El primer amor se llama «amor de leche»

Hay tantas historias de lactancia como historias de amor. Y cada una de ellas además están protagonizadas por una mujer y un bebé distintos a otros. En cada historia hay dudas, consuelo, lágrimas, sonrisas, miedo, amor, angustia, cansancio, fortaleza, ganas, deseo, sueños, milagros, tiempo, lucha, constancia, abandono, temeridad, confianza, superación, sorpresa… y mil cosas más.

Nuestra historia de amor, o de lactancia, o de las dos, fue muy dura al principio, pero una cosa estaba clara y era mi deseo de amamantar a mi hija. Ese deseo era tan fuerte, que ni el dolor, ni el cansancio, ni las lágrimas, ni los comentarios de la gente… pudieron con él. Sufrí una mastitis subclínica casi desde el momento uno y ahora lo recuerdo como un mal sueño porque aquel dolor no podía ser real. Sin embargo lo era y sufrí mucho. Me veo a mí misma botando de dolor en la cama, tensando el cuerpo al máximo, mordiéndome la boca hasta hacerme heridas. Cada grieta en mi pezón, cada movimiento de lengua de mi pequeña al succionar, cada roce de ropa… uf! dolía, claro que dolía. Pero dolía mucho más el ver que mi deseo se iba a quedar en eso, en un simple deseo sin cumplir.

No me iba a resignar, no después de haber parido a mi hija de la forma que la parí; no después de haber imaginado tantas veces ese momento de lactancia placentera. NO.

Así que empecé un tratamiento con probióticos a los 8 días de nacer mi hija, que aún continúo (aunque con menos dosis) 8 meses después. Me puse en manos de un veterinario, sí, por ser el mayor experto en mastitis humanas de España. Y gracias a su investigación a través de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, pude tratarme completamente gratis. Gracias Juan Miguel.

Mientras tanto el tiempo pasaba, y la boca de mi pequeña crecía. Ella empezó a aprender a mamar mejor, abriendo más la boca y yo por mi parte empecé a coger maña a la hora de colocarla al pecho. La miraba, la miraba constantemente: despierta, dormida, mamando… Y empecé a amarla como se merecía. Nunca olvidaré cómo me acarciaba el costado siempre que la ponía al pecho al principio; me daba ánimos con esa caricia, sentía como me decía «gracias mamá, lo estás haciendo fenomenal». Y el dolor se fue haciendo cada vez más liviano, más soportable. La resistencia dejó paso a la aceptación y la lactancia se instauró. No sustituí una sola toma por leche de fórmula. Mi deseo se hizo realidad.

El primer amor nos puede sobrepasar porque es demasiado nuevo, desconocido, torpe, inseguro… pero con el tiempo los amores maduran, crecen, se enraizan y crean sólidas estructuras, se hacen expertos y poderosos. Los amores de leche nada tienen que ver con los dientes de leche, aunque compartan apellido. No se sustituyen por nada. Son definitivos.

Dibujo de K.M. Berggren

Dibujo de K.M. Berggren

Esta canción es un canto a la lactancia y está dedicada a todas las mujeres que desean amamantar. ¡Leche para todxs! (Podéis escucharla pinchando sobre el enlace a BandCamp)

AMOR DE LECHE

Te rodeo con mi brazo. Te aseguras de que soy yo.
Hoy mi leche se abre paso desde el mismo corazón.

Visualizas cómo late, marca el ritmo de succión.
Y ya duermes mientras pienso: poderoso es este amor.

(Estribillo): Amor del bueno, amor sin miedo,
amor de leche. Poderoso es este amor.

No lo he visto, no lo he hecho, pero sé que mi interior
desenreda la cadena que heredamos con honor.

Tú me miras, yo te mimo. Tú respiras yo suspiro.
Y aprendemos cada paso de este baile a dos tranquilo.

(Estribillo)

Cuando la sombra te atrape: respira.
Deja a tu llanto brotar al compás.
Cuando la vida atraviesa derriba todo.
Toma conciencia y vuelta a empezar.

Me acaricias el costado.
Mi otro pecho goteando.
Vas creciendo, voy creando.
Todo fluye a tu lado.

(Estribillo)

Una rumba para ti, mamá

Hoy el post lleva canción. Una canción que me encanta y me la pongo siempre que estoy baja. Se trata de una rumba, con lo que ya el ritmo anima al personal; pero es que además la letra es tan bonita… Pertenece al disco «Nacer, Renacer / Néixer, Renéixer» de la maravillosa Rosa Zaragoza. Puedo decir que todo el disco es un canto a a vida, a la maternidad y a la crianza respetuosa y en línea con el continuum vital. Y esta canción en concreto está dedicada a las madres. A todas las madres. Y con esto quiero decir a todas aquellas mujeres que se sienten madres: las que tienen hijos, las que los buscan, las que son madres de niños no nacidos, las que no tienen hijos pero acogen a la gente con un amor maternal… Así que si eres madre, (con todo lo que el concepto «madre» significa) esta canción es para ti.

rumba-madres

Además esta rumba defiende el poder de libertad que tienen las mujeres para parir donde quieran, con quien quieran y como quieran. Apuesta por el parto respetado en casa, con lo que me siento muy identificada, ¡claro!

Las imágenes del vídeo muestran una crianza natural, sana y feliz: bebés mamando, familias compartiendo un bañito, amigas bailando con niños en brazos… A mí me parece un regalo para la vista y los oídos. Rosa es una persona con un potencial y sensibilidad tremendos, además de tener una voz preciosa.

Aquí os dejo la letra de LA RUMBA DE LAS MADRES y más abajo el vídeo con el tema. ¡A cantar y bailar se ha dicho!

Mi abuela parió a mi madre.
Mi madre me parió a mí.
Todas paren en mi casa,
yo también quiero parir.(bis)

Yo quiero parir tranquila,
que nadie me meta prisas,
que mi chico esté conmigo,
por si hay lágrimas o risas.

(Estribillo): Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá.
Mi mamá me mima ma, mímame mamá.

Si pides, yo te doy teta;
si lloras te cojo en brazos;
qué gusto darte un abrazo
y llevarte en bicicleta.

María no tiene niños,
pero ella también es madre:
envuelve con su cariño
a quien tiene delante.

(Estribillo)

Tu quieres una mamá
y yo quiero tener hijitos;
muy pronto te iré a buscar
pa poder vivir juntitos.

Amatxik ama erditu zuen.
Amak ni erditu zuen.
Etxeko emakumeek erditzen dute,
nik ere erditu nahi.

(Estribillo)

Miña avoa pariu a miña nai.
Miña nai pariume a min.
Todas paren na miña a casa,
eu tamen quero parir.

L’àvia va parir ma mare.
Ma mare em va parir a mi.
Totes pareixen a casa,
Jo també vull parir.

(Estribillo)

25-N: Como mujer, en España me siento ¿libre?

Ella llora. Él sonríe y le dice que no será nada.
Ella está desnuda, se siente frágil y vulnerable.
Él mete la mano en su vagina a pesar de que ella le pide que no lo haga.
Él no la escucha. Sigue su ritmo mientras ella grita. Le duele.
Ella le exige que no la toque, que la deje en paz. Que saque la mano de su vagina. Se lo suplica. El no la escucha y le ordena que se calle.
Luego viene otro y hace lo mismo. Y otro…
Terminan. La dejan sola. Llora.
No es una violación. Está de parto.
 ¿No es una violación?
 Clara

Puedo presumir de vivir en un país libre, donde existen leyes que protegen a las mujeres para salvaguardar su integridad física y moral. Un país donde tengo derecho a voz y a voto; donde no se me discrimina por ser del sexo femenino; donde nadie más que yo tiene poder para decidir cómo vestir, a dónde asistir y con quién. Un país en el que existe libertad sexual y nadie puede recriminarme con quién mantengo relaciones, ni con cuantos hombres las mantengo, ni qué preferencias sexuales son aceptables o no que practique.

Entonces, ¿por qué me veo en la necesidad de escribir un post sobre el Día Mundial contra la Violencia hacia las Mujeres?

Podría decir que porque a día 12 de noviembre se contabilizaron 44 víctimas mortales por violencia de género en este año. / O porque me canso de ser bombardeada con publicidad, en cualquier medio, donde se muestra a la mujer como un pedazo de carne, como un objeto de deseo para el sexo contrario y nada más. Un ser sumiso y complaciente al que no le importa exponerse a tal abuso. / También podría decir que odio aguantar comentarios sexistas hacia mi hija del tipo «¡una pelirroja! la vas a tener que atar en corto.», «qué peligro va a tener», «cuando tienes una hija no te preocupas por un pene, te preocupas por todos los penes». / Porque en este país, es un hombre quien debate si una mujer tiene el poder de decidir sobre su cuerpo y su sexualidad, barajando en qué casos puede interrumpir un embarazo y en qué casos no. / También podria argumentar que los micromachismos y el amor romántico hacen estragos en las relaciones entre adolescentes, que hoy en día son un foco de violencia machista cada vez más preocupante, ejerciendo los chicos un control agobiante sobre las chicas. / O, porqué no decirlo, porque me canso de oír chistes que agreden la integridad de las mujeres. No me hacen gracia.

El año pasado ya publiqué en mi otro blog una entrada acerca de la publicidad contra violencia de género y propuse una campaña de publicidad ficticia distinta, para que empiecen a cambiar las cosas.

Pero esta vez, quiero argumentar, punto por punto, la necesidad de acabar con otro tipo de violencia hacia las mujeres. La que se ejerce en los paritorios. La que se sigue manteniendo oculta tras la frase «¿el parto?, bien gracias». Siento la necesidad de escribir un post sobre el 25 de noviembre…

  • Porque en este país «libre», dependiendo del protocolo del hospital, a una mujer no la permitirán ponerse de parto espontáneamente si pasa de una semana concreta de gestación y la inducirán con drogas sintéticas.
  • Porque en este país «libre», a muchas mujeres se les practicará la maniobra de hamilton sin previo aviso cuando acuda a monitores en su semana 40 de gestación, causándoles un dolor terrible y originando posibles infecciones a ella y a su bebé.
  • Porque en este país «libre», a una mujer (joven o adulta) tras diagnosticarle una lesión en el cuello del útero, aparentemente provocada por el virus del papiloma humano, le preguntarán sobre su vida sexual más íntima, preguntándole con cuántos hombres ha mantenido relaciones y qué prácticas son las que lleva a cabo en dichas relaciones, juzgándola y en ocasiones vejándola con insultos del tipo «viciosilla», «zorra», etc. (ejemplos reales). Sin esto tener nada que ver con el tratamiento final. Símplemente se hace por el goce que supone humillar a una mujer.
  • Porque en este país «libre», una mujer no podrá beber ni comer nada durante su trabajo de parto si el hospital al que acude tiene en su protocolo dicha tortura contemplada.
  • Porque en este país «libre», hay muchas mujeres a las que se las inmoviliza en una camilla tumbadas boca arriba durante horas en su trabajo de dilatación y parto simplemente por comodidad del personal que la asiste en el hospital.
  • Porque en este país «libre», otras tantas mujeres servirán de conejillo de indias en sus partos en salud, siendo sometidas a innumerables tactos vaginales por distintos estudiantes, fórceps didácticos u otras prácticas intervencionistas sin ningún criterio médico, sino más bien como mero «aprendizaje» para los residentes allí presentes.
  • Porque en este país «libre», no se tomarán en cuenta las preferencias de una mujer contempladas por escrito en su plan de parto, si el hospital al que asiste para parir así lo decide.
  • Porque en este país «libre», una mujer deberá soportar insultos (te has puesto muy gordita, eh?), vejaciones (cuando estabas haciéndolo no te dolía tanto, ¿verdad?), amenazas (si tu hijo muere tú serás la responsable), humillaciones (cose esto bien que una mujer nunca se sabe lo que es capaz de hacer), gritos (¡cállate!), calumnias (¿no querías parir sin epidural como las hippies, pues ahora te aguantas)… en un momento de tremenda vulnerabilidad como es su proceso de parto.
  • Porque en este país «libre», si eres mujer y estás de parto, es muy probable que te hagan una episiotomía y utilicen algún instrumental para «extraer» a tu bebé sin ni siquiera preguntarte, yendo en contra de la Ley de Autonomía del Paciente y el consentimiento informado.
  • Porque en este país «libre», cualquier mujer en su trabajo de parto puede ser agredida físicamente por la persona más grande del hospital, si ésta le hace una maniobra de Kristeller. Práctica desaconsejada por el Ministerio de Sanidad de este país «libre» y prohibida en innumerables países de la unión europea.
  • Porque en este país «libre», muchas mujeres serán mutiladas vaginalmente en sus partos sin ningún tipo de necesidad. (En España se practican más del doble de las  episiotomías que recomienda la OMS).
  • Porque en este país «libre», no todas las mujeres pueden decidir dónde parir, ya que el parto en casa no lo cubre la seguridad social, por lo que esta opción queda limitada a las mujeres que pueden costeárselo.
  • Porque en este país «libre» no existe una Ley contra la Violencia Obstétrica (como sí existe en otros países como Venezuela.) que proteja a las mujeres (y a los bebés) en los embarazos, partos y postpartos.
imagen sacada de mamanatural.com

imagen sacada de www.mamanatural.com

Y así podría hacer que la lista fuera interminable. Que no te engañen, mujer: España es un país libre lleno de jaulas cerradas. En cada jaula hay un derecho que tiene que ver con la vida sexual y reproductiva de la mujer, con sus valores como ciudadana, con su vida digna y placentera, con su potencial y empoderamiento…

¿Quién se apunta conmigo a salir a la calle y pegar hachazos a cada candado?

Podéis participar en vuestras redes sociales, denunciando la Violencia Obstétrica, el día 25 de noviembre con los hastags #ViolenciaObstétrica #StopObstetricViolence #StopViolenciaObstétrica.

Sobre el teatro y el sufrimiento infantil

Cuando estudiaba Arte Dramático había una frase que siempre estaba presente: «Los niños son los mejores actores del mundo». Esto se debe a que cuando un niño o una niña juega, entra con facilidad en ese juego y juega «de verdad». De hecho, en Inglaterra el verbo actuar, en la jerga de la profesión, se traduce como «to play theatre» (jugar al teatro). Por otro lado teóricos de la escena afirman que un actor no debe mentir en escena sino que lo que se busca es que experimente una acción vivencial real a partir de un imaginario. Es decir, lo que hacen los niños cuando juegan.

Los cacharros de Martina

Llegados a este punto, podemos llegar a la conclusión de que los niños son los mejores actores del mundo porque no saben mentir. Está en su naturaleza, son seres incapaces de elaborar las estrategias mentales necesarias para crear una mentira. Su neocórtex no está desarrollado y por tanto son incapaces de hacerlo. A esto hay que añadir una imaginación desbordante, claro.

Los buenos actores y actrices pasan horas observando los juegos de los más pequeños para reaprender y ser creíbles en escena.

Todo esto viene a que últimamente en la blogosfera maternal se está reflexionando sobre el trato que reciben los bebés en las series de televisión o en las películas, cuando éstos aparecen llorando. Y es que, un bebé ni siquiera juega a ser creíble sino que sus acciones son producto de necesidades básicas para su desarrollo, tanto físico como mental y emocional. ¿Qué quiere decir esto? Pues que cuando vemos una escena en una serie o en una película donde un bebé aparece llorando, éste no está interpretando su papel, ni siquiera está jugando a que está triste. Simple y llanamente está sufriendo.

Llanto

Gracias a estos posts de SienteMe Crianza y Maternidad Continuum está despertando un sentimiento de sensibilización por este tema en la red. Y es que está tan normalizado el sufrimiento infantil, que asusta. Frases como «los niños lloran, no pasa nada» o amenazas del tipo «si sigues llorando, mamá se va a ir y no va a volver nunca», están a la orden del día. ¿Qué importa, entonces, que un bebé sufra en un rodaje de televisión o cine? ¿En qué piensan los padres de esa criatura cuando permiten que llore sin ser atendida? ¿Son conscientes cada uno de los adultos que en él participan del daño estructural que están creando en esas pequeñas mentes? ¿Somos conscientes del tiempo de rodaje de una escena? ¿Cuánto les dejamos llorar entonces, 10 minutos, 2 horas? ¿Somos responsables también de ello quienes vemos una y otra vez escenas como estas y no denunciamos? ¿Por qué le damos la importancia que tiene a la violencia de género, por ejemplo, y no a la violencia contra los niños?

Los y las bebés lloran porque no conocen otra forma de comunicarse con el exterior, porque nos necesitan, porque para ellos es igual de importante y vital que les demos de comer como que les demos un abrazo, porque son seres inmaduros que dependen de nosotros los adultos. A ver si empezamos a dar la talla.

Seguimos, como padres, siendo bombardeados con técnicas conductistas que violan el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos e hijas y mucha gente cree normal que un bebé llore y llore sin parar sin tener que atender ese llanto, sin acompañar ese sufrimiento.

Los niños son los mejores actores del mundo, sí. Pero recordad que es porque no saben mentir, por lo que son incapaces de manipular sus emociones y las de los demás.

Atiende su llanto, acompaña su sufrimiento y denuncia la violencia contra ellos.

photos by: Susonauta & rahego

Desde que soy madre

Desde que soy madre no veo las noticias, ni ningún programa de televisión. No enciendo la tele. No voy a manifestaciones ni hablo de política. Desde que soy madre no me maquillo ni me pongo tacones. Tampoco he ido al cine en este tiempo. No salgo de noche y he dejado de beber alcohol. No fumo, no me drogo, no me interesa. No leo novelas, ni revistas, ni abro el periódico. No me he enganchado a ninguna serie bajada de internet. Desde que soy madre no voy «de compras» ni me importa «estar guapa». No soporto ningún sujetador con aros o relleno. No hago deporte. Tampoco me he dado ningún baño relajante. No recuerdo lo que significa «tiempo libre». No hago planes ni tengo una rutina fijada para cada día. Desde que soy madre no he experimentado en la cocina con una nueva receta. No sé lo que es dormir del tirón. Ya no escucho música por la calle ni voy a conciertos. No he viajado fuera de la península. No he cogido ningún avión ni ningún tren. No me he separado mas de dos horas de Zoe. No sé lo que es estar sola.

embarazo

Desde que soy madre me río más veces al día. siento que la vida es más simple y sencilla. Me deleito con la brisa de la mañana y tu pelo naranja ondeando al compás. Me he hecho experta en cambiar pañales a buen ritmo. Tengo sueños extraños que comunican muchas cosas. Valoro los buenos gestos y las buenas palabras más que nunca y detesto a la gente de negro corazón. He entendido a mi madre. Escucho más y hablo menos. Siento que he conectado con la crianza más básica: porteo a mi bebé, duermo con ella, atiendo sus llamadas… Desde que soy madre aprendo cada día contigo. Improviso con facilidad. Me emociono con más facilidad. Me he dado cuenta de la función real de partes de mi cuerpo como es el pecho o mi vagina. Observo el paso del tiempo con cada estación, me encanta ver caer las hojas en otoño o el brillo del sol sobre el agua del mar en verano. Soy más creativa. Descubro la fuerza que tengo, el aguante y la resistencia día a día. Leo más blogs que nunca. Me siento en red. Soy más generosa. Desde que soy madre siento un cierto cariño hacia mis ojeras. He dejado de ser escrupulosa y perdido el pudor por lo escatológico. Me ducho a velocidad del rayo y no me dejo ningún rincón del cuerpo por enjuagar. He conocido a gente interesante, a mujeres sabias y a madres maravillosas. Creo que los detalles aportan realidad a la vida y veo en lo pequeño la grandeza del Mundo. He notado que tengo más paciencia, muuuuucha más paciencia. Como más sano. He vuelto a experimentar la capacidad de asombrarme, se sorprenderme. Vivo cada momento más consciente. Me he enamorado otra vez de una forma que no he experimentado nunca. Desde qué soy madre siento que puedo cambiar el Mundo.

¿Qué ha cambiado la maternidad en tu vida?

Amor a primera vista. ¿Existe?

Seguro que habréis leído en innumerables artículos o blogs sobre maternidad que el vínculo entre madre y bebé es algo importante, casi sagrado. Por nuestra naturaleza mamífera, madre y bebé deben ser una díada para que la lactancia se lleve a cabo y se asegure la supervivencia de la especie. Además la cría humana nace «inmadura», de hecho al periodo posterior al nacimiento se le llama exterogestación, porque en cierta forma, la última etapa de desarrollo del bebé (hasta los dos años aprox.) se lleva a cabo tras el nacimiento, fuera del vientre de la madre.

Por todo ello es fundamental la NO SEPARACIÓN de madre-bebé tras el parto, para favorecer ese vínculo primario imprescindible. La abusiva medicalización del parto, así como las intervenciones de rutina según los protocolos de muchos hospitales dificultan enormemente este vínculo.

Según la escritora y feminista Casilda Rodrigáñez:

En todos los mamíferos hay una impronta o atracción de la madre hacia su cachorro que se le queda psicosomáticamente «imprimida». Se trata de un estado de simbiosos entre madre-criatura que necesariamente implica la mayor catexia libidinal de toda nuestra vida.

In the mirror

Esta impronta es lo que denominan muchas mujeres como «amor a primera vista» con su bebé. A veces esa primera mirada tras el parto, esa conexión profunda entre madre y cría a través de los ojos te hace vivir un verdadero sentimiento de enamoramiento. Te engancha, como la más dura de las drogas. Hormonas como la oxitocina o las endorfinas ayudan a que esa impronta surta efecto y hacen que tras el parto nos encontremos literalmente «en una nube».

Pero en ocasiones no es un amor a primera vista lo que siente una madre al parir a su hijo/a. A veces el vínculo tarda en producirse. Puede que sea por una separación temprana, como decía; o por un entorno poco favorable, como puede ser el hospital o la casa llena de gente (las típicas visitas) sin tiempo para profundizar en esa relación entre madre y criatura; quizás también el que exista algún problema físico, como puede ser una fuerte migraña tras la analgesia epidural o fiebre por algún tipo de infección o quizás problemas para comenzar la lactancia, dificulta esta conexión.

Yo tuve un parto cero intervenido, fue en casa y no hubo separación en ningún momento. Es cierto que aquella primera mirada me atrapó pero reconozco que el vínculo se formó más tarde. Quizás fue debido a la mastitis subclínica que padecí los primeros meses. Una mastitis que no me dejó disfrutar como hubiera deseado de esos primeros momentos de vida de mi bebé. Incluso llegué a sentir algo de rechazo porque el contacto con ella era sinónimo de sufrimiento para mí.

Con el tratamiento adecuado y sin sustituir ni una sola toma por leche de fórmula, empecé a acercarme a ella, a cogerla en brazos mientras dormía, a contemplar cada gesto, cada gorgojeo… y entre tanto la lactancia se estableció y yo me empoderé en mi rol de madre. El vínculo se dio poco a poco, de manera natural, en nuestro tiempo y nuestro espacio. Ahora vivo un romance profundo con mi hija y siento que, aunque lo nuestro no fue un flechazo, cada día crece nuestra intensa historia de amor.

¿Cuándo creaste el vínculo con tu bebé? ¿Te animas a compartir tu historia?

photo by: Pavel P.

No tengas miedo (ni siquiera en Halloween)

Esta tarde mi hija me ha dicho que le cante una canción. No sabe hablar, solo tiene seis meses y medio, pero se busca las mañas para comunicarse conmigo y creo que ha sido bastante explícita:

Zoe quiere una canción

Y como hoy es Halloween y en teoría se levantan los muertos y asustan mucho, mucho, pues he decidido cantarle esta canción que le compuse una noche que no paraba de llorar cuando era muy bebé. Espero que os sirva de nana para vuestr@s pequeñ@s cuando tenga miedo de noche. Ahí va:

NO TENGAS MIEDO

Tú tan pequeña, tanto.
Mi voz se quiebra tanto.
La luna brilla hoy desde lo alto
no tengas miedo que te canto.

Mi voz te abraza, toma mi mano.
La noche tiembla con tu llanto.

(Estribillo): Y piensa que la noche es un lugar para soñar.
Soñando tus deseos hoy se pueden realizar.
Y las estrellas, juntas, tu camino alumbrarán.
El miedo ya se va a otro lugar.

Las notas vuelan sobre tu cuarto,
son de colores, tantos.
Y ve con ellas, vuela muy alto.
No tengas miedo que estás jugando.

Mi voz te abraza. Toma mi mano.
La noche ríe con tu encanto.

(Estribillo)