de necesidades básicas para su desarrollo, tanto físico como mental y emocional. ¿Qué quiere decir esto? Pues que cuando vemos una escena en una serie o en una película donde un bebé aparece llorando, éste no está interpretando su papel, ni siquiera está jugando a que está triste. Simple y llanamente está sufriendo.

Llanto

Gracias a estos posts de SienteMe Crianza y Maternidad Continuum está despertando un sentimiento de sensibilización por este tema en la red. Y es que está tan normalizado el sufrimiento infantil, que asusta. Frases como «los niños lloran, no pasa nada» o amenazas del tipo «si sigues llorando, mamá se va a ir y no va a volver nunca», están a la orden del día. ¿Qué importa, entonces, que un bebé sufra en un rodaje de televisión o cine? ¿En qué piensan los padres de esa criatura cuando permiten que llore sin ser atendida? ¿Son conscientes cada uno de los adultos que en él participan del daño estructural que están creando en esas pequeñas mentes? ¿Somos conscientes del tiempo de rodaje de una escena? ¿Cuánto les dejamos llorar entonces, 10 minutos, 2 horas? ¿Somos responsables también de ello quienes vemos una y otra vez escenas como estas y no denunciamos? ¿Por qué le damos la importancia que tiene a la violencia de género, por ejemplo, y no a la violencia contra los niños?

Los y las bebés lloran porque no conocen otra forma de comunicarse con el exterior, porque nos necesitan, porque para ellos es igual de importante y vital que les demos de comer como que les demos un abrazo, porque son seres inmaduros que dependen de nosotros los adultos. A ver si empezamos a dar la talla.

Seguimos, como padres, siendo bombardeados con técnicas conductistas que violan el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos e hijas y mucha gente cree normal que un bebé llore y llore sin parar sin tener que atender ese llanto, sin acompañar ese sufrimiento.

Los niños son los mejores actores del mundo, sí. Pero recordad que es porque no saben mentir, por lo que son incapaces de manipular sus emociones y las de los demás.

Atiende su llanto, acompaña su sufrimiento y denuncia la violencia contra ellos.

photos by: Susonauta & rahego