Como os prometí en la entrada ¿Cómo superar la ansiedad de separación? (1ª Entrega), hoy os traigo una canción que inventé como ritual de despedida en nuestro arduo periodo de adaptación a la escuela infantil. Por lo que he leído, aplicar una rutina diaria y personal a las despedidas reduce y mucho la ansiedad de separación, porque el bebé sabe lo que ocurrirá tras ella y encajará mejor el adiós. Como siempre digo, esto no es un dogma, pero quizás pueda ser un recurso más a utilizar, para ver qué sucede en vuestro caso.
Nuestro ritual personal es esta sencilla canción que hacemos nuestra cada mañana al despedirnos:
CANCIÓN DE DESPEDIDA
Yo te miro, tú me miras. Un abrazo fuerte.
Aunque estemos separadas yo te quiero siempre.
Todos mis besitos yo los dejo en tus mofletes,
guárdalos contigo para que te den suerte,
los quiero de vuelta cuando vuelva a recogerte.
¡Adiós, mi vida!
La letra está escogida específicamente para el momento:
- Importante mantener el contacto físico y la mirada para explicarle lo que ocurrirá «Yo te miro, tú me miras. Un abrazo fuerte».
- Que nunca olviden que siempre les queremos estemos donde estemos «Aunque estemos separadas yo te quiero siempre.»
- Dejar un objeto mágico de seguridad al niñx «Todos mis besitos yo los dejo en tus mofletes, guárdalos contigo para que te den suerte»
- Que sean conscientes de que nos vamos para volver «los quiero de vuelta cuando vuelva a recogerte.»
Espero que os guste y si la queréis aplicar con vuestrxs hijxs, es vuestra: tomadla, cambiadle la letra o no, la melodía, añadir matices que enriquezcan vuestra intimidad… ¡lo que se os ocurra!
No os perdáis la segunda entrega del post que publicaré el lunes, para comenzar la semana con ideas nuevas sobre el tema. ¡Ánimo, familias, conseguiremos superar esta etapa!
¡¡Preciosa!!
¡¡Gracias!!
😉
No puede.ser más bonita…
La hemos visto 6 veces.seguidas,casi la sabemos!!
Gracias Laura, me alegro que te guste
Pues de 6 creo que hemos pasado a 16 por lo menos 16!!!jeje
La peque la cantaba en la cena 🙂
Ohhhh…me encanta, acabo de descubrir hace pocos días tu blog y decirte que me parece muy tierno, seguiré por aquí que seguro aprendo mucho para poder darle algo mejor a mi peque (tiene 22 meses!!!) Un beso
¡Ah! Completo mi mensaje anterior 😉 Ya nos contarás más de cómo elegiste el cole, a mí me lleva de cabeza ese tema, y tengo que empezar a buscar en serio (hasta ahora he ido recopilando información) para el año que viene que le toca empezar en septiembre. Tiene mucha sensibilidad y aunque va a la guarderia desde que me tuve que incorporar a trabajar, cada pequeño cambio le afecta muchísimo (está totalmente adaptado pero empatiza con cada niño nuevo que entra y sufre todos los períodos de adaptación como si fueran suyos! pánico me da el colegio) Conciliar es imposible en Madrid, tengo turno de tarde y me pesa el tener que dejarle a las 9 en el cole, porque hasta la noche no le vería, cómo le voy a echar de menos…
Gracias Ana, qué alegría tenerte paseando por aquí. Te contesto en relación a tu comentario, Zoe va a escuela infantil (guardería, vamos) solo tiene 17 meses. Nosotras hablamos del «cole» pero porque es una palabra más amable y fácil de decir. A la hora de elegir para mí era muy importante que durante el periodo de adaptación me dejaran estar con ella en el aula el tiempo que hiciera falta, que respetaran su identidad emocional y que atendieran sus necesidades afectivas por encima de cualquier otra. Pero a cada familia le preocupan unas cosas u otras, yo te recomiendo que hagas una lista de los puntos que consideras importantes (proximidad, respeto, confianza, flexibilidad de horario, cocina propia, idiomas… no sé, lo que se te ocurra en tu caso particular) y el colegio que cumpla con más requisitos será la opción correcta (o el que tu intuición como madre consideres más adecuado).
Lo que cuentas también le ocurre a mi hija, cada vez que se abre la puerta del aula y entra un papá a dejar a su hijo o llora un compañero ella se contagia y se pone triste igual…
¡Ánimo, superaremos este mal trago! Un abrazo enorme y bienvenida.
Beatriz, me la quedo, estoy tan angustiada que creo que no voy a poder inventar otra. Mil gracias. Un beso gordo.
Claro que sí, toda tuya, para eso está.