He leído algunos libros que cayeron en mis manos durante mi embarazo y que seguro os suenan y muchxs de vosotrxs habréis leído también. Libros que «estaban de moda» en la red maternal donde me movía, escritos en muchos casos por expertos en ciertas áreas cercanas a la maternidad (ginecólogos, matronas, pediatras…), gurús en la materia en la que vivía inmersa día y noche: Iba a ser madre y necesitaba documentarme.
Seguro que a muchxs os pasa, ya seáis madres o padres primerizos, que de pronto sentís un abismo ante vosotros, «no tengo ni idea de lo que me espera», «No tengo ni idea de LO QUE SE ESPERA DE MI cuando me convierta en madre/padre». Y de esto trata este post.
Me centraré más en el papel de la mujer que dentro de poco se convertirá en mujer-madre y no tiene ni idea de lo que significa eso (obvio por otro lado, nunca ha sido madre antes) y se preocupa por «hacerlo bien». Entonces se lee todo libro sobre parto-maternidad-crianza-lactancia que cae en sus manos, o le recomienda su red maternal, o de pronto se convierte en best seller, o el cual se comenta y recomenta positivamente en redes sociales. Y de pronto comienza a familiarizarse con términos como «puerperio», «lactancia en tándem» o «planeta parto». Quiere hacerlo muy bien y visiona «partos orgásmicos» en Youtube y se empieza a dar masajes perineales con aceite esencial X y asiste a alguna sesión de hipnoparto. Además no se pierde su clase semanal de «yoga para embarazadas» y se apunta a un intensivo de canto prenatal porque ha oído que la cavidad vaginal está íntimamente relacionada con la cavidad bucal. Quiere estar preparada, quiere hacerlo muy muy muy bien.
Dejando claro que opino que la información es poder y que yo fui la primera que hizo, si no todo, buena parte de lo que cito arriba, quería añadir que muchas de las expectativas que yo misma me creé sobre mi parto-lactancia-puerperio-crianza dista mucho de lo que luego viví realmente. Y cuando lo viví me sentí en ocasiones juzgada. Juzgada por muchos a mi alrededor pero fundamentalmente juzgada por mí misma y todo lo que había leído-visionado-aprendido en los meses de embarazo. No sé si me explico. Pondré un ejemplo:
El Planeta Parto. ¿Dónde está? ¿Qué es? ¿Me fui mientras parí a mi hija? ¿hubo alguna interferencia durante el mismo para que no pudiera embarcarme en el viaje?….
Y digo yo: ¿qué más da? Parí a mi hija, me dejé llevar, tuve la suerte de decidir dónde parirla y quién me acompañaría en ese momento. Me sentí respetada en mis decisiones. ¡Pues ya está!
Con esto no pretendo dar lecciones a nadie, simplemente quería plasmar que hoy me doy cuenta de que cada mujer es única en el mundo y que no existen fórmulas universales para parir, ni para lactar y mucho menos para criar. Que si Michelle Odent dice que la presencia del padre entorpece el proceso de parto se equivoca, porque en mi caso eso no ocurrió. Que si Thomas Verny y John Kelly dicen que todo lo que nos sucede durante los nueve meses de gestación moldea nuestra personalidad, motivaciones y ambiciones significa que miles de mujeres embarazadas vivirán esta experiencia como un intento imposible de mantener un estado de equilibrio emocional constante (con la ansiedad que provoca eso, por otro lado). Que si Rosa Jové dice que no le gusta la palabra «límite» me niego a sentirme mal si en mi circunstancia personal no quiero borrarla de mi diccionario.
Y como estos, mil ejemplos más. No me arrepiento de haberme documentado, de hecho sigo leyendo sobre maternidad y crianza pero sí me queda un amargor de haberme dejado influenciar en exceso por estos gurús que en su día me señalaron con el dedo y me dijeron: «Yo conozco el secreto para hacerlo muy bien».
Pero no te has planteado que quizá puedas escribir este post gracias a estar tan bien informada?
Me refiero a que todo lo que has leído te ha servido, sobre todo, según mi humilde opinión, para ahora poder emitir un juicio que, por otro lado, me parece acertadísimo.
Efectivamente, el sentido común y el instinto natural que todas las mamíferas tenemos, es la mejor receta para parir y criar a nuestros hijos y nos equivocaremos, seguro, pero por eso somos humanas y no máquinas perfectas.
La mejor receta, el amor.
No sólo me lo he planteado, Mabel, sino que defiendo la información a ultranza. De hecho en el post lo digo «la información es poder» y lo sigo defendiendo. Pero creo que hay que tener criterio propio, leer de todo y no centrarte en una sola línea y dejar que la información transite dentro de nosotras y no se instale de manera inamovible en nuestra mente.
Creo que debemos liberarnos de juicios y autojuicios dañinos, vivir sin espectativas inflexibles… dejarnos llevar y confiar en nosotras mismas porque somos más sabias de lo que imaginamos y desde luego, únicas en el mundo.
Gracias por tu comentario.