La canción de la semana #7: Canción de despedida – Cantando A Mamá

Como os prometí en la entrada ¿Cómo superar la ansiedad de separación? (1ª Entrega), hoy os traigo una canción que inventé como ritual de despedida en nuestro arduo periodo de adaptación a la escuela infantil. Por lo que he leído, aplicar una rutina diaria y personal a las despedidas reduce y mucho la ansiedad de separación, porque el bebé sabe lo que ocurrirá tras ella y encajará mejor el adiós. Como siempre digo, esto no es un dogma, pero quizás pueda ser un recurso más a utilizar, para ver qué sucede en vuestro caso.

Nuestro ritual personal es esta sencilla canción que hacemos nuestra cada mañana al despedirnos:

CANCIÓN DE DESPEDIDA

Yo te miro, tú me miras. Un abrazo fuerte.
Aunque estemos separadas yo te quiero siempre.
Todos mis besitos yo los dejo en tus mofletes,
guárdalos contigo para que te den suerte,
los quiero de vuelta cuando vuelva a recogerte.

¡Adiós, mi vida!

La letra está escogida específicamente para el momento:

  • Importante mantener el contacto físico y la mirada para explicarle lo que ocurrirá «Yo te miro, tú me miras. Un abrazo fuerte».
  • Que nunca olviden que siempre les queremos estemos donde estemos «Aunque estemos separadas yo te quiero siempre.»
  • Dejar un objeto mágico de seguridad al niñx «Todos mis besitos yo los dejo en tus mofletes, guárdalos contigo para que te den suerte»
  • Que sean conscientes de que nos vamos para volver «los quiero de vuelta cuando vuelva a recogerte.»

Espero que os guste y si la queréis aplicar con vuestrxs hijxs, es vuestra: tomadla, cambiadle la letra o no, la melodía, añadir matices que enriquezcan vuestra intimidad… ¡lo que se os ocurra!

No os perdáis la segunda entrega del post que publicaré el lunes, para comenzar la semana con ideas nuevas sobre el tema. ¡Ánimo, familias, conseguiremos superar esta etapa!

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La Canción de la Semana #3 – Aina (Cantando A Mamá)

Antes de ser madre, fui tía y también cantaba canciones. De vez en cuando cogía la guitarra y surgían de mi cabeza letras y melodías cuando compartía momentos con mi familia. Así que un día, en el verano de 2009, mientras mi sobrina Aina jugaba a descubrir sus manos y pies en el porche de la casa de mis padres, escribí esta canción:

Imagen de Pajarito Pinzón

Imagen de Pajarito Pinzón

AINA

Miro el cielo azul aquí, en el campo,
juego con mi pie y encuentro una mano.
¡Qué interesante éste papel que me he encontrado!
Sigo el ritmo que estás cantando.

No sé… difícil para mí decir que soy feliz sin hablar.

Me divierto con mirar a cualquier perro.
Juego otra vez con tu rizo del pelo.
¡Qué fresquita el agua en el chalet de los abuelos!
¡Qué bonito es el botón de tu chaleco!

No sé hablar, pero da igual: mi mami entiende bien lo que yo quiero

Me lo paso yo muy bien con mucha gente.
Me duele la boca otra vez ¡ya tengo otro diente!

No sé… qué raro es aprender la vida en general…

…Me gusta ese color…

…¡Qué nueva sensación!…

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Blessingway: Una ceremonia prenatal para mi hermana querida

Hace unos días tuve el honor de asistir al Blessingway de mi hermana, o lo que es lo mismo, su ceremonia de bendición para el parto. No tenía muy claro si compartir todo lo que allí se vivió públicamente y le pregunté directamente. Me dijo que sí, así que allá voy:

Un Blessingway no es más que una ceremonia prenatal en la que la mujer embarazada reúne a su círculo de mujeres más íntimo o con el que tiene mayor conexión y crear así un clima de energía positivo para el futuro parto. Tenéis mucha más información aquí.

En el caso de mi hermana, reunió a mujeres muy dispares, desde amigas de la infancia y mujeres de su familia hasta personas muy significativas para ella que compartieron breves momentos de su vida. Muchas de nosotras no nos conocíamos, pero todas sentimos que teníamos que estar allí y la conexión se creó desde el minuto uno. Tras recibir una preciosa invitación ilustrada por ella misma, supimos que la ceremonia sería un domingo por la mañana en su casa y se pidió expresamente que las asistentes vinieran sin hijxs, así que dejé a la pequeña Zoe con su abuelo que hizo un trabajo de niñero excelente (como era de esperar); y que trajera cada una, una cuenta de collar.

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Mi hermana me pidió con antelación que hiciera las veces de «maestra de ceremonias» así que intenté unos días antes ordenar en mi cabeza todo lo que tenía mi hermana en la suya y que me supo transmitir muy bien. La ceremonia se dividiría en cinco partes o deseos para el pequeño Hari a punto de nacer y cada una tendría su ritual específico:

Hari, espero que:

  1. No tengas miedo de…
  2. Nunca olvides a…
  3. Aprendas…
  4. Respetes…
  5. Ames…

Para cada ritual necesitábamos materiales específicos, y la noche anterior ayudé a mi hermana para tenerlo todo a punto. Los colocamos en orden de intervención según la parte en la que nos encontráramos y el tenerlos todos a la vista quedó muy bonito y misterioso.

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En el suelo dibujamos con velas rojas un corazón del que brotaban en espiral velas de color blanco. (Más tarde descubriréis el significado de tanta vela junta). Rodeamos la espiral con cojines sobre esterillas en el suelo y encima de cada cojín elaboramos a mano unas preciosas coronas de hiedra para cada una de las mujeres que acompañarían a mi hermana ese día.
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Cuando llegaron todas las convocadas comenzamos la ceremonia. Nos sentamos en círculo y para entrar en materia hicimos la relajación del útero que propone Mónica Felipe-Larralde y tras ella, empezaron las presentaciones. Para ello utilizamos la cinta de color granate que aparece en la foto de los materiales y mientras nos presentábamos, cada una se enrollaba  en la muñeca la cinta y se colocaba la corona. Al terminar pasaba el ovillo a la siguiente y así sucesívamente de forma que al final habíamos tejido entre todas una red. Pasé unas tijeras para que cortáramos los enlaces y cada una se anudara su pulsera de unión.

Una tarde, pasado el evento, una de nosotras colgó una foto de su pulsera en el grupo de WhatsApp y todas respondimos con las nuestra. Fue emocionante. Aquí os dejo una muestra:

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Y comenzaron los rituales:

  1. El primer punto o deseo para el futuro nacido era «Espero que no tengas miedo de…». A mi hermana se le ocurrió que podríamos escribir cada una con rotulador plateado o dorado en una piedra oscura un miedo nuestro que querríamos evitar para Hari. Así que nos pusimos a ello. Al terminar, salimos a la parcela para enterrar las piedras bajo un olivo. La sensación fue liberadora porque enterramos (literalmente) nuestros miedos.piedras-miedos
  2. El segundo, bajo el deseo «Espero que no olvides…», fue elegido para recordar a los bebés no nacidos, a esos seres de luz que sabemos que nos acompañarán siempre. Para ello, Sira pensó en que cada una talláramos el nombre de un bebé no nacido con un punzón en un palito de madera. Mientras esto ocurría sonaba de fondo ese quejido de canción la muerte cuando esperas vida de Rosa Zaragoza. Os podéis imaginar la carga emocional del momento. Después, cada una ató al palito un cascabel y más tarde salimos para colgarlos de las ramas de un árbol; así, cuando el viento sople, se harán presentes cada uno de ellos con el sonido del cascabel.
  3. Con el tercer ritual se pretendía que Hari aprendiera algo que nos hubiera gustado aprender a nosotras o que con el tiempo hemos visto que es un aprendizaje útil y necesario. Así que, con el deseo «Espero que aprendas…», se escogió para cada una un pedazo de tela con un agujero en uno de los extremos. En ella escribimos un aprendizaje para nosotras vital y después salimos a colgarlo del mismo árbol que los palitos. El resultado final parecía una instalación de arte moderno. Quedó precioso.ÁrbolAprovechamos aquí para hacer un descanso, tomar unos zumos, ir al servicio y ¿por qué no? hablar un rato y conocernos mejor. (Yo aproveché para llamar a mi padre y conocer detalles de la pelirroja, que curiosamente estaba dormida desde prácticamente el inicio del Blessingway). Tras el parón, continuaron los rituales ceremoniales:
  4. El deseo número cuatro tenía como enunciado «Espero que respetes…». En esta ocasión se honró al cuerpo, “Hari, esperamos que respetes tu cuerpo, como templo que recoge tu alma.”. Extendimos una tela blanca de 3 X 3 en el suelo del porche y con la ayuda de ceras de colores dibujamos todas al tiempo sobre ella. Hizo un día soleado de invierno maravilloso para pintar al aire libre.
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    Mientras esto ocurría, mi hermana entró de nuevo en la casa y preparó el momento más emotivo (en mi opinión) del día. Cuando la tela quedó multicolor y tras hacer en ella un gran corte en el centro, pasamos todas de nuevo al salón y allí nos encontramos un recipiente lleno de agua en el que flotaban flores y una silla en frente. 88fa253177387c8cd65da71ee574d1bfMi hermana entonces, dijo en voz alta: “Hari, esperamos que respetes tu origen, tu sangre, de dónde vienes. Y para honrar tu linaje, lavaré los pies de la madre que me parió” y tras esa frase se dispuso a lavarle los pies a mi madre. Mientras esto sucedía, de fondo se escuchaba Mi Columpio de Marwan (toda una Oda a la figura de la madre). 921ff85423fc6b0922bb1445a3823405IMG_4888
  5. Tras la llorera colectiva llegó el último rito del día bajo el enunciado «Espero que ames…». Mi hermana se sentó sobre un taburete en el interior del corazón hecho con velas y habló con su bebé. Le dijo que a pesar de las circunstancias en las que se encuentran, él era un hijo del amor sin dudarlo; «Hari es uno de los nombres de Vishnu, el relativo al amor. Es mi hijo, le amo y espero que ame la belleza de la vida tanto como su madre”. Tras esta introducción, cada una de nosotras nos acercamos a ella y le ofrecimos nuestra cuenta de collar, que poco a poco ella fue engarzando en un cordón de cuero color marrón. Conforme llegábamos al interior de la espiral debíamos encender una de las velas blancas que la conformaban, darle la cuenta y recibir a cambio una de las velas rojas del corazón con el fin de, llegado el momento del parto, encenderla en casa para aunar energías. IMG_4887Al acabar, mi hermana se colgó el collar con todas las cuentas engarzadas al cuello y rodeamos entre todas la espiral. “Grabemos este momento en nuestras mentes y volvamos a él el día del parto de Hari, encendamos la velita y creemos de nuevo este círculo de protección con nuestra energía”.Yo tenía un último regalo para mi hermana y mi sobrino a punto de nacer: una canción para el momento. La compuse unos días antes sin dificultad, brotó de mí la melodía y la letra como si fuera algo que no se podía decir de otra manera más que cantando. Aquí os dejo la letra y la música:

CANCIÓN PARA EL NACIMIENTO DE HARI

Siente el fuego naraja.
Mira el cielo azul.
Surge el miedo violeta.
Sigue tu corazón.

Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Hari vive en ti.
Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Vas a poder parir.

Tiende una mano abierta
justo en frente de ti.
Cúbrela con la mía
y respira feliz.

El futuro no existe.
El pasado se fue.
El presente es la fuente
que hoy bendice tu ser.

Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Hari viene hacia ti.
Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
y tú ya sabes parir.

Y la luna en el cielo
llena todo de luz.
Silba suave la brisa.
Ahora es todo quietud.

El momento se acerca.
Aquí todo está bien.
Con los brazos abiertos
mami espera tu piel.

Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
Hari vino a ti.
Rom-ba, rom-ba, rom-ba, rom-ba
En un parto feliz.

Feliz

Tras escuchar la canción salimos todas a la calle y atravesamos la tela pintada, que representaba el cuerpo. Todas renacimos de alguna manera esa mañana de domingo. Gracias, hermana.

Espero que este maravilloso encuentro os inspire como futuras mamás para vuestras ceremonias prenatales. ¿Alguna se anima a contarnos su experiencia?

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¿Cuándo se empieza a ser madre?

Una mujer se convierte en madre la primera vez que piensa firmemente en su bebé. O así es como lo veo yo.

Ese momento puede ser cuando descubre por accidente que está embarazada, o cuando ve a su bebé al nacer y reafirma ese pensamiento al verle; pero también puede ser mucho antes. La sola idea de ser madre ya la convierte en eso. El imaginarse por primera vez a su bebé y sentirlo parte de ella ya hace que en su interior no vuelva a sentirse la misma, se siente crecer y descubre que ese deseo, ese pensamiento de verse madre ya hace de ella otra mujer.

Ilustración de Beth Cruz

Ilustración de Beth Cruz

Según la teoría antropofósica, el alma antes de nacer elige su familia y así, el espíritu de nuestros bebés nos acompañan un tiempo en forma de idea en nuestra cabeza, nos rondan y recuerdan «quiero nacer», haciéndonos despertar como madres.

Si vivimos en pareja este pensamiento puede no darse al mismo tiempo. Normalmente el deseo crece antes en la mujer que en el hombre y pasan varios meses o años hasta que éste «se decide», aunque en ocasiones resulta ser al revés. En mi opinión no es una cuestión de decidirse, sino de madurar, de sentir esa llamada y es importante dejar tiempo para el consenso. Muchas parejas son «arrastradas» por su compañer@ y/o por la sociedad entera (el «ya toca» también ha hecho mucho daño) a tener hijos, y eso solo puede llevar al fracaso. Porque para ser padres hay que prepararse, hay que madurar la idea y estar convencido, hay que desearlo de forma real.

En mi caso fui yo la que sentí la llamada de Zoe antes que mi pareja y, aunque me costó horrores, le esperé. Un día desayunando, me dijo que quería ser padre. Creo que nunca nadie me ha dicho algo tan bonito. Fue la mayor declaración de amor que me podían hacer.

Esta canción trata sobre todo lo dicho: el pensamiento de ser madre, la espera. las declaraciones de amor y el deseo mutuo.

UN DÍA PENSÉ EN TI

(Estribillo)
Un día pensé en ti.
Un día pensé de verdad en ti.

(Estribillo)

Fue en Madrid un frío mes de enero.
Me miré al espejo de cuerpo entero
y al sonreir te vi a ti en mi reflejo.
¡Tan pequeño y dulce fue mi reflejo!

(Estribillo)

Desde entonces vivo con la certeza
de que en esta vida ya no hay tristeza.
Te esperé tan cálida, te esperé dramática,
te esperé impaciente pero con calma hasta que

Un día pensó él en ti.
Un día pensó él también en ti.

Y mi corazón latió sin fin con una emoción que fue galáctica.
Su decisión me conmovió y la realidad se volvió mágica.

En tu caso, ¿fuiste tú la que sentiste antes la llamada? ¿Fue tu pareja? ¿Hubo consenso desde el principio?

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El primer amor se llama «amor de leche»

Hay tantas historias de lactancia como historias de amor. Y cada una de ellas además están protagonizadas por una mujer y un bebé distintos a otros. En cada historia hay dudas, consuelo, lágrimas, sonrisas, miedo, amor, angustia, cansancio, fortaleza, ganas, deseo, sueños, milagros, tiempo, lucha, constancia, abandono, temeridad, confianza, superación, sorpresa… y mil cosas más.

Nuestra historia de amor, o de lactancia, o de las dos, fue muy dura al principio, pero una cosa estaba clara y era mi deseo de amamantar a mi hija. Ese deseo era tan fuerte, que ni el dolor, ni el cansancio, ni las lágrimas, ni los comentarios de la gente… pudieron con él. Sufrí una mastitis subclínica casi desde el momento uno y ahora lo recuerdo como un mal sueño porque aquel dolor no podía ser real. Sin embargo lo era y sufrí mucho. Me veo a mí misma botando de dolor en la cama, tensando el cuerpo al máximo, mordiéndome la boca hasta hacerme heridas. Cada grieta en mi pezón, cada movimiento de lengua de mi pequeña al succionar, cada roce de ropa… uf! dolía, claro que dolía. Pero dolía mucho más el ver que mi deseo se iba a quedar en eso, en un simple deseo sin cumplir.

No me iba a resignar, no después de haber parido a mi hija de la forma que la parí; no después de haber imaginado tantas veces ese momento de lactancia placentera. NO.

Así que empecé un tratamiento con probióticos a los 8 días de nacer mi hija, que aún continúo (aunque con menos dosis) 8 meses después. Me puse en manos de un veterinario, sí, por ser el mayor experto en mastitis humanas de España. Y gracias a su investigación a través de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, pude tratarme completamente gratis. Gracias Juan Miguel.

Mientras tanto el tiempo pasaba, y la boca de mi pequeña crecía. Ella empezó a aprender a mamar mejor, abriendo más la boca y yo por mi parte empecé a coger maña a la hora de colocarla al pecho. La miraba, la miraba constantemente: despierta, dormida, mamando… Y empecé a amarla como se merecía. Nunca olvidaré cómo me acarciaba el costado siempre que la ponía al pecho al principio; me daba ánimos con esa caricia, sentía como me decía «gracias mamá, lo estás haciendo fenomenal». Y el dolor se fue haciendo cada vez más liviano, más soportable. La resistencia dejó paso a la aceptación y la lactancia se instauró. No sustituí una sola toma por leche de fórmula. Mi deseo se hizo realidad.

El primer amor nos puede sobrepasar porque es demasiado nuevo, desconocido, torpe, inseguro… pero con el tiempo los amores maduran, crecen, se enraizan y crean sólidas estructuras, se hacen expertos y poderosos. Los amores de leche nada tienen que ver con los dientes de leche, aunque compartan apellido. No se sustituyen por nada. Son definitivos.

Dibujo de K.M. Berggren

Dibujo de K.M. Berggren

Esta canción es un canto a la lactancia y está dedicada a todas las mujeres que desean amamantar. ¡Leche para todxs! (Podéis escucharla pinchando sobre el enlace a BandCamp)

AMOR DE LECHE

Te rodeo con mi brazo. Te aseguras de que soy yo.
Hoy mi leche se abre paso desde el mismo corazón.

Visualizas cómo late, marca el ritmo de succión.
Y ya duermes mientras pienso: poderoso es este amor.

(Estribillo): Amor del bueno, amor sin miedo,
amor de leche. Poderoso es este amor.

No lo he visto, no lo he hecho, pero sé que mi interior
desenreda la cadena que heredamos con honor.

Tú me miras, yo te mimo. Tú respiras yo suspiro.
Y aprendemos cada paso de este baile a dos tranquilo.

(Estribillo)

Cuando la sombra te atrape: respira.
Deja a tu llanto brotar al compás.
Cuando la vida atraviesa derriba todo.
Toma conciencia y vuelta a empezar.

Me acaricias el costado.
Mi otro pecho goteando.
Vas creciendo, voy creando.
Todo fluye a tu lado.

(Estribillo)

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No tengas miedo (ni siquiera en Halloween)

Esta tarde mi hija me ha dicho que le cante una canción. No sabe hablar, solo tiene seis meses y medio, pero se busca las mañas para comunicarse conmigo y creo que ha sido bastante explícita:

Zoe quiere una canción

Y como hoy es Halloween y en teoría se levantan los muertos y asustan mucho, mucho, pues he decidido cantarle esta canción que le compuse una noche que no paraba de llorar cuando era muy bebé. Espero que os sirva de nana para vuestr@s pequeñ@s cuando tenga miedo de noche. Ahí va:

NO TENGAS MIEDO

Tú tan pequeña, tanto.
Mi voz se quiebra tanto.
La luna brilla hoy desde lo alto
no tengas miedo que te canto.

Mi voz te abraza, toma mi mano.
La noche tiembla con tu llanto.

(Estribillo): Y piensa que la noche es un lugar para soñar.
Soñando tus deseos hoy se pueden realizar.
Y las estrellas, juntas, tu camino alumbrarán.
El miedo ya se va a otro lugar.

Las notas vuelan sobre tu cuarto,
son de colores, tantos.
Y ve con ellas, vuela muy alto.
No tengas miedo que estás jugando.

Mi voz te abraza. Toma mi mano.
La noche ríe con tu encanto.

(Estribillo)

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Su nombre es…

Cada mujer vive su embarazo de forma distinta y el resto del mundo no parece entender eso cuando la bombardean con las mismas preguntas una y otra vez: «¿Sabes ya si es niño o niña?», «Pedirás epidural, ¿no?», «¿Tiene nombre la criatura?»…

A la gente le cuesta aceptar que haya personas diferentes a sí mismos, con formas de pensar diferentes, con inquietudes diferentes. Hay mujeres que no desean saber el sexo del bebé, por ejemplo, y otras que no piensan en un nombre para la criatura hasta que no ven su carita. Pero la gran mayoría se sienten presionadas por la sociedad a dar respuestas en los tiempos establecidos.

En mi caso cambié de opinión varias veces en diferentes aspectos según avanzaba mi embarazo. Primero pensé que no quería saber el sexo del bebé hasta que naciera, pero después sentí la necesidad de llamarle por su nombre incluso en mi vientre. Así que supimos que sería una niña y su nombre Zoe.

Disfrutaba imaginando a mi pequeña crecer sumergida en líquido amniótico, hacer muecas, soñar, reír, tragar, hipar, dar vueltas. Pasaba horas tocando mi tripa y mandandole energía positiva, explicándole lo mucho que la deseábamos y las ganas que teníamos de que naciera. Le decía «todo está bien aquí afuera», «te va a encantar esto, hija»…

Un día en casa me vino la inspiración y escribí esta canción (podéis escucharla a continuación):

 

SU NOMBRE ES ZOE

Si quiere da la vuelta y se esconde mirando tras sus pies,
y si se aburre hace un redoble contra la pared.
Escucha atenta conversaciones que no acaba de entender.
A veces siente que siempre hay algo más

(Estribillo)
Su nombre es Zoe.
Su nombre es Zoe.
Llamadla Zoe.
Su nombre es Zoe.

Le gusta el calor de su habitación, tan oscura.
Siempre desnuda y con imaginación sueña muda.
«¿Y si bailando salgo al exterior?» Se pregunta.
Descubrirá ella misma si hay algo más.

(Estribillo)

«¿Y si no estás? ¿Y si no hay más que mis propias dudas?
Tal vez mi mundo acabe aquí. No hay más preguntas.
Y si es así, ¿quién me cantó aquella historia de un lugar por descubrir?
¡Yo sé que está ahí!»

Cabeza abajo espera con ilusión. Empapada.
Y juega enredándose a aquel cordón. Bucles de agua.
La cuenta atrás se acerca cada vez más, nos separa.
En primavera el sol la iluminará.

(Estribillo) (bis)

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