Jugar al Candy Crush Saga en el puerperio

Recuerdo un verano, estando mi hermana de reposo en su primer embarazo por una «supuesta» amenaza de parto prematuro, que le dió por jugar al bactericida del Brain Training de la Nintendo DS de mi madre. Era una adicción enfermiza, no paraba con la maquinita, estaba todo el santo día uniendo pastillitas del mismo color una y otra vez. Incluso recuerdo algún momento en el que, tirada en el sofá, me invitó muy amablemente a que le enchufara por favor la DS en la pared que se le acababa la batería. Un día le dije, «hermana, te vas a volver tonta con tanta maquinita» y ella me contestó que ya había ciertos estudios que hablaban de que a la mujer embarazada le encoge, literalmente, el cerebro. Las dos nos echamos a reír.

Pero es cierto. El estudio en sí es este y viene a decir que durante el embarazo se multiplican las conexiones neuronales (sobre todo en la zona del hipotálamo que es la que controla las emociones) y para ello el cerebro necesita encoger. Se vuelve, digamos más productivo y básico. Por ello durante el embarazo y después en el puerperio nos cuesta a las mamás elaborar un pensamiento lógico sin carga emocional, se nos olvida la mitad de las cosas (sin importancia en este momento), o parece que no nos enteramos de nada. Porque nuestro cerebro está en «modo madre-mamífera ON». En mi caso, la última ha sido que he perdido la llave del coche hace dos días. No sé dónde la he dejado. Ha desaparecido.

Nuestra mente está a las órdenes de la supervivencia de nuestra criatura y eso consume toda nuestra atención y nos hace más inteligentes. Así de simple. No hay más.

Sin embargo sí nos ocupamos, la gran mayoría de madres de clase media occidentales, en otras muchísimas tareas que nada tienen que ver con la maternidad. Hagamos una pequeña lista de alguna de ellas:

  • Hacer el desayuno, la comida y la cena (algunas, para todos los miembros de la familia)
  • Poner lavadoras
  • Poner el lavavajillas (las que tenemos la «suerte» de tener uno. A las que no, les toca fregar los cacharros)
  • Escribir en el blog (Esto se hace con mucho placer pero nada tiene que ver con la maternidad, seamos francas)
  • Recoger juguetes (Sí, esto tampoco tiene nada que ver con la maternidad. Quizás sí jugar con esos juguetes, pasándolo bien con tu hija/o, pero desde luego no recogerlos)
  • Pasar el aspirador, barrer.
  • Fregar el suelo
  • Conducir.
  • Llamar a tu compañía de teléfono por algún problema con el fijo o el móvil (siempre pasa).
  • Limpiar el polvo
  • Limpiar los baños
  • Mirar facturas, ordenarlas, llevar un poco de control en la economía familiar.
  • Ir a hacer la compra
  • Limpiar los cristales
  • Pensar en los regalos de quienes cumplen años y salir a comprarlos (ahora los de navidad).
  • Recoger la casa (Alguien debería contabilizar el tiempo que se pasa una solamente recogiendo; acumular ese tiempo y regalárnoslo al final del año)
  • Hacer la cama
  • Trabajar fuera de casa (Las que lo hacen, además tienen que soportar estar separadas de sus criaturas 4, 6, 8 o más horas al día. Tremendo, vamos)

Como véis he hecho la lista corta, podéis ampliar lo que queráis en los comentarios, seguro que se os ocurren mil cosas más. El caso es que todo esto se hace con un cerebro encogido y preparado casi por entero a preservar la superviviencia de nuestros bebés. ¿Os imagináis el sobreesfuerzo? ¿Os imagináis la dificultad? ¿Os imagináis la carrera de fondo que supone para una puérpara preocuparse por todas estas chorradas (quitando lo de «escribir en el blog», que por supuesto no es ninguna chorrada)?

Bueno, pues el cerebro necesita descanso, y de esto trataba el post de hoy, de maneras de relajarlo como mejor se puede. Yo conozco tres maneras de relajar un cerebro de embarazada o puérpara y os las voy a contar:

  1. Enganchándoos a Gran Hermano. No hay nada mas tonto y efectivo que engancharse a un reality para no pensar en nada. ¿Me equivoco? Durante mi embarazo no hice otra cosa, me lo pasé entero con «el pelocho» y compañía. Este año parece que no hay GH, pero no os preocupéis, en su defecto vale encender la tele y poner cualquier programa del corazón. El efecto es el mismo.gran-hermano
  2. Meterse en Facebook. Aquí se piensa un poco más, sobre todo si comentas alguna publicación de tus amigos o lees algún artículo que hayan compartido, pero por lo menos no te estresas y te entretienes un montón.Captura de pantalla 2013-12-20 a las 19.11.51
  3. Jugar al Candy Crush Saga. Este es mi secreto. Viene a ser el mismo caso que el de mi hermana con el bactericida pero está más de moda. Yo lo he descubierto hace dos días (soy dura, sí) y estoy encantada. Soy feliz uniendo caramelitos y haciéndolos explotar.  Cuidado, creo que engancha más que el bactericida.

Pues lo dicho, como parece bastante improbable que nos suceda lo que a una suertuda mamífera y bloguera con un tal Brad, y si además no nos toca mañana el gordo, lo mejor  va a ser darle al Candy Crush Saga de vez en cuando. Aunque realmente hay muchas otras formas de relajar un cerebro en «Modo madre-mamífera ON». ¿Cuál os funciona a vosotras? Me encantará conocer formas nuevas. ¡Lo necesito! 😉

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9 pensamientos en “Jugar al Candy Crush Saga en el puerperio

  1. Jo! Por fín alguien que entiende lo que tantas veces he tratado de explicar….cada vez que pongo la tele con Gran Hermano o cualquier telebasura similar el padre de mis criaturas se enciende, me dice que estoy embruteciendo mi cerebro y que cómo me puede gustar ver semejante esperpento, siempre le digo que soy totalmente consciente de la calidad nefasta de los programas que literalmente me trago pero que es algo que me apetece sobremanera cuando mis hijos están ya en los brazos de morfeo y yo por fin he terminado con las tediosas tareas que comentas en el post (al menos las primordiales, porque siempre hay algo más que hacer…), me apetece desconectarme y no pensar, y con esto lo consigo de inmediato, creo que él todavía no lo ha entendido…en fin…es lo que hay!

  2. ¡Qué bueno! Yo me pasé el embarazo enganchada a cualquier serie que echaran en Divinity. Creo que se hicieron de oro conmigo. Ví Anatomía de Grey desde el principio, Cinco Hermanos, todas las temporadas de Castle… Y capítulos sueltos de lo que echaran. Còmo echo de menos esas horas de sofá sin ataduras. Solo me hacía falta algo de picar y tener cerca un pañuelo por si la serie me ponía sensiblera.
    ¡Enhorabuena por tu blog!

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