Sobre el Proyecto MaMi

Ayer tuve la suerte de poder asistir a la presentación del Proyecto MaMi, un interesante espacio para la Música, la Armonía, la Materpaternidad y el Intercambio, donde tres mujeres conjugan a la perfección sus disciplinas y las ponen en marcha con un objetivo común: hacer a las familias más felices.

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Canto Prenatal, Musica in Culla y Musicoterapia son las disciplinas que Carla Navarro, Bianca Albezzano y María Martínez-Gil Vázquez trabajan y entrelazan en este proyecto que a mí personalmente me ha enamorado.

La intención, como bien explican ellas mismas, «es crear un espacio que abarque desde la etapa prenatal y primera infancia en adelante. Donde utilizar la música como herramienta de comunicación e intercambio para desarrollar la calidad de vida y el bienestar.» Y para ello desarrollan «dos vertientes en las cuales la inmersión en el contexto sonoro-musical se realiza de manera natural y respetuosa con el individuo: el aprendizaje musical y la terapia musical.

Por un lado, el Canto Prenatal fortalece el vínculo madre-bebé utilizando los recursos psicocorporales como herramienta de autoexperimentación de la voz y el cuerpo en la etapa prenatal. La criatura recibe masajes internos por la vibración de la estructura ósea de la madre al cantar, esto añadido a la liberación de endorfinas que ambos cuerpos producen (el de quien canta y el de quien escucha) proporcionando bienestar y seguridad tanto al bebé como a la madre. Al mismo tiempo el padre puede generar también vínculo con la criatura mucho antes de nacer, ya que el bebé discrimina sonidos a partir de la semana 24 de gestación y fácilmente podrá reconocer la voz del papá cuando éste nazca. Carla, explicó en la presentación algo que me parece un acierto dentro del proyecto, y es que cada familia compone durante el proceso una «canción de bienvenida» que será única en cada caso y a la que pueden recurrir ahora y en el futuro.

La Musica in Culla (Música en la cuna) abarca del nacimiento a los 36 meses de vida, y basa su metodología en la Learning Music Theory del investigador estadounidense E.E. Gordon, teoría que nace de la observación de la naturalidad del aprendizaje del lenguaje verbal en la primerísima infancia. Por tanto logra un acompañamiento en el aprendizaje verbal hasta el aprendizaje musical de los bebés a través de propuestas melódicas y rítmicas. Las madres y padres son además sujetos activos de las dinámicas y participan de igual modo en el desarrollo motor y sonoro de sus pequeños.

Finalmente la Musicoterapia está presente en este proyecto como un proceso sistemático y creativo de exploración y expresión. Aquí se trabajan las áreas cognitiva, emocional y social afectiva, utilizando la música en vivo. Con ella se pretende mejorar la calidad de vida de las personas que acuden a las sesiones, tanto niños como adultos.

Este proyecto está creado y coordinado por Afinarte escuela de música y baile, Espacio Musicoterapia y Canto Prenatal Madrid. Y juro que no me llevo comisión al promocionarlo en Cantando A Mamá, es simplemente que creo en él y me parecía obligado hablaros del mismo en este espacio. Espero que les vaya fenomenal en su empeño por cambiar el mundo desde el respeto a las familias, la escucha y el amor por la música.

Nuestra exclusividad llega a su fin

Ando un poco desconectada últimamente, como habéis podido comprobar. De hecho, se han borrado los widgets laterales donde aparecían las insignias de mi blog y no he tenido un momento para restaurarlos.

Esta apatía se debe a que mi periodo de excedencia termina en septiembre y ando buscando un lugar donde cuiden a Zoe las horas que yo perderé metida en una oficina. Igual alguna de las lectoras se encuentra en la misma situación. He de decir que he pasado un mes lleno de ansiedad por este tema: He dormido fatal, he estado súper susceptible y casi no he sonreído ni un instante. Mi hija ha notado todo esto y ha empezado a morderme el pecho al mamar, lo cual se ha traducido en más ansiedad por mi parte.

¿Por qué me tengo que separar 7 horas al día de mi hija, cuando ésta no tiene ni 2 años? ¿Por qué he tenido que elegir entre criar a mi hija hasta ahora o recibir un dinero para sustentar a mi familia? ¿Por qué hemos tenido, mi pareja y yo que hacer malabarismos para poder subsistir hasta ahora, perdiéndose él gran parte de la infancia de su criatura?

En este país no existe una conciliación real entre la vida familiar y laboral, y miles de familias sufren día a día por ello. Otros países como Noruega o Finlandia gozan de una ley de conciliación de calidad y eso se traduce en familias felices y trabajadores motivados ofreciendo un alto rendimiento a las empresas.

He visitado todas las escuelas infantiles públicas de 0 a 3 años de la zona en la que vivo y dos escuelas privadas también. Una jornada de puertas abiertas en una escuela infantil pública (en la Comunidad de Madrid) se puede resumir en lo siguiente:

  • Unas 40 familias metidas en un aula (en el mejor de los casos. En más de una nos hemos visto en el rellano de la escuela, quedándonos la mitad fuera) donde nos encontramos madres y padres, bebés de 0 a 3 años en carritos o portabebés y mujeres embarazadas. Todos de pie.
  • La directora del centro (o en su defecto alguna educadora) haciendo de portavoz, donde lo principal es dejar claro los plazos y documentos a presentar para ser admitido.
  • Tras quedar claras estas dudas y alguna que propongan los padres y madres, se procede a visitar la escuela.
  • Al terminar se reparten solicitudes a las familias.

A la primera jornada a la que asistí, salí casi llorando. Me imaginaba a Zoe en un lugar extraño, con una desconocida como «cuidadora» y con 13 bebés como ella llorando de terror en la misma situación y se me encogió en corazón. Pensé: me cojo otro año de excedencia como sea. En las siguientes intenté relajarme y observé a mi hija (me la llevé a todas) explorando las aulas y los patios en las visitas. Me di cuenta que le encantaba que todo estuviera a su alcance y fuera novedoso. Cuando encontraba un espejo o un juguete que le llamaba la atención me miraba y gritaba sonriendo «¡Ma-má!». Supe entonces que mi hija podría pasárselo bien en aquellos lugares pero siempre y cuando su madre estuviera cerca para compartirlo. Así que a cada reunión pregunté por el periodo de adaptación. Yo preguntaba: «¿Permitís el acceso a la madre al aula los primeros días?» y siempre me respondían de la misma inhumana manera: «No, no, no, de ninguna manera. Haceos a la idea de que van a llorar el primer día, el segundo… a veces la semana entera. Pero luego se adaptan estupendamente. Lo vais a pasar peor vosotros que ellos.» Como podéis imaginar, me quedaba muy tranquila con la respuesta…

También hice otro tipo de preguntas y estas fueron las respuestas generales que recibí:

  • Si después de la siesta algún niño se despierta llorando, ¿lo cogéis en brazos? Se intenta que no, para que no se acostumbren. ¿Y para dormirles, tampoco? No, no, aquí se les enseña a dormir solitos.
  • ¿A qué hora comen? de 11.30 a 12.30h. Si algún niño no tiene hambre a esas horas pero luego sí ¿le ofrecéis comida en otro horario? No. Todos los niños se sientan a comer al mismo tiempo y si no comen un día, ya comerán al siguiente. Enseguida cogen el ritmo, no os preocupéis.
  • Mi hija no toma leche de vaca ¿se la podéis suprimir de la dieta? Me lo tienes que justificar de forma médica. No hay ninguna cuestión médica, simplemente toma leche de su madre y no de otros animales. Yo tengo que darle leche de continuación, si no estás de acuerdo me lo tienes que justificar como te digo.

Y de este estilo, otras más. Me sorprendió muchísimo la resignación de las familias ante ciertos temas. Con el horario de recogida, por ejemplo: ¿sabíais que no puedes sacar de la escuela a tu hijx cuando te venga en gana? El horario por norma es de 9 a 16h; sí hay opción de ampliarlo (pagando 15€ más por cada media hora que pase tu hijx en el centro) pero no de reducirlo. ¡Me parece indignante! No estamos hablando ni siquiera de educación «obligatoria», sino de Escuela Infantil: un lugar donde cuidan (no «crían») a tu hijx mientras tú trabajas.

Otro dato que me pareció como menos triste es ver a mujeres embarazadas en las jornadas. La portavoz de la escuela hablaba de los casos de «no nacidos» a la hora de presentar documentación. Como no son bebés registrados, los padres deben presentar un papel del hospital acreditando la fecha probable de parto para incluirlos como solicitantes de plaza en 0-1. Y estos solicitante deben quedar escolarizados al cumplir 4 meses.

Parece que a lxs ciudadanxs nos quieran amaestrar desde el nacimiento para convertirnos rápidamente en seres maleables, sumisos, cortándonos rápidamente las muestras de afecto y apego, separándonos del placer y sometiéndonos a duras pruebas donde la dureza de corazón sea la meta a alcanzar.

A pesar de haber presentado solicitud en 2 de estas escuelas públicas, finalmente he pagado ya matrícula en una privada, donde, según especifican en sus objetivos, «acompañan el crecimiento y desarrollo integral del niño/a, respetando su evolución y recorrido, proporcionando los recursos necesarios para preservar su unidad en el proceso de su camino.» y entre otras cosas mantienen «el equilibrio y el desarrollo armónico de la personalidad en el campo afectivo-social, cognitivo y psicomotor». Porque al fin y al cabo, lo que busco en una escuela infantil es:

  1. RESPETO: a mi hija, en sus procesos de desarrollo y crecimiento, de relación con el mundo y los demás. Y a nuestra familia, en nuestra manera de criar a nuestra hija donde, según mi opinión, nadie tiene derecho a opinar y mucho menos entrometerse.
  2. AMOR: en el cuidado que transmitan a mi hija, porque su desarrollo emocional marcará en el futuro a la mujer en la que se convertirá.

Con la decisión tomada ya ando más tranquila y centrada. Ahora toca aprovechar al máximo estos últimos meses de apego exclusivo. Os dejo, ¡que me lo pierdo! 😉

Cuando todos los días son San Valentín

Sabéis a qué me refiero, ¿verdad?

Mariposas en el estómago, una cara de tonta continua, pensar que el mundo es un lugar seguro y maravilloso, sentirte en conexión con el universo… ¡Exacto! Te has enamorado. Cuando te encuentras en este estado de plenitud, todos los días son «de los enamorados». Yo vivo ese momento ahora. Decidí tomarme un año de excedencia en mi trabajo para vivir mi historia de amor a tope. Disfrutando cada día de mi cachorra, de mi cría, el ser más grande que conozco en el cuerpo más pequeño. Y cada día nuestro amor crece, llena el ambiente de color naranja, crea raíces más profundas en nuestros corazones, cubre cada hueco vacío que se encuentra…

Dicen que el amor de/por un hij@ es algo indescriptible, «otra cosa», va más allá, está fuera de todo lo conocido… Yo creo que es el amor más puro, más sincero. No hay trampa. Es simple.

Te amo y punto. Te amo sin barreras. Te amo sin juicios ni prejuicios. Te amo sin condiciones. Te amo sin necesidad de recibir amor a cambio. Te amo sin sentimentalismos. Te amo con todo lo que eres y con todo lo que soy. Te amo por siempre jamás. Te amo sin dudas. Te amo sin paternalismo. Te amo entera. Te amo cada cachito. Te amo sin reloj. Te amo aquí y en todas partes, cerca y lejos. Te amo sin costumbre. Te amo libre. Te amo desde mis entrañas. Te amo a lo kamikaze. Te amo sin trampa ni cartón. Te amo sin miedo. Te amo sin cadenas. Te amo por todo lo alto y a ras del suelo. Te amo y te re-amo. Te amo sin excusas… Te amo y punto.

Para que me entendáis mejor cada día suena en mí una de mis canciones favoritas. Aquí os la dejo para que os enamoréis una y otra vez.

Para mí desde que nació mi hija, el mundo es un lugar amable donde quedarse a vivir. No voy a hacer maletas. Aquí me quedo. A tu lado. Viviendo el amor día a día. Dejándome impregnar por tu luz. Siguiéndote orgullosa de saber que elegí el mejor camino.

Te amo Zoe.

Amor infinito

¡Feliz día del amor a tod@s!

El primer amor se llama «amor de leche»

Hay tantas historias de lactancia como historias de amor. Y cada una de ellas además están protagonizadas por una mujer y un bebé distintos a otros. En cada historia hay dudas, consuelo, lágrimas, sonrisas, miedo, amor, angustia, cansancio, fortaleza, ganas, deseo, sueños, milagros, tiempo, lucha, constancia, abandono, temeridad, confianza, superación, sorpresa… y mil cosas más.

Nuestra historia de amor, o de lactancia, o de las dos, fue muy dura al principio, pero una cosa estaba clara y era mi deseo de amamantar a mi hija. Ese deseo era tan fuerte, que ni el dolor, ni el cansancio, ni las lágrimas, ni los comentarios de la gente… pudieron con él. Sufrí una mastitis subclínica casi desde el momento uno y ahora lo recuerdo como un mal sueño porque aquel dolor no podía ser real. Sin embargo lo era y sufrí mucho. Me veo a mí misma botando de dolor en la cama, tensando el cuerpo al máximo, mordiéndome la boca hasta hacerme heridas. Cada grieta en mi pezón, cada movimiento de lengua de mi pequeña al succionar, cada roce de ropa… uf! dolía, claro que dolía. Pero dolía mucho más el ver que mi deseo se iba a quedar en eso, en un simple deseo sin cumplir.

No me iba a resignar, no después de haber parido a mi hija de la forma que la parí; no después de haber imaginado tantas veces ese momento de lactancia placentera. NO.

Así que empecé un tratamiento con probióticos a los 8 días de nacer mi hija, que aún continúo (aunque con menos dosis) 8 meses después. Me puse en manos de un veterinario, sí, por ser el mayor experto en mastitis humanas de España. Y gracias a su investigación a través de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, pude tratarme completamente gratis. Gracias Juan Miguel.

Mientras tanto el tiempo pasaba, y la boca de mi pequeña crecía. Ella empezó a aprender a mamar mejor, abriendo más la boca y yo por mi parte empecé a coger maña a la hora de colocarla al pecho. La miraba, la miraba constantemente: despierta, dormida, mamando… Y empecé a amarla como se merecía. Nunca olvidaré cómo me acarciaba el costado siempre que la ponía al pecho al principio; me daba ánimos con esa caricia, sentía como me decía «gracias mamá, lo estás haciendo fenomenal». Y el dolor se fue haciendo cada vez más liviano, más soportable. La resistencia dejó paso a la aceptación y la lactancia se instauró. No sustituí una sola toma por leche de fórmula. Mi deseo se hizo realidad.

El primer amor nos puede sobrepasar porque es demasiado nuevo, desconocido, torpe, inseguro… pero con el tiempo los amores maduran, crecen, se enraizan y crean sólidas estructuras, se hacen expertos y poderosos. Los amores de leche nada tienen que ver con los dientes de leche, aunque compartan apellido. No se sustituyen por nada. Son definitivos.

Dibujo de K.M. Berggren

Dibujo de K.M. Berggren

Esta canción es un canto a la lactancia y está dedicada a todas las mujeres que desean amamantar. ¡Leche para todxs! (Podéis escucharla pinchando sobre el enlace a BandCamp)

AMOR DE LECHE

Te rodeo con mi brazo. Te aseguras de que soy yo.
Hoy mi leche se abre paso desde el mismo corazón.

Visualizas cómo late, marca el ritmo de succión.
Y ya duermes mientras pienso: poderoso es este amor.

(Estribillo): Amor del bueno, amor sin miedo,
amor de leche. Poderoso es este amor.

No lo he visto, no lo he hecho, pero sé que mi interior
desenreda la cadena que heredamos con honor.

Tú me miras, yo te mimo. Tú respiras yo suspiro.
Y aprendemos cada paso de este baile a dos tranquilo.

(Estribillo)

Cuando la sombra te atrape: respira.
Deja a tu llanto brotar al compás.
Cuando la vida atraviesa derriba todo.
Toma conciencia y vuelta a empezar.

Me acaricias el costado.
Mi otro pecho goteando.
Vas creciendo, voy creando.
Todo fluye a tu lado.

(Estribillo)

Amor a primera vista. ¿Existe?

Seguro que habréis leído en innumerables artículos o blogs sobre maternidad que el vínculo entre madre y bebé es algo importante, casi sagrado. Por nuestra naturaleza mamífera, madre y bebé deben ser una díada para que la lactancia se lleve a cabo y se asegure la supervivencia de la especie. Además la cría humana nace «inmadura», de hecho al periodo posterior al nacimiento se le llama exterogestación, porque en cierta forma, la última etapa de desarrollo del bebé (hasta los dos años aprox.) se lleva a cabo tras el nacimiento, fuera del vientre de la madre.

Por todo ello es fundamental la NO SEPARACIÓN de madre-bebé tras el parto, para favorecer ese vínculo primario imprescindible. La abusiva medicalización del parto, así como las intervenciones de rutina según los protocolos de muchos hospitales dificultan enormemente este vínculo.

Según la escritora y feminista Casilda Rodrigáñez:

En todos los mamíferos hay una impronta o atracción de la madre hacia su cachorro que se le queda psicosomáticamente «imprimida». Se trata de un estado de simbiosos entre madre-criatura que necesariamente implica la mayor catexia libidinal de toda nuestra vida.

In the mirror

Esta impronta es lo que denominan muchas mujeres como «amor a primera vista» con su bebé. A veces esa primera mirada tras el parto, esa conexión profunda entre madre y cría a través de los ojos te hace vivir un verdadero sentimiento de enamoramiento. Te engancha, como la más dura de las drogas. Hormonas como la oxitocina o las endorfinas ayudan a que esa impronta surta efecto y hacen que tras el parto nos encontremos literalmente «en una nube».

Pero en ocasiones no es un amor a primera vista lo que siente una madre al parir a su hijo/a. A veces el vínculo tarda en producirse. Puede que sea por una separación temprana, como decía; o por un entorno poco favorable, como puede ser el hospital o la casa llena de gente (las típicas visitas) sin tiempo para profundizar en esa relación entre madre y criatura; quizás también el que exista algún problema físico, como puede ser una fuerte migraña tras la analgesia epidural o fiebre por algún tipo de infección o quizás problemas para comenzar la lactancia, dificulta esta conexión.

Yo tuve un parto cero intervenido, fue en casa y no hubo separación en ningún momento. Es cierto que aquella primera mirada me atrapó pero reconozco que el vínculo se formó más tarde. Quizás fue debido a la mastitis subclínica que padecí los primeros meses. Una mastitis que no me dejó disfrutar como hubiera deseado de esos primeros momentos de vida de mi bebé. Incluso llegué a sentir algo de rechazo porque el contacto con ella era sinónimo de sufrimiento para mí.

Con el tratamiento adecuado y sin sustituir ni una sola toma por leche de fórmula, empecé a acercarme a ella, a cogerla en brazos mientras dormía, a contemplar cada gesto, cada gorgojeo… y entre tanto la lactancia se estableció y yo me empoderé en mi rol de madre. El vínculo se dio poco a poco, de manera natural, en nuestro tiempo y nuestro espacio. Ahora vivo un romance profundo con mi hija y siento que, aunque lo nuestro no fue un flechazo, cada día crece nuestra intensa historia de amor.

¿Cuándo creaste el vínculo con tu bebé? ¿Te animas a compartir tu historia?

photo by: Pavel P.