¡Qué suerte no ser una madre palestina,
ni una madre siria, ni una madre afgana,
ni una madre kurda,
ni una madre del cuerno de África!
Qué suerte no tener que sostener
la muerte de mi hijo en mis brazos…
ese pequeño cuerpo
que se ha muerto sin más,
de hambre, de sed,desangrado,
atravesado, zas, por una bala!
¡Qué suerte no tener que abrazar a mi hijo muerto
mientras mis ojos se resecan, lentamente,
de dolor, de impotencia, de rabia contenida!
¡Qué suerte no tener que sortear cada día
el rostro enjuto y oscuro de la Parca,
y regalarle, esconderle, ocultarle
los rostros malditos de mis hijos,
que han nacido donde nada importan,
donde nada valen, donde nada son…!
Qué suerte, me repito cada día, qué suerte,
mientras mis hijos, tranquilos, duermen su infancia merecida.
Marisa Peña.
Poema publicado en el libro colectivo «Indignhadas»
de Unaria Ediciones
Este viernes cantamos en el blog por el pueblo más resistente, por lxs niñxs de Gaza y sus infancias robadas, por los padres que portan pañuelos al cuello para recoger sus gritos de dolor, por lxs jóvenes que se levantan tras la caída del compañero y se relevan en la carrera por su bandera…
…y por esas madres que ahogan sus lágrimas de sangre en los campos de refugiados porque jamás verán a sus hijxs crecer…
Todxs somos palestinxs.
¡Acabemos de una vez con el genocidio! Aquí os dejo algunas peticiones para poder firmar a través de internet para que esta masacre deje de repetirse una y otra vez en el tiempo.