25-N: Como mujer, en España me siento ¿libre?

Ella llora. Él sonríe y le dice que no será nada.
Ella está desnuda, se siente frágil y vulnerable.
Él mete la mano en su vagina a pesar de que ella le pide que no lo haga.
Él no la escucha. Sigue su ritmo mientras ella grita. Le duele.
Ella le exige que no la toque, que la deje en paz. Que saque la mano de su vagina. Se lo suplica. El no la escucha y le ordena que se calle.
Luego viene otro y hace lo mismo. Y otro…
Terminan. La dejan sola. Llora.
No es una violación. Está de parto.
 ¿No es una violación?
 Clara

Puedo presumir de vivir en un país libre, donde existen leyes que protegen a las mujeres para salvaguardar su integridad física y moral. Un país donde tengo derecho a voz y a voto; donde no se me discrimina por ser del sexo femenino; donde nadie más que yo tiene poder para decidir cómo vestir, a dónde asistir y con quién. Un país en el que existe libertad sexual y nadie puede recriminarme con quién mantengo relaciones, ni con cuantos hombres las mantengo, ni qué preferencias sexuales son aceptables o no que practique.

Entonces, ¿por qué me veo en la necesidad de escribir un post sobre el Día Mundial contra la Violencia hacia las Mujeres?

Podría decir que porque a día 12 de noviembre se contabilizaron 44 víctimas mortales por violencia de género en este año. / O porque me canso de ser bombardeada con publicidad, en cualquier medio, donde se muestra a la mujer como un pedazo de carne, como un objeto de deseo para el sexo contrario y nada más. Un ser sumiso y complaciente al que no le importa exponerse a tal abuso. / También podría decir que odio aguantar comentarios sexistas hacia mi hija del tipo «¡una pelirroja! la vas a tener que atar en corto.», «qué peligro va a tener», «cuando tienes una hija no te preocupas por un pene, te preocupas por todos los penes». / Porque en este país, es un hombre quien debate si una mujer tiene el poder de decidir sobre su cuerpo y su sexualidad, barajando en qué casos puede interrumpir un embarazo y en qué casos no. / También podria argumentar que los micromachismos y el amor romántico hacen estragos en las relaciones entre adolescentes, que hoy en día son un foco de violencia machista cada vez más preocupante, ejerciendo los chicos un control agobiante sobre las chicas. / O, porqué no decirlo, porque me canso de oír chistes que agreden la integridad de las mujeres. No me hacen gracia.

El año pasado ya publiqué en mi otro blog una entrada acerca de la publicidad contra violencia de género y propuse una campaña de publicidad ficticia distinta, para que empiecen a cambiar las cosas.

Pero esta vez, quiero argumentar, punto por punto, la necesidad de acabar con otro tipo de violencia hacia las mujeres. La que se ejerce en los paritorios. La que se sigue manteniendo oculta tras la frase «¿el parto?, bien gracias». Siento la necesidad de escribir un post sobre el 25 de noviembre…

  • Porque en este país «libre», dependiendo del protocolo del hospital, a una mujer no la permitirán ponerse de parto espontáneamente si pasa de una semana concreta de gestación y la inducirán con drogas sintéticas.
  • Porque en este país «libre», a muchas mujeres se les practicará la maniobra de hamilton sin previo aviso cuando acuda a monitores en su semana 40 de gestación, causándoles un dolor terrible y originando posibles infecciones a ella y a su bebé.
  • Porque en este país «libre», a una mujer (joven o adulta) tras diagnosticarle una lesión en el cuello del útero, aparentemente provocada por el virus del papiloma humano, le preguntarán sobre su vida sexual más íntima, preguntándole con cuántos hombres ha mantenido relaciones y qué prácticas son las que lleva a cabo en dichas relaciones, juzgándola y en ocasiones vejándola con insultos del tipo «viciosilla», «zorra», etc. (ejemplos reales). Sin esto tener nada que ver con el tratamiento final. Símplemente se hace por el goce que supone humillar a una mujer.
  • Porque en este país «libre», una mujer no podrá beber ni comer nada durante su trabajo de parto si el hospital al que acude tiene en su protocolo dicha tortura contemplada.
  • Porque en este país «libre», hay muchas mujeres a las que se las inmoviliza en una camilla tumbadas boca arriba durante horas en su trabajo de dilatación y parto simplemente por comodidad del personal que la asiste en el hospital.
  • Porque en este país «libre», otras tantas mujeres servirán de conejillo de indias en sus partos en salud, siendo sometidas a innumerables tactos vaginales por distintos estudiantes, fórceps didácticos u otras prácticas intervencionistas sin ningún criterio médico, sino más bien como mero «aprendizaje» para los residentes allí presentes.
  • Porque en este país «libre», no se tomarán en cuenta las preferencias de una mujer contempladas por escrito en su plan de parto, si el hospital al que asiste para parir así lo decide.
  • Porque en este país «libre», una mujer deberá soportar insultos (te has puesto muy gordita, eh?), vejaciones (cuando estabas haciéndolo no te dolía tanto, ¿verdad?), amenazas (si tu hijo muere tú serás la responsable), humillaciones (cose esto bien que una mujer nunca se sabe lo que es capaz de hacer), gritos (¡cállate!), calumnias (¿no querías parir sin epidural como las hippies, pues ahora te aguantas)… en un momento de tremenda vulnerabilidad como es su proceso de parto.
  • Porque en este país «libre», si eres mujer y estás de parto, es muy probable que te hagan una episiotomía y utilicen algún instrumental para «extraer» a tu bebé sin ni siquiera preguntarte, yendo en contra de la Ley de Autonomía del Paciente y el consentimiento informado.
  • Porque en este país «libre», cualquier mujer en su trabajo de parto puede ser agredida físicamente por la persona más grande del hospital, si ésta le hace una maniobra de Kristeller. Práctica desaconsejada por el Ministerio de Sanidad de este país «libre» y prohibida en innumerables países de la unión europea.
  • Porque en este país «libre», muchas mujeres serán mutiladas vaginalmente en sus partos sin ningún tipo de necesidad. (En España se practican más del doble de las  episiotomías que recomienda la OMS).
  • Porque en este país «libre», no todas las mujeres pueden decidir dónde parir, ya que el parto en casa no lo cubre la seguridad social, por lo que esta opción queda limitada a las mujeres que pueden costeárselo.
  • Porque en este país «libre» no existe una Ley contra la Violencia Obstétrica (como sí existe en otros países como Venezuela.) que proteja a las mujeres (y a los bebés) en los embarazos, partos y postpartos.
imagen sacada de mamanatural.com

imagen sacada de www.mamanatural.com

Y así podría hacer que la lista fuera interminable. Que no te engañen, mujer: España es un país libre lleno de jaulas cerradas. En cada jaula hay un derecho que tiene que ver con la vida sexual y reproductiva de la mujer, con sus valores como ciudadana, con su vida digna y placentera, con su potencial y empoderamiento…

¿Quién se apunta conmigo a salir a la calle y pegar hachazos a cada candado?

Podéis participar en vuestras redes sociales, denunciando la Violencia Obstétrica, el día 25 de noviembre con los hastags #ViolenciaObstétrica #StopObstetricViolence #StopViolenciaObstétrica.

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6 pensamientos en “25-N: Como mujer, en España me siento ¿libre?

  1. Pingback: Stop a la Violencia Obstétrica | La mamá de Maite

  2. Soy mujer, y me he sentido víctima de violencia ginecológica en alguna ocasión, por el simple hecho de ser mujer y de que se dan por supuestas ideas y estereotipos, y de que no se respeta la autonomía del otro ni como paciente ni como ciudadano.
    Y soy matrona, y a mi pesar, he trabajado en centros donde la violencia obstétrica está a la orden del día, y se niega, se invisibiliza y se justifica como forma de poder del gremio sanitario. Y donde renombrados profesionales, muchos de ellos conocidos en el ámbito sanitario y científico, público y/o privado, la ejercen sin impunidad. Y sé que he sido y posiblemente seré cómplice de actitudes similares. Es muy dificil luchar contra el sistema, contra tus compañeros/as, cuando el sistema mismo ni siquiera respeta a los del gremio, que se creen (o nos creemos) superiores unos a otros y a los pacientes…y pacientes hemos sido, somos o seremos todos.
    Creo que es necesario que la mujer, las mujeres, todas, se empoderen, nos empoderemos. Y empiecemos a hablar y a pedir y a movernos y a hacer ruido. Para eliminar toda forma de violencia.

    • Rocío, qué valiosa tu opinión. Tiene que ser muy difícil ser profesional y enfrentarte día a día a tales abusos dentro de tu gremio. Desde aquí agradezco enormemente a los/as matronas y ginecólogos/as que se actualizan, que son sensibles a la violencia obstétrica y «desde dentro» intentáis cambiar las cosas. La comadrona que atendió mi parto en casa también es una de ellas y la admiro. Admiro vuestra humildad y vuestra entrega en el trabajo, vuestra comprensión, vuestra profesionalidad… Gracias otra vez por alimentar mi blog con tu comentario, sois muy valiosos los buenos profesionales.

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