Me duele aquí, en la garganta.

Escribo mientras escucho en bucle “September Song” de Agnes Obel, descubierta recientemente a su vez gracias a escuchar la banda sonora de la serie Big Little Lies, (maravillosa, por cierto, tanto la B.S.O. como la propia serie en sí).

Y escribo con el nudo en la garganta que me produce la pista y a la vez éste momento que vivo de maternidad:

Zoe se desteta definitivamente, después de 4 años y 6 meses de abrazos de leche, con unos comienzos torpes y dolorosos, pasando por el placer que supone instaurar la lactancia y su baile perfecto, por crisis también de agitación del amamantamiento y finalmente llegando a un equilibrio consensuado. Los últimos meses nuestra lactancia se reducía a “un chupito” antes del cuento de buenas noches. Ahora pueden pasar varios días, incluso semanas sin que pida “teta”, en ocasiones sólo necesita darme un beso sobre el pecho y con eso le basta. A veces soy yo la que le ofrezco, pero de un tiempo a esta parte también he dejado de hacerlo yo.

Siento que me está costando esta separación natural más de la cuenta porque, dadas mis circunstancias en este momento, imagino que puede que ésta sea mi única hija en la vida y por tanto, ya no sostendré a otrx bebé sobre mi regazo a quien ofrecer amor-calor. ¡Uf!

Me duele aquí, en la garganta, esto.

De pronto miro a Zoe y veo una niña, veo un ser humano completo, con sus inquietudes, sus gustos, su criterio propio, su mundo interior y su particular cara al mundo. Veo una individua. Ya no somos mamá-bebé o bebé-mamá. Realmente siento que somos personas diferentes y únicas. Esto es un cambio a nivel interno y espiritual demasiado bruto como para explicarlo con palabras. …Me está costando…

IMG_6552

Pensé en hacerle una fiesTETA a Zoe como despedida de nuestra lactancia, como propone Myriam Tirado o Ruth Cañadas y tantas otras mujeres inspiración en la blogesfera maternal. Quise enviar mi leche a alguna empresa que la convirtiera en joya y regalarle a Zoe un collar que le acompañara siempre. Estuve intentando ordeñarme de forma manual para enviar la muestra y apenas conseguí extraerme un par de gotas; pedí a una vecina un sacaleches que fue todavía más inútil ya que de ahí no salía nada. Mi producción es casi inexistente en este momento.

Finalmente he asumido que el tema de la joya va a ser imposible, así que haré algo, aunque de momento no sé qué. Me gustaría que fuera algo íntimo y nuestro, algo que poder recordar después.

Entro en otra etapa, mi mundo cambia rápido y siento como muchas veces me ha pasado, que se me escapa el tiempo. Mi niña ha dejado de ser mía. Ahora es suya y de nadie más y realmente no hay nada que me enorgullezca más que esa independencia. Amar sus alas e impulsar su vuelo, saber que mi lugar es “a su lado”, si ella quiere, si lo necesita y acompañarla, también desde una distancia, ahora que decide soltarse de mi mano.

Ya está. Esto es lo único que me nace escribir ahora. Gracias por leer al otro lado.

IMG_6331

 

¿Etapa fotográfica o etapa vital?

Buenas,

hoy os traigo al blog una faceta por la que creo que pasan muchos bebés y que a mí personalmente me entusiasma. No es raro coger el móvil un día y encontrarte con aplicaciones cambiadas de sitio, o con algún contacto borrado. Yo personalmente no soy de ofrecer a Zoe el móvil para jugar (ni la tablet) pero tampoco me vuelvo estricta con la advertencia de «no exponer a los bebés a pantallas antes de los 3 años». El móvil, sobre todo, es parte cotidiana de mi vida y si mi hija me ve manejarlo pronto le entrará la curiosidad de deslizar sus deditos por la pantalla y ver qué pasa… Y así ha sido.

Me sorprende lo resuelta que es con la herramienta, aún cogiéndolo en momentos muy puntuales. El otro día la sorprendí enviando un mensaje de voz a través de whatsapp. Sabéis lo complicado de su manejo ¿no? Hay que mantener el «botón» de grabación pulsado mientras creas el audio y después soltar para enviar. Bueno, pues envió el mensaje con la frase completa sin que nadie le explicara cómo debía hacerlo. Menos mal que lo envió a un conocido cercano y no a algún contacto de la agenda puntual.

El caso es que igual que la aplicación de whatsApp ya sabe qué aplicación tiene que pulsar para acceder a la cámara del teléfono y hacer fotos. Me encantan estas fotos… Son su mirada del mundo, su aprendizaje constante traducidos en un sinfín de instantáneas que pronto me colapsan la memoria del teléfono. A veces encuentro 60 fotos de un mismo objeto y otras, preciosos selfies capturando su concentración en el juego.

Os dejo aquí una pequeña muestra:

20150729_200017(0) 20151004_202407 20151004_202436 20151004_202534 20151015_182939

20151016_162238

Cuando la veo tan concentrada en su juego cada vez tengo más clara la opción de «no intervención» por parte del adulto. Si no juzgo, (¡Qué bonito!) ella creará su propia visión y criterio, sin opiniones ajenas. Si no intervengo (¿Qué haces? ¿Fotos? A ver… ) el aprendizaje será realmente libre. Estas fotos de mi hija no son bonitas o feas, no tienen una finalidad artística, no conllevan una meta a conseguir (encuadrar, enfocar…), ni siquiera son parte de una práctica para perfeccionar nada. Simplemente son pequeñas joyas que poder conservar de su etapa de desarrollo, momentos valiosos de sus dos intensos años de vida.

Por estas cosas, ¡qué demonios! que me colapse la memoria del teléfono una y mil veces si quiere.

NO justifico la violencia. SÍ entiendo a esa madre.

mama_gritando_12656586_s

Antes de ser madre, cuando veía a una mujer gritando a su hijx por la calle o perdiendo los nervios en el metro, automáticamente me preguntaba ¿Por qué ha tenido un/a hijx? ¿Es consciente del impacto negativo que esa acción le está causando a ese/a niñx? Incluso en alguna ocasión llegué a intervenir y mostrar mi rechazo ante la agresión. 

Hoy sigo siendo consciente de la repercusión de nuestras acciones en el desarrollo emocional de nuestrxs hijxs y me esfuerzo mucho más que antes en controlar ciertas emociones negativas a la hora de descargarlas en otros.

Sin embargo, hoy, cuando veo a una madre desbordada en el parque o volviendo de hacer la compra e intentando abrochar el cinturón de la sillita a su hijx entre gritos y amenazas; (además de preocuparme por lo que ese bebé está recibiendo) pienso en la madre: ¿Cuantas horas llevará a solas con su hijx? ¿Alguien comparte con ella las preocupaciones domésticas? ¿Tiene apoyos familiares? ¿Se sustenta en alguna red materna, ya sea online como presencial? ¿Cuanto tiempo tardará en arrepentirse en lo más profundo de su ser, por cómo está tratando ahora a la criatura que llena cada día su vida? ¿Cuánta presión arrastra al cabo del día por el entorno? ¿De donde saca la fuerza esa mujer para cargar con su hijx al pecho mientras que en cada una de las manos sujeta una bolsa bien cargada de comida? ¿Cómo no se ha roto ya la espalda? ¿Estará soportando esta madre los trastornos del sueño de su hijx? ¿Estará pasando por alguna fase de agitación del amamantamiento? ¿Descansa? ¿Cuantas «rabietas», antes de esta, habrá sobrellevado a lo largo de día (y la noche) con toda la paciencia del mundo? ¿Qué libro de crianza releerá esta noche cuando su hijx coja el sueño para no cometer el mismo error mañana?…

Hoy sigo pensando que no existe justificación alguna para maltratar a un/ hijx. Pero hoy, además, pienso que las madres somos humanas.

¿Cómo superar la ansiedad de separación? (2ª entrega)

Lo prometido es deuda, aquí os traigo la segunda entrega del post «¿Cómo superar la ansiedad de separación?».

Os puedo contar que la semana pasada Zoe fue asimilando día tras día y poco a poco que cada mañana mamá la dejaba en «el cole» y se iba (para luego volver). Intentamos hablar del cole todos los días, nombramos el nombre de su tutora y el de cada niñx y cada vez que lo hacemos se pone contenta y cuando ve la mochila que le cosí la coge y corre a la puerta de casa gritando «coleeee». La entrada es tranquila, incluso va andando ella sola hasta el aula, aunque también hemos tenido algún retroceso.

El problema viene cuando siente que me voy, ahí comienza a desencadenarse la ansiedad de separación y es cuando sigo el ritual acordado: «Mírame a los ojos corazón, que te voy a decir algo importante: Mamá se va a trabajar. Te vas a quedar ahora con Maite y los amigos y volveré a recogerte después de la siesta ¿te acuerdas? ¿Quieres que cantemos la canción de despedida?». Normalmente mi hija contesta con un «Yiiii» y tras cantarla, nos despedimos con la mano.

El miércoles comienzo a currar tras casi dos años sin hacerlo y sé que ese día me derrumbaré. Todavía no he soltado ni una lágrima y sé que retener emociones no es sano, pero supongo que se debe a que tengo una barrera de frialdad en mi corazón que se mantiene intacta para aparentar seguridad y felicidad frente a mi hija y de este modo acompañarla como mejor se me ocurre en su ansiedad de separación. Sí tuve muchos días insomnio y estrés nocturno pero de momento ni una lágrima.

Imagen de Patricia Metola

Imagen de Patricia Metola

Para afianzar lo que ya llevamos trabajado y mejorar nuestras separaciones respetuosas, tengo en cuenta los siguientes ocho puntos, que añadidos a los de la entrada anterior nos están dando buenos resultados. Espero que os ayuden a vosotrxs también:

  • Dejar un objeto de seguridad al niñx. En el libro «Separarse de los padres sin lágrimas» que os comentaba, hablan de «la pulsera mágica», una que contiene todos los besos y abrazos de mamá para que cuando se sienta insegurx o triste se la toque y sienta el amor mágico que contiene. En esta línea, también podemos dibujar una cara sonriente en la palma de la mano de nuestrx hijx para que al mirarla se ponga contentx, o plantarle un beso en la mano también y cuando necesite nuestro cariño se la acerque a la cara para que el beso salte mágicamente a su mejilla. Todo esto puede formar parte del ritual de despedida y si se hace justo  antes de separarnos, mejor que mejor.
  • Intentar evitar el cambio de brazos. Siempre que os vayáis es mejor que el bebé esté en el suelo jugando o en los brazos del cuidador/a. Ya es bastante doloroso separarse de su madre o padre como para que encima sienta que le están arrancado de los brazos de quien más le quiere.
  • Ser claros a la hora de anunciar la vuelta. Lxs bebés no son conscientes del paso del tiempo y para ellxs es complicadísimo diferenciar entre «un ratito» o «un par de horas»… Mucho mejor es explicarles que volverás cuando se despierte de la siesta, por ejemplo.
  • Anticipar la despedida. Es bueno contarles de antemano lo que va a ocurrir. En mi caso, llevo a Zoe a su escuela infantil en coche y durante el trayecto le voy diciendo lo que ocurrirá para que no le pille de nuevas. Esto resta pánico a la situación ya que le suena lo que ocurre porque su madre se lo ha explicado con antelación.
  • Otro dato importante es mantener la mirada cuando les explicamos que nos vamos. Un ejemplo podría ser éste: «Zoe, mirame a los ojos que te voy a decir algo importante: me voy a trabajar y volveré después de tu siesta ¿te acuerdas? Pásalo bien con los amigos, mi cielo. Luego me lo cuentas ¿vale? ¡Adiós!»
  • No alargar mucho el momento del adiós. La despedidas ya son dolorosas de por sí, así que lo ideal es hacerlas cortas pero sin prisas, con seguridad y alegría. Una vez se desencadena la ansiedad de separación, ésta va en aumento, por lo que si no es posible quedarnos el tiempo necesario para que nuestrx hijx se calme del todo, lo mejor es cortar la situación de despedida y desaparecer. Duro, pero menos de lo que podría ser si salimos del aula cuando el pánico ya haya estallado.
  • Nunca retrasarse en la recogida. Cuando un/a niñx se acostumbra a recibir a su madre tras la siesta y ésta un día no aparece, el pánico puede desencadenarse. Por ello es importante que la rutina se mantenga lo menos flexible posible.
  • Normalizar el reencuentro. Una de las cosas que por naturaleza solemos hacer las madres y padres es llenar de besos y abrazos a nuestrx hijx al recogerle, y es que la culpabilidad es tan grande que queremos demostrarles una y otra vez que les amamos, y ellos esto ya lo saben; es más: ellxs nos quieren de manera incondicional también, hagamos lo que hagamos (fuerte, pero cierto). El caso es que si ellxs notan una exageración en nuestros sentimientos al recogerles pensarán que les estamos salvando, literalmente, de un lugar hostil y aumentará al día siguiente la ansiedad de separación. Mucho mejor es entrar relajadxs al aula y decir «¡Hola cariño, ya he vuelto! ¿Qué tal lo has pasado? Cuéntamelo todo de camino a casa». (Por supuesto sin dejar de besar y abrazar todo lo que nos dé la gana, pero ni más ni menos que de costumbre).

Pues esto ha sido todo por hoy, aunque hay infinidad de buenos consejos más al alcance de nuestra mano, en internet o libros especializados sobre el tema. Espero de corazón que el periodo de adaptación de vuestrxs peques sea lo menos traumático posible y que pronto entiendan que aunque estéis separadxs, les queréis siempre.

Por petición de algunas lectoras del blog, no quiero terminar sin mencionar algunos consejos para sobrellevar, nosotrxs lxs adultxs, nuestra ansiedad de separación. A mí personalmente me ayuda:

  • Conocer todo lo que pueda a la persona que se quedará al cuidado de mi hija en mi ausencia. El periodo de adaptación en la escuela que hemos elegido es respetuoso con las emociones de lxs adultxs también y fomenta la entrada al aula de las familias, promueven la lactancia materna, etc. Los primeros días acompañé a Zoe dentro de la escuela las horas que estuvo allí y eso me ayudó a observar a la tutora: cómo trataba a lxs niñxs, cómo les hablaba, la energía que les transmitía, cómo era su relación con mi hija… A mí me transmite una confianza que creo necesito para irme más tranquila al trabajo.
  • Pasar tiempo de calidad con Zoe. Las tardes intentad dedicarlas 100% a estar con vuestrxs hijxs. Ver cómo ríen, juegan y disfrutan a vuestro lado es sanador ¿me equivoco?
  • Pruebas gráficas. Si existe la posibilidad de que la persona responsable del cuidado de vuestrx hijx le haga alguna foto o vídeo en momentos felices dentro de la escuela, pedirle que os la envíe a través de wasap. El «no saber cómo estará» aumenta muchísimo la ansiedad y nos llenamos de paranoias. Esta opción acaba por completo con ellas.
  • Llevar al trabajo un objeto o fotografía de mi hija. La opción más sencilla es usar una fotografía reciente como salvapantallas del ordenador. Cuando estoy triste, la miro y recuerdo aquella tarde de risas y juegos compartidos y automáticamente siento felicidad.
  • Expresar las emociones. Llamar a mi pareja, a mi madre, mi hermana… personas con las que me puedo desahogar con naturalidad y contarles cómo me siento. Escribir en el blog me ayuda muchísimo a volcar y canalizar energías. (Si no tenéis blog, escribir en un papel o libreta es igual de sanador).
  • Borrar la palabra «culpa» del diccionario. Las madres (y padres, pero no sé por qué más las madres) solemos ungirnos bien en la culpa, es una palabra que acompaña a la maternidad de principio a fin y en periodo de adaptación cambiamos directamente nuestro nombre por el de culpable. Actúo según mis valores y creencias y lo hago lo mejor que sé, por lo tanto: NO SOY CULPABLE, soy responsable.

Quiero terminar con algo que oí hace poco y me dio mucho que pensar: Los bebés son seres altamente adaptables, acaban adaptándose a cualquier situación y entorno y son capaces de ser felices en cualquier lugar. Con esto digo que (para bien o para mal) nuestrxs bebés serán felices tarde o temprano en la escuela infantil y no dejarán de amarnos aunque nos separemos de ellos X horas al día. Esto no quiere decir que el impacto emocional que supone para ellxs experimentar ansiedad de separación sea inofensivo, de hecho dejará huella para el resto de su vida y en nuestra mano está, como adultxs, acompañar el proceso de la manera menos agresiva y más respetuosa posible, ¿no os parece?

El rencor o el odio son sentimientos de los que carecen nuestras criaturas, sin embargo de amor incondicional tienen excesos…

No dejéis de contarme cómo habéis gestionado la ansiedad de separación en vuestros hogares, me encantará saberlo. Abrazos a raudales. 

La canción de la semana #7: Canción de despedida – Cantando A Mamá

Como os prometí en la entrada ¿Cómo superar la ansiedad de separación? (1ª Entrega), hoy os traigo una canción que inventé como ritual de despedida en nuestro arduo periodo de adaptación a la escuela infantil. Por lo que he leído, aplicar una rutina diaria y personal a las despedidas reduce y mucho la ansiedad de separación, porque el bebé sabe lo que ocurrirá tras ella y encajará mejor el adiós. Como siempre digo, esto no es un dogma, pero quizás pueda ser un recurso más a utilizar, para ver qué sucede en vuestro caso.

Nuestro ritual personal es esta sencilla canción que hacemos nuestra cada mañana al despedirnos:

CANCIÓN DE DESPEDIDA

Yo te miro, tú me miras. Un abrazo fuerte.
Aunque estemos separadas yo te quiero siempre.
Todos mis besitos yo los dejo en tus mofletes,
guárdalos contigo para que te den suerte,
los quiero de vuelta cuando vuelva a recogerte.

¡Adiós, mi vida!

La letra está escogida específicamente para el momento:

  • Importante mantener el contacto físico y la mirada para explicarle lo que ocurrirá «Yo te miro, tú me miras. Un abrazo fuerte».
  • Que nunca olviden que siempre les queremos estemos donde estemos «Aunque estemos separadas yo te quiero siempre.»
  • Dejar un objeto mágico de seguridad al niñx «Todos mis besitos yo los dejo en tus mofletes, guárdalos contigo para que te den suerte»
  • Que sean conscientes de que nos vamos para volver «los quiero de vuelta cuando vuelva a recogerte.»

Espero que os guste y si la queréis aplicar con vuestrxs hijxs, es vuestra: tomadla, cambiadle la letra o no, la melodía, añadir matices que enriquezcan vuestra intimidad… ¡lo que se os ocurra!

No os perdáis la segunda entrega del post que publicaré el lunes, para comenzar la semana con ideas nuevas sobre el tema. ¡Ánimo, familias, conseguiremos superar esta etapa!

Todos los bebés son buenos

yin_yang_by_the_silver_flame-d50vbo1

by The-Silver-Flame

Corregidme si me equivoco, pero, ¿no estáis hartas de que la gente, al mirar a vuestro bebé os pregunte cosas como esta?: «¿Es buenx?» «¿qué tal se porta?» «¿Te da buena noche?» «¿Da mucha guerra?»... A mí me lo han dicho infinidad de veces, y en mi torpeza verbal y déficit asertivo la mayoría de veces he contestado con una sonrisa complaciente y un «la verdad es que es muy buena». Pero, ¿qué bebé es malo? Los seres humanos nacemos puros, vírgenes de todo concepto positivo o negativo, somos puro instinto exento de juicios. Los bebés no son buenos ni malos, sólo son bebés y se comportan según lo que espera de ellos la naturaleza.

  • Si llora es porque te necesita y no conoce otra vía de comunicación diferente.
  • Si tira cosas al suelo (comida, juguetes, objetos de valor para un adulto) demuestra que está aprendiendo cosas como cerca y lejos o arriba y abajo; y poniendo a prueba su fuerza.
  • Si se despierta cada 3 horas y solo se consuela a tu lado o con tu pecho es porque junto a ti se siente segurx y su reloj biológico funciona a las mil maravillas.
  • Si tiene «rabietas» significa que está transitando diferentes emociones que todavía no sabe canalizar y necesita de tu sostén y paciencia para sentirse segurx.
  • Si te dice «tonta», lo más probable es que quiera explicarte que no le entiendes y su limitado lenguaje sólo le permite mal-insultar en un momento dado.
  • Si se pasa el día saltando, corriendo, cantando, gritando, jugando y pocas veces  está tranquilx y sentadx, quizás sea porque es un/a niñx y nada más.

Un bebé es altamente competente (como diría el pediatra José Maria Paricio) y viene al mundo a sobrevivir, el pretender encasillarlo en la maldad solo hace de los adultos personas ignorantes y crueles. Los bebés no pueden manipular, sencillamente no saben, su cerebro no está preparado biológicamente para una función tan racional. Los malos, los de la «mente sucia» son los adultos que creen que un bebé puede actuar en voz del mal.

Todos los bebés son buenos porque todos ellos son bebés.

¿Utilizáis alguna respuesta inteligente para contestar sobre este tema? Me encantaría apuntármela para la siguiente.  

La maldición «cantajuega» ataca de nuevo

Recuerdo un verano infernal en el que en casa de mi madre, mi sobrina la mayor, se pasaba el día delante de la tele viendo los cantajuegos. Las canciones invadían mi cabeza día y noche, ya que incluso en sueños sonaban sin cesar como una cadena martilleante. No había descanso.

Siempre dije, «yo a mi hija nunca le pondré a ver los cantajuegos», hasta que fui madre y un día no se me ocurrió nada mejor que sentarla frente a la tele y darle al «play». No me preguntéis por qué, porque ni yo lo sé. Quizás fue un día en el que necesitaba 10 minutos de espacio vital, o uno en el que se presentaron las tres de la tarde y la comida estaba aún sin hacer, o… vete tú a saber. El caso es que ahí estaba mi hija, en silencio, extasiada ante tanto color imposible, absorbida por la cutrísima puesta en escena y enganchada a las melodías infernales.

anta2

Sólo la portada del DVD ya da miedito… Esos jóvenes mal uniformados en donde ni el peto que llevan es del mismo color, metidos dentro de una tele, rodeados por cuatro dibujos feos (entre ellos el Ratón que compra con mucho dinero los dientes de los niños buenos y obedientes), todo ello sobre un fondo amarillo degradado chillón y coronado por las letras multicolor que muy difícilmente vienen a escribir CANTAJUEGO. ¡Uf!

Estos vídeos de juegos musicales, no son otra cosa que un invento más para aparcar a lxs niñxs frente a la tele 20 minutos. Y es que un bebé de 14 meses (que son los que tiene mi hija) no es capaz de asimilar tanta excitación y sobre estimulación junta, e intenta procesar con su ajetreado cerebro sin apenas pestañear lo que esos adultos disfrazados de… ¿niños-granjeros-con-chistera? le intentan decir cantando. De esta manera no rechista durante ese tiempo y permite a su madre desconectar.

Pero, ¿no resultará perjudicial para ella? Evidentemente, bueno, bueno, no es. De hecho las veces que le he puesto el vídeo, ha estado mucho más inquieta, al igual que si vemos la tele antes de acostarnos y nos tragamos toda la publicidad o vamos a comprar a Carrefour en hora punta. Cualquier sobre estimulación es negativa para nuestros bebés.

Por suerte existen alternativas. A mi hija le encanta cantar y le encantan los juegos, y a mi me encanta desconectar de vez en cuando y sentirme sola. Lo reconozco, yo necesito mi espacio sin Zoe (aunque sea 10 minutos para asearme tranquila).

El caso es que existen otros vídeos mucho más educativos y menos agresivos que los cantajuegos. Hablo de los Juegos de Rimas de Dedos de Tamara Chuvarosky. Los destinatarios reales de los vídeos son los padres y madres que deben aprenderse las rimas para luego enseñárselas al bebé. Yo me las he aprendido todas y muchas veces aprovecho para jugar con Zoe y se lo pasa genial. Además favorecen el lenguaje y la motricidad en los más pequeños y ante todo sirve como encuentro entre niñxs y adultos. Sólo tengo el primer DVD pero espero hacerme con el resto en algún momento porque para mí ha sido todo un descubrimiento. También podéis encontrar muchos vídeos en youtube, como éste y aprenderos las rimas poco a poco:

Los juegos están separados además por estaciones del año, de manera que si en primavera vemos una abeja polinizar las flores podemos hacer «Zen, Zen, Zen, abejita ven. Ve de flor en florecita, trae miel a la casita», o si en invierno nos deslizamos por la nieve quizás nos apetezca contar la rima de Pancho, Pincho y Moncho…

Reconozco que para encontrar mi espacio, recurro al video directamente en la tele, que como hemos dicho no es ideal, pero seguro que es mil veces peor recurrir a los Cantajuegos.

¿Conocéis algún otro recurso no agresivo donde el juego y las canciones capturen por un ratito la atención de nuestros bebés? Me encantará saberlo.

Sobre el Proyecto MaMi

Ayer tuve la suerte de poder asistir a la presentación del Proyecto MaMi, un interesante espacio para la Música, la Armonía, la Materpaternidad y el Intercambio, donde tres mujeres conjugan a la perfección sus disciplinas y las ponen en marcha con un objetivo común: hacer a las familias más felices.

proyecto-mami

Canto Prenatal, Musica in Culla y Musicoterapia son las disciplinas que Carla Navarro, Bianca Albezzano y María Martínez-Gil Vázquez trabajan y entrelazan en este proyecto que a mí personalmente me ha enamorado.

La intención, como bien explican ellas mismas, «es crear un espacio que abarque desde la etapa prenatal y primera infancia en adelante. Donde utilizar la música como herramienta de comunicación e intercambio para desarrollar la calidad de vida y el bienestar.» Y para ello desarrollan «dos vertientes en las cuales la inmersión en el contexto sonoro-musical se realiza de manera natural y respetuosa con el individuo: el aprendizaje musical y la terapia musical.

Por un lado, el Canto Prenatal fortalece el vínculo madre-bebé utilizando los recursos psicocorporales como herramienta de autoexperimentación de la voz y el cuerpo en la etapa prenatal. La criatura recibe masajes internos por la vibración de la estructura ósea de la madre al cantar, esto añadido a la liberación de endorfinas que ambos cuerpos producen (el de quien canta y el de quien escucha) proporcionando bienestar y seguridad tanto al bebé como a la madre. Al mismo tiempo el padre puede generar también vínculo con la criatura mucho antes de nacer, ya que el bebé discrimina sonidos a partir de la semana 24 de gestación y fácilmente podrá reconocer la voz del papá cuando éste nazca. Carla, explicó en la presentación algo que me parece un acierto dentro del proyecto, y es que cada familia compone durante el proceso una «canción de bienvenida» que será única en cada caso y a la que pueden recurrir ahora y en el futuro.

La Musica in Culla (Música en la cuna) abarca del nacimiento a los 36 meses de vida, y basa su metodología en la Learning Music Theory del investigador estadounidense E.E. Gordon, teoría que nace de la observación de la naturalidad del aprendizaje del lenguaje verbal en la primerísima infancia. Por tanto logra un acompañamiento en el aprendizaje verbal hasta el aprendizaje musical de los bebés a través de propuestas melódicas y rítmicas. Las madres y padres son además sujetos activos de las dinámicas y participan de igual modo en el desarrollo motor y sonoro de sus pequeños.

Finalmente la Musicoterapia está presente en este proyecto como un proceso sistemático y creativo de exploración y expresión. Aquí se trabajan las áreas cognitiva, emocional y social afectiva, utilizando la música en vivo. Con ella se pretende mejorar la calidad de vida de las personas que acuden a las sesiones, tanto niños como adultos.

Este proyecto está creado y coordinado por Afinarte escuela de música y baile, Espacio Musicoterapia y Canto Prenatal Madrid. Y juro que no me llevo comisión al promocionarlo en Cantando A Mamá, es simplemente que creo en él y me parecía obligado hablaros del mismo en este espacio. Espero que les vaya fenomenal en su empeño por cambiar el mundo desde el respeto a las familias, la escucha y el amor por la música.

Nuestra exclusividad llega a su fin

Ando un poco desconectada últimamente, como habéis podido comprobar. De hecho, se han borrado los widgets laterales donde aparecían las insignias de mi blog y no he tenido un momento para restaurarlos.

Esta apatía se debe a que mi periodo de excedencia termina en septiembre y ando buscando un lugar donde cuiden a Zoe las horas que yo perderé metida en una oficina. Igual alguna de las lectoras se encuentra en la misma situación. He de decir que he pasado un mes lleno de ansiedad por este tema: He dormido fatal, he estado súper susceptible y casi no he sonreído ni un instante. Mi hija ha notado todo esto y ha empezado a morderme el pecho al mamar, lo cual se ha traducido en más ansiedad por mi parte.

¿Por qué me tengo que separar 7 horas al día de mi hija, cuando ésta no tiene ni 2 años? ¿Por qué he tenido que elegir entre criar a mi hija hasta ahora o recibir un dinero para sustentar a mi familia? ¿Por qué hemos tenido, mi pareja y yo que hacer malabarismos para poder subsistir hasta ahora, perdiéndose él gran parte de la infancia de su criatura?

En este país no existe una conciliación real entre la vida familiar y laboral, y miles de familias sufren día a día por ello. Otros países como Noruega o Finlandia gozan de una ley de conciliación de calidad y eso se traduce en familias felices y trabajadores motivados ofreciendo un alto rendimiento a las empresas.

He visitado todas las escuelas infantiles públicas de 0 a 3 años de la zona en la que vivo y dos escuelas privadas también. Una jornada de puertas abiertas en una escuela infantil pública (en la Comunidad de Madrid) se puede resumir en lo siguiente:

  • Unas 40 familias metidas en un aula (en el mejor de los casos. En más de una nos hemos visto en el rellano de la escuela, quedándonos la mitad fuera) donde nos encontramos madres y padres, bebés de 0 a 3 años en carritos o portabebés y mujeres embarazadas. Todos de pie.
  • La directora del centro (o en su defecto alguna educadora) haciendo de portavoz, donde lo principal es dejar claro los plazos y documentos a presentar para ser admitido.
  • Tras quedar claras estas dudas y alguna que propongan los padres y madres, se procede a visitar la escuela.
  • Al terminar se reparten solicitudes a las familias.

A la primera jornada a la que asistí, salí casi llorando. Me imaginaba a Zoe en un lugar extraño, con una desconocida como «cuidadora» y con 13 bebés como ella llorando de terror en la misma situación y se me encogió en corazón. Pensé: me cojo otro año de excedencia como sea. En las siguientes intenté relajarme y observé a mi hija (me la llevé a todas) explorando las aulas y los patios en las visitas. Me di cuenta que le encantaba que todo estuviera a su alcance y fuera novedoso. Cuando encontraba un espejo o un juguete que le llamaba la atención me miraba y gritaba sonriendo «¡Ma-má!». Supe entonces que mi hija podría pasárselo bien en aquellos lugares pero siempre y cuando su madre estuviera cerca para compartirlo. Así que a cada reunión pregunté por el periodo de adaptación. Yo preguntaba: «¿Permitís el acceso a la madre al aula los primeros días?» y siempre me respondían de la misma inhumana manera: «No, no, no, de ninguna manera. Haceos a la idea de que van a llorar el primer día, el segundo… a veces la semana entera. Pero luego se adaptan estupendamente. Lo vais a pasar peor vosotros que ellos.» Como podéis imaginar, me quedaba muy tranquila con la respuesta…

También hice otro tipo de preguntas y estas fueron las respuestas generales que recibí:

  • Si después de la siesta algún niño se despierta llorando, ¿lo cogéis en brazos? Se intenta que no, para que no se acostumbren. ¿Y para dormirles, tampoco? No, no, aquí se les enseña a dormir solitos.
  • ¿A qué hora comen? de 11.30 a 12.30h. Si algún niño no tiene hambre a esas horas pero luego sí ¿le ofrecéis comida en otro horario? No. Todos los niños se sientan a comer al mismo tiempo y si no comen un día, ya comerán al siguiente. Enseguida cogen el ritmo, no os preocupéis.
  • Mi hija no toma leche de vaca ¿se la podéis suprimir de la dieta? Me lo tienes que justificar de forma médica. No hay ninguna cuestión médica, simplemente toma leche de su madre y no de otros animales. Yo tengo que darle leche de continuación, si no estás de acuerdo me lo tienes que justificar como te digo.

Y de este estilo, otras más. Me sorprendió muchísimo la resignación de las familias ante ciertos temas. Con el horario de recogida, por ejemplo: ¿sabíais que no puedes sacar de la escuela a tu hijx cuando te venga en gana? El horario por norma es de 9 a 16h; sí hay opción de ampliarlo (pagando 15€ más por cada media hora que pase tu hijx en el centro) pero no de reducirlo. ¡Me parece indignante! No estamos hablando ni siquiera de educación «obligatoria», sino de Escuela Infantil: un lugar donde cuidan (no «crían») a tu hijx mientras tú trabajas.

Otro dato que me pareció como menos triste es ver a mujeres embarazadas en las jornadas. La portavoz de la escuela hablaba de los casos de «no nacidos» a la hora de presentar documentación. Como no son bebés registrados, los padres deben presentar un papel del hospital acreditando la fecha probable de parto para incluirlos como solicitantes de plaza en 0-1. Y estos solicitante deben quedar escolarizados al cumplir 4 meses.

Parece que a lxs ciudadanxs nos quieran amaestrar desde el nacimiento para convertirnos rápidamente en seres maleables, sumisos, cortándonos rápidamente las muestras de afecto y apego, separándonos del placer y sometiéndonos a duras pruebas donde la dureza de corazón sea la meta a alcanzar.

A pesar de haber presentado solicitud en 2 de estas escuelas públicas, finalmente he pagado ya matrícula en una privada, donde, según especifican en sus objetivos, «acompañan el crecimiento y desarrollo integral del niño/a, respetando su evolución y recorrido, proporcionando los recursos necesarios para preservar su unidad en el proceso de su camino.» y entre otras cosas mantienen «el equilibrio y el desarrollo armónico de la personalidad en el campo afectivo-social, cognitivo y psicomotor». Porque al fin y al cabo, lo que busco en una escuela infantil es:

  1. RESPETO: a mi hija, en sus procesos de desarrollo y crecimiento, de relación con el mundo y los demás. Y a nuestra familia, en nuestra manera de criar a nuestra hija donde, según mi opinión, nadie tiene derecho a opinar y mucho menos entrometerse.
  2. AMOR: en el cuidado que transmitan a mi hija, porque su desarrollo emocional marcará en el futuro a la mujer en la que se convertirá.

Con la decisión tomada ya ando más tranquila y centrada. Ahora toca aprovechar al máximo estos últimos meses de apego exclusivo. Os dejo, ¡que me lo pierdo! 😉

La carta de reyes que escribiría un bebé

Queridos Reyes Magos de Oriente:

Este año he nacido, con lo que la más pura de la bondad corre por mis venas. Todavía me estoy acostumbrando a esto que llaman vivir y eso que ya tengo ocho meses y hago cacas de mayor. Sin embargo el Mundo a veces me supera y es que soy muy pequeña. Aún no sé hablar, ni andar, gatear me cuesta todavía un poco aunque me deslizo con facilidad reptando por el suelo. Tampoco sé lo que significa la palabra «tiempo» y mucho menos «deprisa», no sé mentir ni elaborar un pensamiento retorcido, soy muy básica. Por contra sé perfectamente cuándo alguien miente, cuándo sufre o cuándo está contento. Tampoco me quiero enrollar mucho contándoos mis descubrimientos exploratorios, que son muchos, todo el tiempo me lo paso así: probando y probando diferentes formas de explorar el mundo. Y reconozco que es muy divertido. Pero esta carta tiene como objetivo pediros cositas por navidad así que allá voy, este año me pido:

  • Una tetita siempre cerca. A ser posible la de mi madre. No solo para alimentarme, también para sentirme segura, caliente, cobijada, querida. Sin horarios, sin prisas y toda para mí. La leche que fluya con libertad y mucho amor, que ahora es lo que más necesito.
  • Más tiempo con mi padre. Estoy cansada de escuchar aquello de «no importa tanto el tiempo que estés con tus hijos como la calidad», yo quiero calidad y tiempo, las dos cosas. Y para eso pido a los gobernantes que aprueben de inmediato una ley de conciliación familiar y laboral digna de una democracia. Papá, te echo de menos.
  • Que se cuide la maternidad como se merece. En la línea del punto anterior, se debe dar el valor que tiene a la maternidad. Mi mamá para poder estar conmigo y cubrir mis necesidades más elementales (alimento, higiene, amor, vínculo…) ha tenido que cogerse una excedencia y prescindir por un año de puesto y sueldo, ya que en este País no se le da importancia que debería a la exterogestación y primera infancia.
  • Que todos los nacimientos sean sin violencia. Me entristece pedir algo así cuando debería ser algo obvio a cuidar, sin embargo España sigue siendo el segundo país más intervencionista de toda Europa en los partos en salud. Se les roba a diario el parto a miles de mujeres y el nacimiento digno a miles de bebes como yo.
  • Dormir cerquita de mamá y papá. Nada me hace sentir mejor que escuchar a papá roncar a mi lado y pegarme bien cerquita a mamá para descansar toda la noche. Con ellos me siento a salvo. Puedo crecer sin miedo.
  • Escuchar la voz de mi madre al cantar. Soy feliz cuando mamá me canta y últimamente también le canto yo, porque siento que me cuida y me comprende. El amor es recíproco.
  • Explorar el mundo líbremente. Soy un ser independiente, pequeño pero independiente. Me gusta probar siempre cosas nuevas y desde aquí os pido que mamá y papá estén cerca, pero sin interferir en mi aprendizaje.
  • Comer a mi ritmo. La comida es otro juguete más con el que aprender. Necesito tiempo para familiarizarme con cada sabor, cada textura y temperatura… pido que mi familia no se ponga nerviosa, ni tenga prisa por que termine. A veces tendré más hambre que otras o me dará por explorar un alimento a fondo y no querré otra cosa por un tiempo. También quiero dejar claro que como yo solita, no quiero que nadie meta cosas en mi boca sin preguntar. Es mi cuerpo. Es mi ritmo. Pido respeto.
  • Jugar sin fin. Es importante para mi desarrollo jugar a todas horas. Los ratos de aburrimiento son perjudiciales para mi salud. Por eso pido comprensión cuando intento jugar con objetos cotidianos y no con mis «juguetes» propiamente dichos. Quizás éstos últimos los tenga ya muy vistos, necesito material nuevo de exploración.
  • Ver a mamá y a papá siempre felices. Mis padres son mi filtro para entender el mundo y mis emociones. Si ellos sonríen yo soy feliz. Necesito canalizar muchos sentimientos que no sé expresar, por eso siempre ellos me sirven de guía.

Como veis no pido cosas difíciles de cumplir, estos deseos son bastante normales según mi pequeño punto de vista. Sería estupendo poder disfrutar de todos ellos el año que viene.

Me despido de los tres, no si antes llenaros de babas con unas cuantas pedorretas. Bbrrrrrrrrrr

Fdo. Un bebé cualquiera*

 bebé escritor