Amor a primera vista. ¿Existe?

Seguro que habréis leído en innumerables artículos o blogs sobre maternidad que el vínculo entre madre y bebé es algo importante, casi sagrado. Por nuestra naturaleza mamífera, madre y bebé deben ser una díada para que la lactancia se lleve a cabo y se asegure la supervivencia de la especie. Además la cría humana nace «inmadura», de hecho al periodo posterior al nacimiento se le llama exterogestación, porque en cierta forma, la última etapa de desarrollo del bebé (hasta los dos años aprox.) se lleva a cabo tras el nacimiento, fuera del vientre de la madre.

Por todo ello es fundamental la NO SEPARACIÓN de madre-bebé tras el parto, para favorecer ese vínculo primario imprescindible. La abusiva medicalización del parto, así como las intervenciones de rutina según los protocolos de muchos hospitales dificultan enormemente este vínculo.

Según la escritora y feminista Casilda Rodrigáñez:

En todos los mamíferos hay una impronta o atracción de la madre hacia su cachorro que se le queda psicosomáticamente «imprimida». Se trata de un estado de simbiosos entre madre-criatura que necesariamente implica la mayor catexia libidinal de toda nuestra vida.

In the mirror

Esta impronta es lo que denominan muchas mujeres como «amor a primera vista» con su bebé. A veces esa primera mirada tras el parto, esa conexión profunda entre madre y cría a través de los ojos te hace vivir un verdadero sentimiento de enamoramiento. Te engancha, como la más dura de las drogas. Hormonas como la oxitocina o las endorfinas ayudan a que esa impronta surta efecto y hacen que tras el parto nos encontremos literalmente «en una nube».

Pero en ocasiones no es un amor a primera vista lo que siente una madre al parir a su hijo/a. A veces el vínculo tarda en producirse. Puede que sea por una separación temprana, como decía; o por un entorno poco favorable, como puede ser el hospital o la casa llena de gente (las típicas visitas) sin tiempo para profundizar en esa relación entre madre y criatura; quizás también el que exista algún problema físico, como puede ser una fuerte migraña tras la analgesia epidural o fiebre por algún tipo de infección o quizás problemas para comenzar la lactancia, dificulta esta conexión.

Yo tuve un parto cero intervenido, fue en casa y no hubo separación en ningún momento. Es cierto que aquella primera mirada me atrapó pero reconozco que el vínculo se formó más tarde. Quizás fue debido a la mastitis subclínica que padecí los primeros meses. Una mastitis que no me dejó disfrutar como hubiera deseado de esos primeros momentos de vida de mi bebé. Incluso llegué a sentir algo de rechazo porque el contacto con ella era sinónimo de sufrimiento para mí.

Con el tratamiento adecuado y sin sustituir ni una sola toma por leche de fórmula, empecé a acercarme a ella, a cogerla en brazos mientras dormía, a contemplar cada gesto, cada gorgojeo… y entre tanto la lactancia se estableció y yo me empoderé en mi rol de madre. El vínculo se dio poco a poco, de manera natural, en nuestro tiempo y nuestro espacio. Ahora vivo un romance profundo con mi hija y siento que, aunque lo nuestro no fue un flechazo, cada día crece nuestra intensa historia de amor.

¿Cuándo creaste el vínculo con tu bebé? ¿Te animas a compartir tu historia?

photo by: Pavel P.

No tengas miedo (ni siquiera en Halloween)

Esta tarde mi hija me ha dicho que le cante una canción. No sabe hablar, solo tiene seis meses y medio, pero se busca las mañas para comunicarse conmigo y creo que ha sido bastante explícita:

Zoe quiere una canción

Y como hoy es Halloween y en teoría se levantan los muertos y asustan mucho, mucho, pues he decidido cantarle esta canción que le compuse una noche que no paraba de llorar cuando era muy bebé. Espero que os sirva de nana para vuestr@s pequeñ@s cuando tenga miedo de noche. Ahí va:

NO TENGAS MIEDO

Tú tan pequeña, tanto.
Mi voz se quiebra tanto.
La luna brilla hoy desde lo alto
no tengas miedo que te canto.

Mi voz te abraza, toma mi mano.
La noche tiembla con tu llanto.

(Estribillo): Y piensa que la noche es un lugar para soñar.
Soñando tus deseos hoy se pueden realizar.
Y las estrellas, juntas, tu camino alumbrarán.
El miedo ya se va a otro lugar.

Las notas vuelan sobre tu cuarto,
son de colores, tantos.
Y ve con ellas, vuela muy alto.
No tengas miedo que estás jugando.

Mi voz te abraza. Toma mi mano.
La noche ríe con tu encanto.

(Estribillo)

Aprendiendo a comer solos

Llevo dos semanas practicando con mi hija Baby-Led Weaning (o lo que es lo mismo, alimentación complementaria a demanda dirigida por el bebé) y la verdad es que estoy alucinando con ella, nos lo estamos pasando en grande las dos. Este método fue creado por la comadrona y asesora de lactancia Gill Rapley, la cual desarrolló esta teoría sobre dejar que los bebés aprendan a comer solos mientras, como parte de un master, estudiaba el desarrollo de los bebés en relación a la introducción de sólidos. Se basa en dejar al bebé experimentar de forma libre con los alimentos complementarios a la leche, para que vayan desarrollando de manera natural habilidades psicomotrices relacionadas con la alimentación (llevarse alimentos a la boca y atinar en el agujero, masticar, mover la lengua para llevar los alimentos al fondo de la boca y finalmente tragar). Es la manera más natural de comer y además no se interfiere en el libre aprendizaje del bebé.

IMG_4187

El obligar a un bebé o a un niño a comer es sumamente perjudicial. Yo recuerdo de niña que la hora de la comida era un castigo, porque nadie me dejó disfrutar de ella con libertad. Comer era sinónimo de estarse quieta, no hablar, acabarse todo lo que había en el plato (te gustase o no), darse prisa por terminar, pelearse con tus padres, sentirse perdedora… Todo era negativo. Mis padres, mal asesorados por los pediatras utilizaban mil trucos y estratagemas para obligarme a comer. Incluso llegaron a darme biberones dormida (hasta los 5 o 6 años) para que me fuera al colegio con «algo» en el estómago.

Según el pediatra y escritor Carlos González:

¿Nunca se le ha obligado a comer? ¿Y cómo se llama entonces a enchufarle mas de medio litro de leche con cereales mientras duerme? (…) Cuando hablamos de obligar o forzar a un niño nos referimos a todos los métodos, por las buenas o por las malas. Por cierto, ¿cómo se puede esperar que tenga hambre una niña que ha tomado más de medio litro de leche con cereales mientras dormía? Seguro que no le cabe nada más.

Se me puso la etiqueta de «no come nada», era el tema de conversación cuando venían amigos de mis padres a casa, o con las vecinas, etc. Yo no comía y me lo creí. Así que cada vez que me sentaba a la mesa hacía bien mi papel y no probaba bocado.

Mis progenitores no tienen la culpa, cualquier padre o madre lo hace lo mejor que puede, el problema es que socialmente existía (y existe a día de hoy) una presión enorme para introducir sólidos a los hijos.

Hace poco fui a la revisión de los seis meses de Zoe y ya me dieron la típica hoja con las recomendaciones para la alimentación complementaria. En ella aparecen una serie de alimentos aptos para la edad de mi hija que según la pediatra debo triturar hasta hacer papillas e ir «metiéndoselas» poco a poco. Cuando metemos una cuchara en la boca de un bebé lo más probable es que nos la escupa toda fuera. Esto se debe al reflejo de extrusión que tan bien diseñado nos tiene la naturaleza. Este reflejo es un mecanismo de defensa para que el bebé no trague nada tóxico de forma accidental. Sin embargo si es el bebé el que, explorando, agarra un trozo de zanahoria y se lo mete en la boca, decidirá por sí mismo si le gusta el sabor y la textura, si lo quiere escupir, si quiere morder con sus encías algún trozo y si desea tragarlo o no. Quizás le interese saber también qué vuelo tiene por el salón, pero está en su derecho como buen explorador que es.

La alimentación complementaria, como su propio nombre indica, es complementaria a la leche materna (o en su defecto, muy en su defecto, a la leche de fórmula). Por lo que el quid de la cuestión es CONFIAR. Confiar plenamente en nuestro poder de hembras mamíferas para alimentar a nuestras crías. Nuestra leche hoy, tiene las mismas propiedades que ayer, y le alimenta igual de bien a nuestra criatura, tome sólidos o no. De esta forma podemos estar tranquilas porque nuestros bebés siempre estarán bien alimentados si seguimos ofreciéndoles el pecho a demanda.

eating is fun!

¿Cómo saber que ha llegado la hora de introducir los sólidos? Según el libro que defiende la teoría del BLW, El niño ya come solo:

Si puede sentarse solo con poca (o ninguna) ayuda, estirar el brazo para agarrar objetos y llevárselos a la boca con rapidez y precisión, y hace movimientos de masticación, es muy probable que esté preparado para empezar a explorar los sólidos. De todos modos, la señal más fiable de que el bebé está preparado es que él mismo empiece a meterse comida en la boca. Cosa que solo es posible si se le da la oportunidad de hacerlo.

Mi primer contacto con el método Baby-Led Weaning fue por una charla en Oh! La Luna a la que asistí. En ella, Eloísa, nos sacó un montón de juguetes con forma de alimentos y nos dijo «para vuestros bebés la comida no es otra cosa que un juguete más con el que aprender». Esa frase me hizo despertar y entender mucho mejor el proceso.

Si no creéis que un bebé de seis meses puede comer por sí solo y además hacerlo muy bien, no dejéis de ver este vídeo.

Cuando dejas verdadera libertad a tu bebé para explorar, cuando no interfieres en el continuum de la vida, es sorprendente observar la inteligencia y destreza de tu hija. Es un placer verla disfrutar de verdad con la comida desde el principio y súper divertido descubrir trozos de comida en su pelo, cara o ropa; ver hasta dónde llegó aquel pedazo de fruta al limpiar después… Es sanador jugar y jugar sin fin con ella. ¡Gracias pelirroja!

¿Has practicado Baby-Led Weaning con tus hijos? ¿Qué puedes compartir?

Hoy ha de ser un día inolvidable

Hoy ha sido un día más. Un día en la vida y el recuerdo. Un día con sus mismas horas. Donde ha amanecido igual que cualquier otro día y que ha anochecido sin hacerlo de forma especial. Ha sido un día de diario donde muchos han ido a trabajar como cada día, otros han acudido a clase y otros nos hemos quedado en casa porque estamos de excedencia. Hoy se han tratado los mismos temas en las noticias. La programación en los canales infantiles ha sido la misma que de costumbre. Hoy la gente ha desayunado, comido y cenado como ayer. Los metros y autobuses han pasado con la misma frecuencia, los bares y terrazas han estado igual de llenos o vacíos. Hoy muchas mujeres han parido a sus hijos. Otras muchas nos hemos despertado con sus sonrisas. Y otras tantas les han arropado y acunado hasta que se han dormido…

Pero también hoy muchas madres han sentido el mismo vacío y el mismo dolor de cada día al no poder abrazar a los suyos, a los que se fueron antes de tiempo, en su tiempo sí, pero antes de lo que esperaban ellas. Se han acordado como cada día de los hijos que no están.

Hoy es el Día Internacional de la Muerte Perinatal y Neonatal. Y aunque ha sido un día más en la vida, es importante no olvidar que existe. ¡Hagamos visibles a los invisibles!

Cartel diseñado por Ramiro Clemente y Tere Brandán. Foto extraída del facebook de Niños del Agua

Cartel diseñado por Ramiro Clemente y Tere Brandán. Foto extraída del facebook de Niños del Agua

Su nombre es…

Cada mujer vive su embarazo de forma distinta y el resto del mundo no parece entender eso cuando la bombardean con las mismas preguntas una y otra vez: «¿Sabes ya si es niño o niña?», «Pedirás epidural, ¿no?», «¿Tiene nombre la criatura?»…

A la gente le cuesta aceptar que haya personas diferentes a sí mismos, con formas de pensar diferentes, con inquietudes diferentes. Hay mujeres que no desean saber el sexo del bebé, por ejemplo, y otras que no piensan en un nombre para la criatura hasta que no ven su carita. Pero la gran mayoría se sienten presionadas por la sociedad a dar respuestas en los tiempos establecidos.

En mi caso cambié de opinión varias veces en diferentes aspectos según avanzaba mi embarazo. Primero pensé que no quería saber el sexo del bebé hasta que naciera, pero después sentí la necesidad de llamarle por su nombre incluso en mi vientre. Así que supimos que sería una niña y su nombre Zoe.

Disfrutaba imaginando a mi pequeña crecer sumergida en líquido amniótico, hacer muecas, soñar, reír, tragar, hipar, dar vueltas. Pasaba horas tocando mi tripa y mandandole energía positiva, explicándole lo mucho que la deseábamos y las ganas que teníamos de que naciera. Le decía «todo está bien aquí afuera», «te va a encantar esto, hija»…

Un día en casa me vino la inspiración y escribí esta canción (podéis escucharla a continuación):

 

SU NOMBRE ES ZOE

Si quiere da la vuelta y se esconde mirando tras sus pies,
y si se aburre hace un redoble contra la pared.
Escucha atenta conversaciones que no acaba de entender.
A veces siente que siempre hay algo más

(Estribillo)
Su nombre es Zoe.
Su nombre es Zoe.
Llamadla Zoe.
Su nombre es Zoe.

Le gusta el calor de su habitación, tan oscura.
Siempre desnuda y con imaginación sueña muda.
«¿Y si bailando salgo al exterior?» Se pregunta.
Descubrirá ella misma si hay algo más.

(Estribillo)

«¿Y si no estás? ¿Y si no hay más que mis propias dudas?
Tal vez mi mundo acabe aquí. No hay más preguntas.
Y si es así, ¿quién me cantó aquella historia de un lugar por descubrir?
¡Yo sé que está ahí!»

Cabeza abajo espera con ilusión. Empapada.
Y juega enredándose a aquel cordón. Bucles de agua.
La cuenta atrás se acerca cada vez más, nos separa.
En primavera el sol la iluminará.

(Estribillo) (bis)