Ando un poco desconectada últimamente, como habéis podido comprobar. De hecho, se han borrado los widgets laterales donde aparecían las insignias de mi blog y no he tenido un momento para restaurarlos.
Esta apatía se debe a que mi periodo de excedencia termina en septiembre y ando buscando un lugar donde cuiden a Zoe las horas que yo perderé metida en una oficina. Igual alguna de las lectoras se encuentra en la misma situación. He de decir que he pasado un mes lleno de ansiedad por este tema: He dormido fatal, he estado súper susceptible y casi no he sonreído ni un instante. Mi hija ha notado todo esto y ha empezado a morderme el pecho al mamar, lo cual se ha traducido en más ansiedad por mi parte.
¿Por qué me tengo que separar 7 horas al día de mi hija, cuando ésta no tiene ni 2 años? ¿Por qué he tenido que elegir entre criar a mi hija hasta ahora o recibir un dinero para sustentar a mi familia? ¿Por qué hemos tenido, mi pareja y yo que hacer malabarismos para poder subsistir hasta ahora, perdiéndose él gran parte de la infancia de su criatura?
En este país no existe una conciliación real entre la vida familiar y laboral, y miles de familias sufren día a día por ello. Otros países como Noruega o Finlandia gozan de una ley de conciliación de calidad y eso se traduce en familias felices y trabajadores motivados ofreciendo un alto rendimiento a las empresas.
He visitado todas las escuelas infantiles públicas de 0 a 3 años de la zona en la que vivo y dos escuelas privadas también. Una jornada de puertas abiertas en una escuela infantil pública (en la Comunidad de Madrid) se puede resumir en lo siguiente:
- Unas 40 familias metidas en un aula (en el mejor de los casos. En más de una nos hemos visto en el rellano de la escuela, quedándonos la mitad fuera) donde nos encontramos madres y padres, bebés de 0 a 3 años en carritos o portabebés y mujeres embarazadas. Todos de pie.
- La directora del centro (o en su defecto alguna educadora) haciendo de portavoz, donde lo principal es dejar claro los plazos y documentos a presentar para ser admitido.
- Tras quedar claras estas dudas y alguna que propongan los padres y madres, se procede a visitar la escuela.
- Al terminar se reparten solicitudes a las familias.
A la primera jornada a la que asistí, salí casi llorando. Me imaginaba a Zoe en un lugar extraño, con una desconocida como «cuidadora» y con 13 bebés como ella llorando de terror en la misma situación y se me encogió en corazón. Pensé: me cojo otro año de excedencia como sea. En las siguientes intenté relajarme y observé a mi hija (me la llevé a todas) explorando las aulas y los patios en las visitas. Me di cuenta que le encantaba que todo estuviera a su alcance y fuera novedoso. Cuando encontraba un espejo o un juguete que le llamaba la atención me miraba y gritaba sonriendo «¡Ma-má!». Supe entonces que mi hija podría pasárselo bien en aquellos lugares pero siempre y cuando su madre estuviera cerca para compartirlo. Así que a cada reunión pregunté por el periodo de adaptación. Yo preguntaba: «¿Permitís el acceso a la madre al aula los primeros días?» y siempre me respondían de la misma inhumana manera: «No, no, no, de ninguna manera. Haceos a la idea de que van a llorar el primer día, el segundo… a veces la semana entera. Pero luego se adaptan estupendamente. Lo vais a pasar peor vosotros que ellos.» Como podéis imaginar, me quedaba muy tranquila con la respuesta…
También hice otro tipo de preguntas y estas fueron las respuestas generales que recibí:
- Si después de la siesta algún niño se despierta llorando, ¿lo cogéis en brazos? Se intenta que no, para que no se acostumbren. ¿Y para dormirles, tampoco? No, no, aquí se les enseña a dormir solitos.
- ¿A qué hora comen? de 11.30 a 12.30h. Si algún niño no tiene hambre a esas horas pero luego sí ¿le ofrecéis comida en otro horario? No. Todos los niños se sientan a comer al mismo tiempo y si no comen un día, ya comerán al siguiente. Enseguida cogen el ritmo, no os preocupéis.
- Mi hija no toma leche de vaca ¿se la podéis suprimir de la dieta? Me lo tienes que justificar de forma médica. No hay ninguna cuestión médica, simplemente toma leche de su madre y no de otros animales. Yo tengo que darle leche de continuación, si no estás de acuerdo me lo tienes que justificar como te digo.
Y de este estilo, otras más. Me sorprendió muchísimo la resignación de las familias ante ciertos temas. Con el horario de recogida, por ejemplo: ¿sabíais que no puedes sacar de la escuela a tu hijx cuando te venga en gana? El horario por norma es de 9 a 16h; sí hay opción de ampliarlo (pagando 15€ más por cada media hora que pase tu hijx en el centro) pero no de reducirlo. ¡Me parece indignante! No estamos hablando ni siquiera de educación «obligatoria», sino de Escuela Infantil: un lugar donde cuidan (no «crían») a tu hijx mientras tú trabajas.
Otro dato que me pareció como menos triste es ver a mujeres embarazadas en las jornadas. La portavoz de la escuela hablaba de los casos de «no nacidos» a la hora de presentar documentación. Como no son bebés registrados, los padres deben presentar un papel del hospital acreditando la fecha probable de parto para incluirlos como solicitantes de plaza en 0-1. Y estos solicitante deben quedar escolarizados al cumplir 4 meses.
Parece que a lxs ciudadanxs nos quieran amaestrar desde el nacimiento para convertirnos rápidamente en seres maleables, sumisos, cortándonos rápidamente las muestras de afecto y apego, separándonos del placer y sometiéndonos a duras pruebas donde la dureza de corazón sea la meta a alcanzar.
A pesar de haber presentado solicitud en 2 de estas escuelas públicas, finalmente he pagado ya matrícula en una privada, donde, según especifican en sus objetivos, «acompañan el crecimiento y desarrollo integral del niño/a, respetando su evolución y recorrido, proporcionando los recursos necesarios para preservar su unidad en el proceso de su camino.» y entre otras cosas mantienen «el equilibrio y el desarrollo armónico de la personalidad en el campo afectivo-social, cognitivo y psicomotor». Porque al fin y al cabo, lo que busco en una escuela infantil es:
- RESPETO: a mi hija, en sus procesos de desarrollo y crecimiento, de relación con el mundo y los demás. Y a nuestra familia, en nuestra manera de criar a nuestra hija donde, según mi opinión, nadie tiene derecho a opinar y mucho menos entrometerse.
- AMOR: en el cuidado que transmitan a mi hija, porque su desarrollo emocional marcará en el futuro a la mujer en la que se convertirá.
Con la decisión tomada ya ando más tranquila y centrada. Ahora toca aprovechar al máximo estos últimos meses de apego exclusivo. Os dejo, ¡que me lo pierdo! 😉