¿Dónde está el Planeta Parto? ¡Y yo qué sé!

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He leído algunos libros que cayeron en mis manos durante mi embarazo y que seguro os suenan y muchxs de vosotrxs habréis leído también. Libros que «estaban de moda» en la red maternal donde me movía, escritos en muchos casos por expertos en ciertas áreas cercanas a la maternidad (ginecólogos, matronas, pediatras…), gurús en la materia en la que vivía inmersa día y noche: Iba a ser madre y necesitaba documentarme.

Seguro que a muchxs os pasa, ya seáis madres o padres primerizos, que de pronto sentís un abismo ante vosotros, «no tengo ni idea de lo que me espera», «No tengo ni idea de LO QUE SE ESPERA DE MI cuando me convierta en madre/padre». Y de esto trata este post.

Me centraré más en el papel de la mujer que dentro de poco se convertirá en mujer-madre y no tiene ni idea de lo que significa eso (obvio por otro lado, nunca ha sido madre antes) y se preocupa por «hacerlo bien». Entonces se lee todo libro sobre parto-maternidad-crianza-lactancia que cae en sus manos, o le recomienda su red maternal, o de pronto se convierte en best seller, o el cual se comenta y recomenta positivamente en redes sociales. Y de pronto comienza a familiarizarse con términos como «puerperio», «lactancia en tándem» o «planeta parto». Quiere hacerlo muy bien y visiona «partos orgásmicos» en Youtube y se empieza a dar masajes perineales con aceite esencial X y asiste a alguna sesión de hipnoparto. Además no se pierde su clase semanal de «yoga para embarazadas» y se apunta a un intensivo de canto prenatal porque ha oído que la cavidad vaginal está íntimamente relacionada con la cavidad bucal. Quiere estar preparada, quiere hacerlo muy muy muy bien.

Dejando claro que opino que la información es poder y que yo fui la primera que hizo, si no todo, buena parte de lo que cito arriba, quería añadir que muchas de las expectativas que yo misma me creé sobre mi parto-lactancia-puerperio-crianza dista mucho de lo que luego viví realmente. Y cuando lo viví me sentí en ocasiones juzgada. Juzgada por muchos a mi alrededor pero fundamentalmente juzgada por mí misma y todo lo que había leído-visionado-aprendido en los meses de embarazo. No sé si me explico. Pondré un ejemplo:

El Planeta Parto. ¿Dónde está? ¿Qué es? ¿Me fui mientras parí a mi hija? ¿hubo alguna interferencia durante el mismo para que no pudiera embarcarme en el viaje?….

Y digo yo: ¿qué más da? Parí a mi hija, me dejé llevar, tuve la suerte de decidir dónde parirla y quién me acompañaría en ese momento. Me sentí respetada en mis decisiones. ¡Pues ya está!

Con esto no pretendo dar lecciones a nadie, simplemente quería plasmar que hoy me doy cuenta de que cada mujer es única en el mundo y que no existen fórmulas universales para parir, ni para lactar y mucho menos para criar. Que si Michelle Odent dice que la presencia del padre entorpece el proceso de parto se equivoca, porque en mi caso eso no ocurrió. Que si Thomas Verny y John Kelly dicen que todo lo que nos sucede durante los nueve meses de gestación moldea nuestra personalidad, motivaciones y ambiciones significa que miles de mujeres embarazadas vivirán esta experiencia como un intento imposible de mantener un estado de equilibrio emocional constante (con la ansiedad que provoca eso, por otro lado). Que si Rosa Jové dice que no le gusta la palabra «límite» me niego a sentirme mal si en mi circunstancia personal no quiero borrarla de mi diccionario.

Y como estos, mil ejemplos más. No me arrepiento de haberme documentado, de hecho sigo leyendo sobre maternidad y crianza pero sí me queda un amargor de haberme dejado influenciar en exceso por estos gurús que en su día me señalaron con el dedo y me dijeron: «Yo conozco el secreto para hacerlo muy bien».

Hay canciones que no tienen ninguna gracia

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Hace unos días empezó a circular por internet un vídeo realizado por la XV promoción de matronas de Madrid recientemente graduadas, a través de la plataforma RegalaUnHit. Utilizando la melodía de la mítica canción Me sube la bilirrubina de Juan Luis Guerra, la hicieron suya, modificando la letra, como recuerdo de ese día tan especial.

Hasta aquí parece todo normal e incluso un bonito regalo para recordar, el problema se presenta cuando ves el vídeo y escuchas la letra (que para que no haya dudas, aparece transcrita a modo de subtítulos) y una se queda ojiplática, como poco. La canción dice cosas como:

  • «Haz esta puérpera enseguida», dejando claro que en la facultad no te enseñan a respetar los tiempos de cada mujer de parto, sino a hacer las cosas rápido en todos los casos.
  • «Niña, sube la oxitocina», sintética, claro está, para acelerar un parto cualquiera.
  • «Échale un guante a esa «dila», refiriéndose así a una mujer de parto en fase de dilatación a la que pretenden hacerle un tacto vaginal.
  • «El padre mira y se emociona, y luego el pobre se desploma», ridiculizando el papel del acompañante.

Y así una tras otra, entre muecas sobre actuadas y sonrisas burlonas. Todos bailando al rededor de una mujer de parto que nunca aparece en un espacio tranquilo donde abandonarse a su instinto.

Ante la dantesca estampa no tardaron las redes sociales y la blogosfera maternal en arder de indignación. Aquí os dejo unos ejemplos merecedores de ser leídos:

El caso es que las matronas en cuestión, se han puesto en contacto con la asociación El Parto Es Nuestro para justificar su actuación, donde dicen que «se trataba de un vídeo privado de carácter personal, nada más lejos que de ser un vídeo divulgativo» y que se hizo con carácter «absolutamente irónico, dado que nuestra meta principal es conseguir un PARTO RESPETADO en todo paritorio».

Y ahora yo me pregunto, como usuaria del sistema sanitario y madre: ¿Por qué haces un vídeo en el que desprecias a las mujeres en trabajo de parto cuando lo que defiendes es justamente un parto respetado? ¿Por qué haces ironía de tu profesión desmereciendo tu trabajo y el de las mujeres al parir a sus hijxs? ¿Qué hay de gracioso en ejercer violencia obstétrica, aunque sea «en broma»? ¿Te gusta realmente este regalo de graduación? ¿Qué le dirás a tus hijxs cuando vean este vídeo (que por cierto, sigue siendo público)? ¿Qué crees que siente una mujer embarazada al verte mofarte de ese momento único en su vida? ¿De quién fue la idea y por qué te prestaste a participar en ella? ¿Alguien se opuso o planteó otra letra más respetuosa creando verdaderamente un bonito recuerdo de graduación?

Quiero pensar que no todxs lxs residentes piensan igual, que algunx se opuso a participar en este dantesco vídeo y que todavía hay esperanzas para las mujeres que se pongan en sus manos. Quiero pensar que no ha sido más que una idea absurda de algún descerebrado inmaduro, el cual se está arrepintiendo horrores de lo que ha hecho y que necesitaba esta prueba de indignación masiva para reconducir su carrera hacia la atención respetuosa del parto…

En fin, no os pongo el vídeo porque me resulta inaceptable que aparezca dentro del blog Cantando a Mamá, esta canción no cuida lo más mínimo ni a mamás ni a bebés, por tanto me reservo que aparezca en este espacio.

Un mar de dudas al final del embarazo

En la recta final del embarazo las mujeres solemos inundarnos de dudas e inseguridades. Por muy informadas que estemos y por mucho trabajo de empoderamiento que hayamos realizado previamente, parece que al final, una neblina se alojara entre nuestra frente y el mundo que impidiera ver con claridad y fortaleza. Las dudas más frecuentes suelen ser:

Imagen de www.mamamimame.com

Imagen de www.mamamimame.com

¿Podré parir?
Estamos tan desconectadas de nuestra sexualidad y nuestros cuerpos que muchas veces no confiamos en nuestra propia capacidad para parir como mamíferas que somos. Cuando surja esta pregunta, quizás te ayude hacerte otra: ¿por qué desconfío de mi poder para parir, si las mujeres llevan pariendo al rededor de 800.000 años?

¿Y si algo sale mal?
Lo primero cuando surja esta duda es pararse y concretar. «Algo» es demasiado amplio. ¿A qué es a lo que tienes miedo? Haz una lista de todo lo que se te ocurra que «podría salir mal» y no dudes en preguntarle a tu matrona. Páginas de asociaciones con información fidedigna basada en la última evidencia científica como la de El Parto es Nuestro también pueden serte de gran ayuda. Te propongo otra pregunta: ¿por qué pienso que algo puede ir mal?

¿Cuándo sabré que el parto ha empezado?
Lo sabrás, no te quepa duda. Se puede hablar de parto propiamente dicho cuando la mujer siente contracciones rítmicas (a veces regulares) que se mantienen durante dos horas y no desaparecen cuando se relaja. Se considera parto a partir de tres centímetros de dilatación del cuello del útero. En cualquier caso: si el parto comienza y no me doy cuenta ¿por qué he de preocuparme?

¿Y si me paso de fecha?
La fecha probable de parto (FPP) es justo eso: probable. De hecho debería llamarse más bien «fecha IMPROBABLE de parto» ya que sólo el 4-5% de las mujeres paren el día asignado en las revisiones. También es importante tener en cuenta que desde la semana 37 y hasta la semana 42 se considera un parto normal, y eso son 5 semanas de margen, que no es poco. Según mi experiencia te propongo que cuando te pregunten, digas que estás de tres semanas menos de las reales, de esta forma evitarás la presión de tu entorno en lo que a FPP se refiere. Con la presión que se ejerce una misma ya tenemos más que suficiente. Cuando te surja esta duda, dale la vuelta a la pregunta y piensa: ¿Qué día elegirá mi bebé para nacer? ¿Soy capaz de abandonarme a la sorpresa?

¿Podré aguantar el dolor?
El dolor en el parto es algo en lo que pensamos las mujeres embarazadas, sobre todo al final del mismo. Si además somos primerizas, la incertidumbre es todavía mayor. En el imaginario colectivo reside la idea de que no hay nada más doloroso que un parto. Una idea equivocada desde el principio si entendemos el dolor como algo subjetivo ya que cada persona tiene una percepción distinta del mismo. Pero es que además, durante el parto hay otras muchas sensaciones (algunas muy placenteras) de las que nunca hemos oído hablar. A mí me ayudó muchísimo la lectura «El Dolor del Parto» de Verena Schmid. El dolor por un lado nos induce al cambio (de postura, de respiración…) y por otro nos conecta con nosotras mismas haciéndonos mirar hacia adentro. Es una herramienta necesaria para la transformación y forma parte de la dualidad de la vida. Te sugiero que te plantees la pregunta de esta manera: ¿Qué sensaciones acompañadas al dolor experimentaré en mi parto? O también ¿Qué se transformará en mí, si dejo pasear por mi cuerpo libremente el dolor? 

¿Y si me sucede lo mismo que la otra vez?
Una mujer que ha sufrido un parto traumático previo, o simplemente que algo se complicó en el último momento, suele tener aquello que sucedió muy presente en sus siguientes embarazos. El miedo es necesario, para mantenernos alerta y reaccionar con previsión pero no podemos dejar que se apodere de nosotras. Que te ocurra LO MISMO que la otra vez es estadísticamente imposible, así que olvida esa idea que solo te hace sufrir. Piensa que es un embarazo diferente, una criatura diferente, y sobre todo TÚ eres una mujer diferente a la que eras antes de este embarazo. También te aconsejo ir sin espectativas. Esto no quiere decir ir a ciegas, es necesario elaborar un plan de parto donde queden reflejadas tus preferencias, por supuesto; pero no te obceques en una idea porque el día del parto puedes pensar algo completamente diferente, y está bien. ¿Y si sucede todo lo contrario a lo de la otra vez? ¿Cómo nacerá estx hijx?

Como éstas, hay tantas dudas como embarazadas en el mundo y a cada una nos preocupan unas cosas diferentes. Yo recuerdo sentirme idiota, me decía a mí misma «pero toda esta mierda, ahora, ¿por qué? Si yo siempre he confiado en mi parto…». Qué difícil es abandonarse a la sorpresa, intentar dejar de controlar por un momento, y si el parto se caracteriza por algo, es que es incontrolable. Para empezar, las contracciones van y vienen sin tú poder hacer nada para impedirlo y cuando empiezan las ganas de empujar ya ni te cuento. El cuerpo tiene su lenguaje propio, va por libre y yo te recomiendo que lo dejes bailar a su manera. Su sabiduría es infinita. ¡Vas a flipar!

Cambia las preguntas en negrita por las preguntas en cursiva. No hace falta responder a ninguna de las nuevas preguntas. Sí es necesario hacértelas y la reflexión viene a continuación sin necesidad de responder.

Espero que te haya sido de ayuda este post. ¿Alguna duda que compartir?

Blessingway: Una ceremonia prenatal para mi hermana querida

Hace unos días tuve el honor de asistir al Blessingway de mi hermana, o lo que es lo mismo, su ceremonia de bendición para el parto. No tenía muy claro si compartir todo lo que allí se vivió públicamente y le pregunté directamente. Me dijo que sí, así que allá voy:

Un Blessingway no es más que una ceremonia prenatal en la que la mujer embarazada reúne a su círculo de mujeres más íntimo o con el que tiene mayor conexión y crear así un clima de energía positivo para el futuro parto. Tenéis mucha más información aquí.

En el caso de mi hermana, reunió a mujeres muy dispares, desde amigas de la infancia y mujeres de su familia hasta personas muy significativas para ella que compartieron breves momentos de su vida. Muchas de nosotras no nos conocíamos, pero todas sentimos que teníamos que estar allí y la conexión se creó desde el minuto uno. Tras recibir una preciosa invitación ilustrada por ella misma, supimos que la ceremonia sería un domingo por la mañana en su casa y se pidió expresamente que las asistentes vinieran sin hijxs, así que dejé a la pequeña Zoe con su abuelo que hizo un trabajo de niñero excelente (como era de esperar); y que trajera cada una, una cuenta de collar.

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Mi hermana me pidió con antelación que hiciera las veces de «maestra de ceremonias» así que intenté unos días antes ordenar en mi cabeza todo lo que tenía mi hermana en la suya y que me supo transmitir muy bien. La ceremonia se dividiría en cinco partes o deseos para el pequeño Hari a punto de nacer y cada una tendría su ritual específico:

Hari, espero que:

  1. No tengas miedo de…
  2. Nunca olvides a…
  3. Aprendas…
  4. Respetes…
  5. Ames…

Para cada ritual necesitábamos materiales específicos, y la noche anterior ayudé a mi hermana para tenerlo todo a punto. Los colocamos en orden de intervención según la parte en la que nos encontráramos y el tenerlos todos a la vista quedó muy bonito y misterioso.

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En el suelo dibujamos con velas rojas un corazón del que brotaban en espiral velas de color blanco. (Más tarde descubriréis el significado de tanta vela junta). Rodeamos la espiral con cojines sobre esterillas en el suelo y encima de cada cojín elaboramos a mano unas preciosas coronas de hiedra para cada una de las mujeres que acompañarían a mi hermana ese día.
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Cuando llegaron todas las convocadas comenzamos la ceremonia. Nos sentamos en círculo y para entrar en materia hicimos la relajación del útero que propone Mónica Felipe-Larralde y tras ella, empezaron las presentaciones. Para ello utilizamos la cinta de color granate que aparece en la foto de los materiales y mientras nos presentábamos, cada una se enrollaba  en la muñeca la cinta y se colocaba la corona. Al terminar pasaba el ovillo a la siguiente y así sucesívamente de forma que al final habíamos tejido entre todas una red. Pasé unas tijeras para que cortáramos los enlaces y cada una se anudara su pulsera de unión.

Una tarde, pasado el evento, una de nosotras colgó una foto de su pulsera en el grupo de WhatsApp y todas respondimos con las nuestra. Fue emocionante. Aquí os dejo una muestra:

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Y comenzaron los rituales:

  1. El primer punto o deseo para el futuro nacido era «Espero que no tengas miedo de…». A mi hermana se le ocurrió que podríamos escribir cada una con rotulador plateado o dorado en una piedra oscura un miedo nuestro que querríamos evitar para Hari. Así que nos pusimos a ello. Al terminar, salimos a la parcela para enterrar las piedras bajo un olivo. La sensación fue liberadora porque enterramos (literalmente) nuestros miedos.piedras-miedos
  2. El segundo, bajo el deseo «Espero que no olvides…», fue elegido para recordar a los bebés no nacidos, a esos seres de luz que sabemos que nos acompañarán siempre. Para ello, Sira pensó en que cada una talláramos el nombre de un bebé no nacido con un punzón en un palito de madera. Mientras esto ocurría sonaba de fondo ese quejido de canción la muerte cuando esperas vida de Rosa Zaragoza. Os podéis imaginar la carga emocional del momento. Después, cada una ató al palito un cascabel y más tarde salimos para colgarlos de las ramas de un árbol; así, cuando el viento sople, se harán presentes cada uno de ellos con el sonido del cascabel.
  3. Con el tercer ritual se pretendía que Hari aprendiera algo que nos hubiera gustado aprender a nosotras o que con el tiempo hemos visto que es un aprendizaje útil y necesario. Así que, con el deseo «Espero que aprendas…», se escogió para cada una un pedazo de tela con un agujero en uno de los extremos. En ella escribimos un aprendizaje para nosotras vital y después salimos a colgarlo del mismo árbol que los palitos. El resultado final parecía una instalación de arte moderno. Quedó precioso.ÁrbolAprovechamos aquí para hacer un descanso, tomar unos zumos, ir al servicio y ¿por qué no? hablar un rato y conocernos mejor. (Yo aproveché para llamar a mi padre y conocer detalles de la pelirroja, que curiosamente estaba dormida desde prácticamente el inicio del Blessingway). Tras el parón, continuaron los rituales ceremoniales:
  4. El deseo número cuatro tenía como enunciado «Espero que respetes…». En esta ocasión se honró al cuerpo, “Hari, esperamos que respetes tu cuerpo, como templo que recoge tu alma.”. Extendimos una tela blanca de 3 X 3 en el suelo del porche y con la ayuda de ceras de colores dibujamos todas al tiempo sobre ella. Hizo un día soleado de invierno maravilloso para pintar al aire libre.
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    Mientras esto ocurría, mi hermana entró de nuevo en la casa y preparó el momento más emotivo (en mi opinión) del día. Cuando la tela quedó multicolor y tras hacer en ella un gran corte en el centro, pasamos todas de nuevo al salón y allí nos encontramos un recipiente lleno de agua en el que flotaban flores y una silla en frente. 88fa253177387c8cd65da71ee574d1bfMi hermana entonces, dijo en voz alta: “Hari, esperamos que respetes tu origen, tu sangre, de dónde vienes. Y para honrar tu linaje, lavaré los pies de la madre que me parió” y tras esa frase se dispuso a lavarle los pies a mi madre. Mientras esto sucedía, de fondo se escuchaba Mi Columpio de Marwan (toda una Oda a la figura de la madre). 921ff85423fc6b0922bb1445a3823405IMG_4888
  5. Tras la llorera colectiva llegó el último rito del día bajo el enunciado «Espero que ames…». Mi hermana se sentó sobre un taburete en el interior del corazón hecho con velas y habló con su bebé. Le dijo que a pesar de las circunstancias en las que se encuentran, él era un hijo del amor sin dudarlo; «Hari es uno de los nombres de Vishnu, el relativo al amor. Es mi hijo, le amo y espero que ame la belleza de la vida tanto como su madre”. Tras esta introducción, cada una de nosotras nos acercamos a ella y le ofrecimos nuestra cuenta de collar, que poco a poco ella fue engarzando en un cordón de cuero color marrón. Conforme llegábamos al interior de la espiral debíamos encender una de las velas blancas que la conformaban, darle la cuenta y recibir a cambio una de las velas rojas del corazón con el fin de, llegado el momento del parto, encenderla en casa para aunar energías. IMG_4887Al acabar, mi hermana se colgó el collar con todas las cuentas engarzadas al cuello y rodeamos entre todas la espiral. “Grabemos este momento en nuestras mentes y volvamos a él el día del parto de Hari, encendamos la velita y creemos de nuevo este círculo de protección con nuestra energía”.Yo tenía un último regalo para mi hermana y mi sobrino a punto de nacer: una canción para el momento. La compuse unos días antes sin dificultad, brotó de mí la melodía y la letra como si fuera algo que no se podía decir de otra manera más que cantando. Aquí os dejo la letra y la música:

CANCIÓN PARA EL NACIMIENTO DE HARI

Siente el fuego naraja.
Mira el cielo azul.
Surge el miedo violeta.
Sigue tu corazón.

Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Hari vive en ti.
Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Vas a poder parir.

Tiende una mano abierta
justo en frente de ti.
Cúbrela con la mía
y respira feliz.

El futuro no existe.
El pasado se fue.
El presente es la fuente
que hoy bendice tu ser.

Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Hari viene hacia ti.
Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
y tú ya sabes parir.

Y la luna en el cielo
llena todo de luz.
Silba suave la brisa.
Ahora es todo quietud.

El momento se acerca.
Aquí todo está bien.
Con los brazos abiertos
mami espera tu piel.

Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Hari vino a ti.
Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
En un parto feliz.

Feliz

Tras escuchar la canción salimos todas a la calle y atravesamos la tela pintada, que representaba el cuerpo. Todas renacimos de alguna manera esa mañana de domingo. Gracias, hermana.

Espero que este maravilloso encuentro os inspire como futuras mamás para vuestras ceremonias prenatales. ¿Alguna se anima a contarnos su experiencia?

Los hombres quieren ser mujeres. Y las mujeres… también.

Rectifico el título de esta entrada y digo que algunos hombres quieren ser mujeres, porque no está bien generalizar. Y porque conozco a algún hombre que verdaderamente se siente a gusto con su condición de hombre y la vive desde el respeto hacia las mujeres en toda su plenitud, sin querer invadir nuestro espacio.

Pero por todas es conocido ese otro hombre que se pasa toda su vida ansiando vivir en sus carnes procesos puramente femeninos. Ese hombre que cuando su compañera se queda embarazada o cuando su bebé le da una patadita dentro del útero, pone cara de perrillo degollado diciendo «yo nunca sabré lo que sientes», y cuando se encuentra con un lejano amigo le dice «¡estamos embarazados!, Pariremos a finales de octubre». ¿Perdona? ¿»Estamos»? ¿»Pariremos»? No amigo, no. Lamento decirte que es ella quien está embarazada y será ella quién parirá a finales de octubre, tú no.

Parece que en este mundo dominado por el género masculino, a las mujeres no nos dejan ni siquiera ser lo que somos: mujeres. Porque el embarazo, el parto, la lactancia… son púramente femeninos, parcelas infranqueables por el hombre, por mucho que se empeñe. Y mira que se empeña. Hoy os vengo a hablar de dos vídeos concretamente, que a cual me ha dejado más perpleja:

Uno es éste de dos tipos a los que no se les ha ocurrido otra cosa mejor que someterse a un doloroso experimento a base de electrodos en el abdomen para experimentar, a lo Jackass, los «dolores de parto». Juzgad vosotras mismas.

Y visto el vídeo, me surgen varias preguntas:

  1. ¿Se puede ser más burro? Quiero decir, ¿qué necesidad hay de ponerse unos electrodos en el abdomen y recibir descargas eléctricas así como así? No entiendo hasta dónde puede llegar la estupidez humana, me sorprendo cada día.
  2. Si el experimento consistía en experimentar lo que vive una mujer de parto, ¿porqué centran el experimento en el dolor de abdómen? Un parto es mucho más que un dolor de tripa.  Si estos dos mendas pensaban que por sufrir inútilmente colocandose cables en el abdómen iban a saber lo que es parir, están muy equivocados. Parir es dolor, placer, entrega, apertura, catarsis, oxitocina, endorfinas, camino, luz, sombras, acompañamiento, reto, carrera, pausa, cansancio, fuerza, poder… pero sobre todo es amor, kilos y kilos de amor por todas partes.
  3. El que el experimento se lleve a cabo sobre una camilla y sobre la espalda, dice mucho de cómo se asisten la mayoría de partos a las mujeres. No es de extrañar que cuando las descargas eléctricas alcanzan topes importantes estos dos hombres sienten que tienen que cambiar la postura ya que ésta es la menos indicada para parir (en esto el experimento sí ha sido fiel a la realidad). Incluso uno de ellos acaba a cuarto patas.

El segundo vídeo es este otro en el que la gran marca Huggies quiere tener un «detalle» con los padres en su día. Y crea una… faja que… Bueno, verlo y ahora hablamos.

Dejando a un lado la carga emotiva, que obviamente la tiene, por aquello de que son los padres de la criatura y se emocionan, claro está; no hay que olvidar que se trata de un «artilugio» desmadrizador, que pretende, muy osadamente, experimentar las mismas sensaciones que puede llegar a tener una mujer embarazada cuando su hijx se mueve en su interior. En los textos del anuncio aparecen cosas como

  1. «El embarazo siempre fue de ellas». Y lo seguirá siendo ¿qué os habéis creído?
  2. «Para que ellos también disfruten del embarazo». ¿Es que no lo hacen ya? ¿No es suficiente ver cómo su compañera cambia fisicamente, tocarle la barriga desde fuera y sentir al bebé, ponerse cerquita y cantar una canción o llamar por su nombre al bebé…?
  3. «Permitiéndoles sentir lo mismo que sienten las mamás». No te lo crees ni tú, tururú.
  4. «Porque ellos también están embarazados». De eso nada monadas. De la misma forma que nosotras las mujeres nunca crearemos espermatozoides para eyacular sobre las vaginas de nuestras amigas o amantes, vosotros no os embarazaréis. Nunca, ni aunque os apellidéis Schwarzenegger y hagáis una peli. Nunca. Asumidlo.

En fin, que necesitaba escribir sobre esto. Que los hombres y las mujeres necesitamos vivir en plenitud, desde nuestras naturalezas, complementarias y maravillosas cada una en su parcela. Que igualdad no significa usurpamiento de la personalidad, ni significa limitar al sexo contrario sus funciones biológicas. Que igualdad significa RESPETO y cooperación. Si quieres igualarte a tu compañera cuando la ves amamantando a vuestrxs hijxs, colócale una almohada para que se sienta más cómoda o tráele un vaso de agua, ya que cualquiera de las dos cosas son fundamentales para que la lactancia se disfrute verdaderamente. De esta forma estarás participando en la alimentación de tu bebé tanto como ella. Repito, cada uno desde su condición humana natural.

No queramos ser todos mujeres, sé que mola, (a mí me mola); pero ser hombre también debe ser divertido ¿no? No sé, nunca me lo había preguntado antes. No me interesa. Me preocupo de vivir intensamente lo que soy, ni más ni menos.

 

Jugar al Candy Crush Saga en el puerperio

Recuerdo un verano, estando mi hermana de reposo en su primer embarazo por una «supuesta» amenaza de parto prematuro, que le dió por jugar al bactericida del Brain Training de la Nintendo DS de mi madre. Era una adicción enfermiza, no paraba con la maquinita, estaba todo el santo día uniendo pastillitas del mismo color una y otra vez. Incluso recuerdo algún momento en el que, tirada en el sofá, me invitó muy amablemente a que le enchufara por favor la DS en la pared que se le acababa la batería. Un día le dije, «hermana, te vas a volver tonta con tanta maquinita» y ella me contestó que ya había ciertos estudios que hablaban de que a la mujer embarazada le encoge, literalmente, el cerebro. Las dos nos echamos a reír.

Pero es cierto. El estudio en sí es este y viene a decir que durante el embarazo se multiplican las conexiones neuronales (sobre todo en la zona del hipotálamo que es la que controla las emociones) y para ello el cerebro necesita encoger. Se vuelve, digamos más productivo y básico. Por ello durante el embarazo y después en el puerperio nos cuesta a las mamás elaborar un pensamiento lógico sin carga emocional, se nos olvida la mitad de las cosas (sin importancia en este momento), o parece que no nos enteramos de nada. Porque nuestro cerebro está en «modo madre-mamífera ON». En mi caso, la última ha sido que he perdido la llave del coche hace dos días. No sé dónde la he dejado. Ha desaparecido.

Nuestra mente está a las órdenes de la supervivencia de nuestra criatura y eso consume toda nuestra atención y nos hace más inteligentes. Así de simple. No hay más.

Sin embargo sí nos ocupamos, la gran mayoría de madres de clase media occidentales, en otras muchísimas tareas que nada tienen que ver con la maternidad. Hagamos una pequeña lista de alguna de ellas:

  • Hacer el desayuno, la comida y la cena (algunas, para todos los miembros de la familia)
  • Poner lavadoras
  • Poner el lavavajillas (las que tenemos la «suerte» de tener uno. A las que no, les toca fregar los cacharros)
  • Escribir en el blog (Esto se hace con mucho placer pero nada tiene que ver con la maternidad, seamos francas)
  • Recoger juguetes (Sí, esto tampoco tiene nada que ver con la maternidad. Quizás sí jugar con esos juguetes, pasándolo bien con tu hija/o, pero desde luego no recogerlos)
  • Pasar el aspirador, barrer.
  • Fregar el suelo
  • Conducir.
  • Llamar a tu compañía de teléfono por algún problema con el fijo o el móvil (siempre pasa).
  • Limpiar el polvo
  • Limpiar los baños
  • Mirar facturas, ordenarlas, llevar un poco de control en la economía familiar.
  • Ir a hacer la compra
  • Limpiar los cristales
  • Pensar en los regalos de quienes cumplen años y salir a comprarlos (ahora los de navidad).
  • Recoger la casa (Alguien debería contabilizar el tiempo que se pasa una solamente recogiendo; acumular ese tiempo y regalárnoslo al final del año)
  • Hacer la cama
  • Trabajar fuera de casa (Las que lo hacen, además tienen que soportar estar separadas de sus criaturas 4, 6, 8 o más horas al día. Tremendo, vamos)

Como véis he hecho la lista corta, podéis ampliar lo que queráis en los comentarios, seguro que se os ocurren mil cosas más. El caso es que todo esto se hace con un cerebro encogido y preparado casi por entero a preservar la superviviencia de nuestros bebés. ¿Os imagináis el sobreesfuerzo? ¿Os imagináis la dificultad? ¿Os imagináis la carrera de fondo que supone para una puérpara preocuparse por todas estas chorradas (quitando lo de «escribir en el blog», que por supuesto no es ninguna chorrada)?

Bueno, pues el cerebro necesita descanso, y de esto trataba el post de hoy, de maneras de relajarlo como mejor se puede. Yo conozco tres maneras de relajar un cerebro de embarazada o puérpara y os las voy a contar:

  1. Enganchándoos a Gran Hermano. No hay nada mas tonto y efectivo que engancharse a un reality para no pensar en nada. ¿Me equivoco? Durante mi embarazo no hice otra cosa, me lo pasé entero con «el pelocho» y compañía. Este año parece que no hay GH, pero no os preocupéis, en su defecto vale encender la tele y poner cualquier programa del corazón. El efecto es el mismo.gran-hermano
  2. Meterse en Facebook. Aquí se piensa un poco más, sobre todo si comentas alguna publicación de tus amigos o lees algún artículo que hayan compartido, pero por lo menos no te estresas y te entretienes un montón.Captura de pantalla 2013-12-20 a las 19.11.51
  3. Jugar al Candy Crush Saga. Este es mi secreto. Viene a ser el mismo caso que el de mi hermana con el bactericida pero está más de moda. Yo lo he descubierto hace dos días (soy dura, sí) y estoy encantada. Soy feliz uniendo caramelitos y haciéndolos explotar.  Cuidado, creo que engancha más que el bactericida.

Pues lo dicho, como parece bastante improbable que nos suceda lo que a una suertuda mamífera y bloguera con un tal Brad, y si además no nos toca mañana el gordo, lo mejor  va a ser darle al Candy Crush Saga de vez en cuando. Aunque realmente hay muchas otras formas de relajar un cerebro en «Modo madre-mamífera ON». ¿Cuál os funciona a vosotras? Me encantará conocer formas nuevas. ¡Lo necesito! 😉

Hoy vuelvo a tener las manos frías

Una de las cosas que más me sorprendieron durante el embarazo a nivel físico (quitando el pelazo fuerte y brillante y la enorme curva bajo mis pechos) fue que mis manos y pies siempre estaban calientes. Yo nunca he tenido las manos y los pies calientes, y sin embargo en el embarazo notaba cómo la sangre corría más rápido y llenaba de energía cálida las puntas de mis extremidades.

manos en el embarazo

El cuerpo nos habla, nos da señales, pistas de lo que debemos cambiar o tener en cuenta. Nos cuenta historias sobre cadenas familiares que heredamos y nos avisa de los patrones de dolor y enfermedad que repetimos. Mi abuela, por ejemplo, también tiene siempre las manos frías; incluso en invierno coloca las manos sobre el radiador para entrar en calor, y no se quema.

Toda reacción física tiene un origen emocional. Muchas emociones tienen un rebote físico, porque al fin y al cabo, somos un todo y no podemos separarnos por partes, sino que cada parte (cuerpo, mente, alma) se acciona conforme la otra lo hace.

¿De dónde vendrá entonces este hielo? ¿De dónde vendrá este invierno que nos hace a muchas mujeres de mi familia sentir tanto frío en las manos?

Según El Gran Diccionario de las Dolencias y enfermedades de Jacques Martel:

Soy una persona friolera (…) si tengo una gran sensibilidad al frío. Esta friolencia frecuentemente aparece después de un suceso en que viví una separación con una persona, un animal o incluso un objeto (…) y que sé que nunca jamás volveré a tener. Vivo un gran frío porque perdí el amor, la atención, el contacto físico con el objeto de la separación. (…) Así que tomo consciencia de que necesito “más calor en mi vida”, o si se quiere, más amor, o reconciliarme con lo que me separó de lo que representaba para mí el amor.

espejo

Quizás algo de esta definición sea cierta en mi caso, no lo sé, tendría que hacer un trabajo en profundidad para aprender sobre mí misma. Pero a lo que voy con esta entrada es a que por primera vez desde que parí, vuelvo a tener las manos frías. Es como empezar a salir de este estado de puerperio y volver a encajar las piezas que se desplomaron aquel 6 de abril en esa cama, la cama donde parí a mi hija. Y no sé por qué, me da pena. Creo además que no estoy preparada, que todavía hay cosas que tratar, todavía es necesario un periodo más de adaptación, de maduración… Además, sintiendo de nuevo este hielo, veo que las cosas no han cambiado tanto, no todo lo que esperaba. Vuelvo a encontrarme con la misma Beatriz de antes cuando en realidad esa Beatriz ya no existe. No sé si me explico.

Hoy vuelvo a tener las manos frías. Pero he descubierto el antídoto hace un momento. Mi hija se ha despertado llorando mientras escribía este post y la he cogido en brazos para darle de mamar. Os juro que ha sido mágico: mis manos han entrado en calor. La he mirado detenidamente mientras volvía a coger el sueño en mi regazo y he sentido cómo mi leche fluía sin control. Mis manos recibían todo el amor de su pequeño cuerpecito y las ha calentado al momento.

Creo que mi hija es el mayor regalo de este mundo. Ha venido desde otro a sanar cada dolor, a llenar cada vacío y a calentar con su presencia cada frío rincón de mi cuerpo.

Gracias pelirroja.

Su nombre es…

Cada mujer vive su embarazo de forma distinta y el resto del mundo no parece entender eso cuando la bombardean con las mismas preguntas una y otra vez: «¿Sabes ya si es niño o niña?», «Pedirás epidural, ¿no?», «¿Tiene nombre la criatura?»…

A la gente le cuesta aceptar que haya personas diferentes a sí mismos, con formas de pensar diferentes, con inquietudes diferentes. Hay mujeres que no desean saber el sexo del bebé, por ejemplo, y otras que no piensan en un nombre para la criatura hasta que no ven su carita. Pero la gran mayoría se sienten presionadas por la sociedad a dar respuestas en los tiempos establecidos.

En mi caso cambié de opinión varias veces en diferentes aspectos según avanzaba mi embarazo. Primero pensé que no quería saber el sexo del bebé hasta que naciera, pero después sentí la necesidad de llamarle por su nombre incluso en mi vientre. Así que supimos que sería una niña y su nombre Zoe.

Disfrutaba imaginando a mi pequeña crecer sumergida en líquido amniótico, hacer muecas, soñar, reír, tragar, hipar, dar vueltas. Pasaba horas tocando mi tripa y mandandole energía positiva, explicándole lo mucho que la deseábamos y las ganas que teníamos de que naciera. Le decía «todo está bien aquí afuera», «te va a encantar esto, hija»…

Un día en casa me vino la inspiración y escribí esta canción (podéis escucharla a continuación):

 

SU NOMBRE ES ZOE

Si quiere da la vuelta y se esconde mirando tras sus pies,
y si se aburre hace un redoble contra la pared.
Escucha atenta conversaciones que no acaba de entender.
A veces siente que siempre hay algo más

(Estribillo)
Su nombre es Zoe.
Su nombre es Zoe.
Llamadla Zoe.
Su nombre es Zoe.

Le gusta el calor de su habitación, tan oscura.
Siempre desnuda y con imaginación sueña muda.
«¿Y si bailando salgo al exterior?» Se pregunta.
Descubrirá ella misma si hay algo más.

(Estribillo)

«¿Y si no estás? ¿Y si no hay más que mis propias dudas?
Tal vez mi mundo acabe aquí. No hay más preguntas.
Y si es así, ¿quién me cantó aquella historia de un lugar por descubrir?
¡Yo sé que está ahí!»

Cabeza abajo espera con ilusión. Empapada.
Y juega enredándose a aquel cordón. Bucles de agua.
La cuenta atrás se acerca cada vez más, nos separa.
En primavera el sol la iluminará.

(Estribillo) (bis)